Hurts en la sala Bikini
Estaba nervioso. Era la primera vez que iba a ver en directo a la que considero la banda revelación del 2010, y tenía muchas expectativas puestas en ellos, aunque, al ser una banda muy joven, y que puede ser considerada hype, tenía miedo de que en directo decepcionaran, por la más que obvia falta de tablas.
Al llegar a los alrededores de la sala, lo primero que me impactó fue la cantidad de gente que hacía cola para entrar: poco le faltaba para dar la vuelta a la manzana (y estamos hablando de una sala ubicada en un centro comercial, por lo que ya os podéis hacer una idea de las dimensiones de dicha manzana). Desde luego, era difícil imaginar que aquel dúo que conocí hace poco más de un año en un artículo de jenesaispop iban a llenar una sala en la que caben poco menos de mil personas.
La promotora del concierto era Girls Allowed, autodenominada como “la primera promotora y productora musical enfocada al universo femenino y dirigido a mujeres captadoras de tendencias, donde la música, la moda y las Dj´s femeninas lo harán diferente a cualquier evento en España”, aunque, a juzgar por la gente que hacía cola, para este evento en específico habían conseguido congregar a más hombres que mujeres, por lo que creemos, aunque no estamos del todo seguros, que lo de ‘Gilrs Allowed’ es para animar a las chicas a que acudan también a los eventos organizados por dicha promotora. Como parte de los actos previos al concierto, había instalados en la sala una pantalla gigante donde se proyectaban videoclips diversos y un photocall más bien desaprovechado, en el que un par de azafatas vestidas de vendedoras de detergente del futuro daban la bienvenida a los asistentes.
Con puntualidad británica, a las 9 y media se paró el hilo musical, y Theo Hutchcraft, cabeza visible de Hurts, salió al escenario. Poco después, lo siguieron Adam Anderson (teclados, guitarra) y 3 músicos de apoyo. Comenzaron con ‘Unspoken’ y recibieron una respuesta más bien tibia por parte del público, como si estuviesen más por la cara bonita de los ingleses que por el aspecto musical. Por suerte, se trataba sólo de una primera impresión, puesto que el respetable tardo muy poco en animarse, aunque también ayudó el repertorio escogido, ya que Hurts se jugaron la paciencia del público al programar su primer gran hit, ‘Wonderful Life’, casi al principio del concierto. Una apuesta arriesgada, de la que salieron airosos.
El resto del concierto sucedió sin casi sorpresas, y con un sonido más bien envidiable, que engrandecía a canciones como ‘Blood, Tears & Gold’, llamada a convertirse en un himno del desamor, aunque pocos esperábamos ver a Anderson dejar el teclado de lado, para enfundarse una guitarra eléctrica y darle vida a ‘Evelyn’, una de las canciones más emotivas de su álbum de debut, ‘Happiness’, o que el cantante de apoyo (o corista, como queráis llamarlo) nos diera una lección de canto, entonando ‘Verona’ cual tenor superestrella sin ningún tipo de apoyo vocal , y también los coros de ‘Illuminated’, la penúltima canción de la noche.
En su primera visita a la ciudad Condal, Hurts no se dejaron ninguna canción en el tintero. Ninguna. Tocaron incluso ‘Confide in me’, de Kylie Minogue, a quien nombraron antes de tocar ‘Devotion’ (ya que en el disco ella canta parte del tema). Y nos dejaron claro que han venido para quedarse, o al menos así es como hemos interpretado aquel final apoteósico en el que nos confirmaron que esto se siente mejor que el amor.
Como único punto negativo: la gente. Y es que ya cansa ir a un concierto para escuchar la vida y logros del público, que para eso no hemos pagado entrada, aunque esto no es culpa de la banda. 9