Divino concierto de Crystal Castles en Apolo
En la sala Apolo, reconvertida en templo por un día, donde casi dos mil fieles estábamos dispuestos a mostrar públicamente nuestra devoción por Ethan Kath y Alice Glass, el dúo más punk de la electrónica actual, estaba a punto de ocurrir un milagro: dos días antes, Crystal Castles tenían que cancelar los conciertos programados para Oporto y Bilbao, debido a la lesión de tobillo que Alice sufrió en el concierto que dieron en Madrid el pasado martes 2 de noviembre. Por gracia divina, la ciudad Condal sí que sería objeto de la singular evangelización de este par de canadienses.
Rodeados de un halo de oscuridad, más propio de ángeles caídos que de seres divinos, Ethan, Alice y un músico de apoyo (la Santísima Trinidad en persona) salieron al altar dispuestos a redimir todos sus pecados. Y se hizo la luz.
En esta particular Basílica no había órgano tubular, sí un sintetizador Roland VP-550 y un V-Synth XT. Y por supuesto, la celestial voz de Su Santidad, Alice Glass. El bautizo (o Baptism, en lengua vernácula) llegó casi al inicio de la ceremonia, en la que, para regocijo de los mortales, fueron desgranando uno a uno sus himnos más conocidos, como Courtship Dating, Crimewave, Alice Practice, Untrust Us o Empathy, y la promesa de vida eterna llegó de la mano de Celestica.
Al avanzar la liturgia, ya se podía palpar la devoción que se sentía por Crystal Castles y por la religión que predican, a juzgar por las muestras de fe de todos los creyentes. Esta vez, por razones obvias, en el culto no hubo comunión, ni Alice dio de beber sangre (en sentido figurado, se entiende) a sus fieles, como suele hacer, pero al llegar el juicio final, nos hicieron sentir a todos dignos y merecedores de la salvación eterna.
Ni Santa Teresa de Jesús alcanzaría jamás el nivel de éxtasis que alcanzamos ayer, 7 de noviembre del Año Santo.
Nota: Perfectos, como cualquier deidad.