Reivindicando… los singles de Amistades Peligrosas
Es complicado saber como tomarse a un dúo como Amistades Peligrosas, tanto a día de hoy como cuando salieron a la luz. ‘Estoy por ti’ de su debut Retratos de una Intriga nos dejó a todos sin palabras. ¿‘Te voy a meter mano‘? Aún recuerdo lo malote que me sentía al cantarlo en el patio del colegio. ¿Y ‘tenemos que ir a muerte’? Una expresión aún tan actual y utilizada; yo apostaría a que la inculcó socialmente esta canción. Letras tan poco sutiles como efectivas, con melodías adictivas y modo Pimpinela con tintes sexuales y destroyer. Un disco entero podría resultar demasiado para el body (¡arribas las expresiones noventeras!), pero ponerse un greatest hits es la mar de curioso. Un guilty pleasure en toda regla.
En ‘Me haces tanto bien’, el primer single de su siguiente álbum, directamente se quedaban a gusto con un ‘ya sabes que me entra a la primera’. Vomitaron directamente sobre la poca sutilidad que ya desprendían. Eran los noventa y los tapujos sexuales se tiraron por el retrete (que se lo digan a Isabel Gemio con Esta Noche Sexo). No decían ‘bukkake’ porque la gente no hubiese sabido de qué hablaban, pero poco les quedó. Por supuesto que había temas en sus discos que hablaban de amor y demás ñoñerías, pero ha trascendido lo que ha trascendido, porque ¿a alguien le importaban estos temas? Para eso ya teníamos a Alejandro (Magno) Sanz. Y es que los noventa comerciales solo nos hacían gracia por grupos como éste, porque si hubiésemos vivido solo de ‘Oh mai siste’ y derivados hubiésemos querido morir antes de escuchar otro piano melancólico más. Del mismo disco también destacaba ‘¿Está yayó?’, una especie de ‘Una rosa’ de Mecano pero más absurda.
‘Me quedaré solo’ fue sin duda su mejor single, con su imborrable ‘tía sin tu valía seré un pringao’ y un riff de flauta (o algo así) para la posteridad. En aquel disco, titulado La Profecía, también se encontaba con ‘El príncipe valiente’, con un efectivo ‘volverá a darnos por detrás’. El carácter descarado de las canciones lo aportaba Alberto Comesaña, mientras Cristina del Valle tiraba más por el mestizaje, aldea global y demás zarandajas, que a veces aburrían (aunque había temazos como ‘Africanos en Madrid‘). Al final, aparte de por sus tejemanejes como pareja, esto fue una de las razones de su disolución, ya que después cada uno en solitario siguió con su estilo (por supuesto no se comieron ni un colín). Hace unos años intentaron un comeback, pero todo se quedó en agua de borrajas (aunque recuerdo con cierto cariño un concierto en San Isidro en su segundo comeback en 2008). Disfrutad (a escondidas) del recopilatorio.
jarto