M.I.A. en La Riviera

Uno de los eslabones perdidos de la nueva modernidad visitó por primera vez nuestro país. Una expectación que se apuntaba arrolladora, no fue capaz de agotar todas las entradas de su directo madrileño. Puede ser que ante la posibilidad de una nueva y llamativa cancelación, diese cierta pereza acudir a la cita. No obstante, en esta ocasión las previsiones no se cumplieron.

Comenzamos la velada con una pareja de djs teloneros con un nombre que no aprenderías ni aunque te fuese la vida en ello, Schlachthofbronx . Su actuación esperaba ser el catalizador para la jornada posterior. De todos es sabido que M.I.A. no tiene buen acervo melómano y el dúo escogido encajaba perfectamente en los delirios de la artista.  Schlachthofbronx nos atormentó con referentes de tufillo poligonero. Cuando parecía que la tendencia zapatillera iba a levantar cabeza, ellos reiteraban en su intragable fórmula.

Poco después apareció una dj en  la oscuridad, cuya vestimenta nos daba a pensar que podía ser la propia M.I.A pinchando. 10 minutos de electro machacón, con coreamientos en las primeras filas (sí, el alcohol iba haciendo efecto). Y apareció M.I.A. Se activaron las llamaradas de luces fluorescentes con su gusto techno-choni incandescente por doquier.  Una rave de proporciones sorprendentes y apabullantes se nos presentaba. Dos bailarines aparecieron a la palestra (uno de ellos, protagonista de su video Born Free), junto con la mencionada DJ (no era M.I.A., ¡bien!) y una batería, que poco parecía conocer el instrumento. M.I.A,. con sudadera brillantosamente dorada y unas gafas rosas de sol de cuando tú tenías 2 años. Suena Illy Girl, tema extra de la edición deluxe de su tercer largo, cuyo perturbador video fue simultáneamente proyectado. El público sentía de modo sinérgico toda la efectividad de las bases de la composición y la contundencia del espectáculo, porque eso fue lo que M.I.A quería ofrecer, un espectáculo que nadie olvidase con coreografías de aquí-te-pillo-aquí-te-mato.

Tras el tercer tema, todos vimos como la actuación tenía un claro playback de seguridad en los temas más ruidosos. Sin embargo, sus dotes de showgirl eclipsaron muchos de los errores que vivimos. La artista tamil se tiró al publico literalmente, se fue andando hasta la barra principal, gritó y se contoneó. Tras finalizar la canción, pidió al asustado camarero “a shot of tequilla” y cantó, Teqkilla. En el camino de regreso al escenario, vío que una espectadora fumaba un canuto y tomó dos caladas, ante la estupefacción de sus amigos. Y es que la intención de M.I.A. era arrebatarnos toda duda de que “ella la puede liar muy parda”. Sus temas sonaban electrónicamente poderosos y adherentes, con una fuerza potencialmente superior a los LPs, suscitando la imperiosa necesidad de bailar espasmódicamente.

A pesar de que abundaron temas de ///Y/ sonando Steppin Up, Meds And Feds, Story to be Told , Lovalot, It takes a Mussle y el torrencial Born Free (proyectando tiros de fuego y su nombre ensangrentado), se permitió el lujo de contentar a sus primeros fans, tomando buena parte de sus trabajos anteriores. Boys, Bucky Done Gun, Bingo, XR2, Galang, los primeros acordes a capela de Sunflowers o Bamboo Banga estuvieron, sin olvidar la canción que la subió a las listas estadounidenses, Paper Planes.

Se negó a cantar XXXO y Jimmy no apareció en el tirada, defraudando a más que un moderno. A pesar del despróposito que pudiese parecer, de lo poco prometedor que representa su no atrevimiento a cantar sin soporte de fondo y de todas las excusas que puedan ponérsele, M.I.A. nos hizó revivir los grandes momentos que sentimos con Crystal Castles en la misma Riviera, cómo el poder de un buen show, de una buena conjunción de luces  y bases, y de una delirante cantante, puden hacer que todo lo demás, sean auténticas minucias.  Bravo

Puntuación: 8

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