Hurts – 'Happiness'
Un año con el caramelo en la boca desde que escuchamos ‘Wonderful life’. Un año donde su actitud, estética y sonido han dado mucho que hablar por el revival synth-pop de una época que parece no agotarse, un filón que no quiere dejar de recordarnos lo grandes que fueron aquellos inolvidables ochenta.
Esta vez les toca a los neo-románticos, con Duran Duran a la cabeza, pero con influencias de otras míticas bandas como Ultravox o Simple Minds, sin olvidar las maneras más oscuras e inquietantes de Depeche Mode, el lado más dramático de Pet Shop Boys o el sentido pop de Yazoo o a-ha. Pero cuidado, sus dos primeros singles engañan, ya que las power-ballads son las protagonistas indiscutibles de ‘Happiness’, así que quien espere reventar la pista de baile que se lo piense dos veces antes de catarlo. Son los Duran Duran de ‘Save a prayer’, no los de ‘Hungry like the wolf’. Aclarado este punto, tampoco esperéis un trabajo diabético (azúcar hay, pero en su justa medida), sino más bien repleto de baladas contundentes y emocionales.
Comenzamos con los sonidos industriales de ‘Silver lining’, en la línea de Dave Gahan y los suyos, incluyendo retazos a lo ‘Enjoy the silence’ y unos apocalípticos coros que le otorgan la suficiente fuerza para abrir el disco de manera más que notable. La ya conocida ‘Wonderful life’ sigue siendo un buen tema, pero ha perdido fuelle con el paso de lo meses, languideciendo ante la fuerza de ‘Better than love’, su celebrado segundo single. Adictivo hasta la locura, es el ‘Sun always shines on TV’ del siglo XXI, úrgente, místico, que no deja títere con cabeza, ni pista de baile vacía. ‘Sunday’, un mid-tempo petshopboyano, convence del todo, al igual que ‘Stay’, aunque en ocasiones parezca un remedo de ‘Halo’ de Beyoncé (y no es broma), con aires eclesiásticos, bases sincopadas y sutiles arreglos electrónicos. Llegados a este punto te preguntas si asistimos a una parodia muy bien ejecutada o si en realidad tenemos que tomarles en serio. Mejor esperar a escuchar el disco por completo.
Sigamos. ‘Evelyn’ y ‘Blood, tears & gold’ quieren ser ‘Forever young’ o ‘The power of love’ (la de Frankie), y aunque no lo consiguen, atrapan sin remisión. La cacareada participación de Kylie Minogue en ‘Devotion’ está más que justificada, una balada dramáticamente épica en la línea de la enorme ‘Where the wild roses grow’, donde la australiana, a pesar de su condición de diva pop llena pistas, ya se desenvolvía con extrema soltura. ‘The water’ intenta emocionar con su melancólica letra, la presencia de un piano crepuscular y unos bonitos arreglos de cuerda, que mejoran el conjunto pero no consiguen levantarla del todo. La pista no termina aquí, ya que después de un enterlude comienza una pieza en la cual te vuelves a plantear si se están riendo de ti o simplemente son fans de la grandilocuencia más caspa de los musicales más clásicos.
Entonces, ¿cómo debemos encajar ‘Happiness’? Complicado de contestar. Algunos se tomarán a Hurts como un pastiche de nombres míticos de los ochenta o como una broma mal calibrada. No les faltará razón, pero es que en muchas ocasiones la mencionadas bandas resultaban excesivas y estridentes hasta lo indecible, reclutando tantos admiradores como retractores. Lo siento por los gafapastas del mundo, no todas la influencias van a venir de la mano de The Smiths o New Order, y además, tenerlos bien puestos para recuperar algo tan supuestamente desfasado como la balada épica es de agradecer. No aparecerá en las listas de lo mejor del año, puede incluso que con el tiempo acabemos borrando nueve de las once canciones de nuestro mp3, y sí, a veces chirrían más de lo debido, pero ninguna publicación esnob nos va a hacer desmerecer el mérito de ‘Happiness’. No está a la altura de un ‘Río’ o un ‘Upstairs At Eric’s’, y puede que hasta nos hallemos ante un guilty pleasure en toda regla. Pues yo digo: bienvenido sea.
Puntuación: 7/10