Sónar Barcelona 2011: sábado
El Sónar, como todo lo bueno, debía llegar a su fin. Y a primera hora de la noche, para ser sincero, era lo que más deseaba. Dos días seguidos de fiesta sin apenas dormir no le hacen bien a nadie, y el cansancio acumulado (que me impidió asistir al Sónar de día y, por lo tanto, ver a Apparat) parecía que me impediría disfrutar de cualquier tipo de concierto. Afortunadamente no fue así.
La noche empezó con un dilema: ¿Yelle o Janelle Monáe? Aunque tenía aún frescos los últimos conciertos de ambas en la ciudad y además tenía ganas de volver a ver a la de Kansas, en el último momento decidí que me apetecía más bailar con la francesita. Yelle dio un concierto muy similiar al del pasado diciembre en Razz, en el que presentó su nuevo álbum Safari Disco Club, así como nuevos arreglos más techno de clásicos como Je Veux Te Voir o À cause des garçons; con todo, muchos fuimos los que bailamos como si no hubiera un mañana. Si bien GrandMarnier y Tepr (miembros de pleno derecho de la banda) estaban un poco más apagados que de costumbre, la energía que desbordaba la hiperactiva Yelle supo compensar.
Muy a mi pesar, no conozco demasiado a Underworld, aunque después del live que se marcaron el sábado, pocas excusas tengo para no escucharlos más. Sí que puedo decir que Karl Hyde, Rick Smith y Darren Price (como soporte) nos dieron a todos los presentes una clase magistral de techno (el momento Rez-Cowgirl fue sublime), acompañado de visuals hipnotizantes en los que dejan patente que les encanta jugar a ser oscuros, intercalados con imágenes en directo del grupo tomadas por una cámara en cabina y… bolas de espejos. Sí, estábamos en una pista de baile. El momento de la noche llegó al final del live de la mano de Born Slippy, temazos a todas luces que a estas alturas media humanidad ya conoce.
Ya calentitos y con muchas ganas de marcha, nos dirigimos al SónarPub donde acababan de empezar nuestros portugueses favoritos, Buraka Som Sistema. Aunque muchos los consideren como un recurso muy manido a la hora de programar un festival, la verdad es que a mí, personalmente, Buraka nunca me cansan. Y al parecer, a mucha más gente tampoco, porque la movida de bullate colectiva fue de dimensiones épicas. Difícil era no darlo todo escuchando aquellas armas de baile masivo como Kalemba (Wegue wegue) o Bruk Out (con Major Lazer) que invitaban a bailar All night long (canción del gran Lionel Richie que también versionaron).
Paul Kalkbrenner llegaba a Barcelona arropado por el éxito de su película Berlin Calling (banda sonora incluida, no podía ser de otra manera), aunque su live se basó primordialmente en su último disco Icke Wieder. Kalkbrenner logró con su enérgico live más o menos lo que ya habíamos visto al empezar la noche con Underworld: euforia colectiva. Aunque cuando más emocionado se vio al público fue con Sky and sand, de Berlin Calling; broche de oro con el que el alemán terminó su actuación. Muchos estaban al borde del llanto.
Ya estaba a punto de amanecer cuando James Holden tomó el relevo de Kalkbrenner y nos ofreció una sesión de electrónica orgánica, que a ratos recordaba al gran Jean-Michel Jarre, en la que pudimos quemar toda nuestra energía residual a ritmo lento pero seguro. La mágica atmósfera que creó Holden y que se difuminó a la luz del día se quedará grabada en nuestras mentes durante mucho tiempo.
Hasta el Sónar que viene.
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