La Bien Querida – Fiesta

Acostumbrados a jóvenes promesas de veintipocos o incluso menos, nadie esperaba hace dos años un disco debut tan bueno de una artista que se encontraba ya en la treintena (suponemos, ya que se niega a revelar su edad). Parece un dato meramente anecdótico, pero puede que parte del sosiego y la furia, de la inocencia y la experiencia vital, y demás sentimientos encontrados que transmite su música se deba a este en principio nimio factor. Por supuesto que la mayoría de músicos llegan a la treintena, pero una cosa es contuinuar y otra comenzar. Tomar un nuevo e importante camino en tu vida a esas edades no es moco de pavo. Mientras que en otras épocas estabas casado con cinco churumbeles y se vivía para trabajar, ahora los treintaitantos son una edad de duda continua y existencial, pero a su vez se cuenta con cierta madurez y una visión de la vida que mezcla varias perspectivas y múltiples maneras de encararla.

Ahora en 2011 La Bien Querida publica Fiesta, que a pesar del título, no hay que pensar que se ha marcado un disco para acabar etílico sobre un sofá después de haber vomitado sobre la barra del bar (no todas pueden ser como Ke$ha). Se trata más bien de una celebración de la vida, con sus alegrías y miserias, las decepciones del día a día y los detalles que evitan el nutrirse única y exclusivamente a base de prozac. Y claro, sigue supurando todo lo comentado en el primer párrafo. El disco se abre con una de sus mejores canciones, ‘Noviembre’, con atmósferas expansivas, palmadas de corte flamenco y mucha morriña. No podíamos imaginar mejor manera de inaugurar un álbum. La vena flamenca o tradicional también podemos constatarla en ‘Cuando el amor se olvida’, ‘Lunes de Pascua’ o en la saeta ‘Monte de piedad’, ésta última con una conjunción de vientos, tambores y lírica absolutamente estremecedora.

El single ‘Hoy’, que algunos han tildado como un ‘más de lo mismo’, se perfila como el lazo de unión entre ambos discos, un portal temporal entre el pasado y el presente. La melodía tiene la marca de la casa, pero el sonido se descubre como mucho más envolvente, algo que por otra parte sucede en buena parte de Fiesta. Algunos adolecerán la ausencia de la sencillez sonora de su debut, pero el calaje de las letras se mantiene intacto, incluso potenciado dentro de las cualidades innatas de la artista (más complejas y sin embargo igual directas). En la descarada ‘Piensa como yo’ o en ‘Momentos en la Luna’ se perciben sutiles arreglos electrónicos, aunque ninguna juegue con el carácter dance de ‘9.6’.

¿Qué hay momentos prescindibles? ‘Me quedo por aquí’, por ejemplo, pero son minucias en comparación con el grueso general. Lo mejor de todo es que la ampulosidad sigue sin aparecer en escena por mucha mayor complejidad en aspectos compositivos o de producción. Identificarse con sus historias es tan fácil como satisfactorio, y aunque no fuese de tal manera, resulta imposible no alabar las virtudes de esta señorita a la que aún le queda mucho que decir. Por cierto, muy recomendables sus directos, donde sus virtudes se acrecientan de manera notable.

Puntuación: 7,5/10 | Escúchalo: spotify

jarto

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