Dcode Festival: viernes
En un entorno de curiosos contrastes (gente de graduación y festivaleros se mezclaban por los alrededores), pudimos comprobar que el Dcode Festival era un evento casi para menores, ya que las hordas de los mismos se agolpaban a en la entrada para ver a bandas del calibre de My Chemical Romance o Sum 41. En tema de aforo se respetaron bastante los límites (o simplemente se vendieron menos entradas) y todo estaba bastante accesible y cerca, sin grupos que casi se solapasen. Los precios un poco por las nubes, que parece que el agua a 2,50 euros se está convirtiendo en tendencia y como dice un comentario en el facebook del festival: ‘Será precio popular en Mónaco, pero en Madrid no…’. Los puestos de comida tampoco abundaban, sólo había bocadillos y además se acabaron a las dos de la madrugada.
Apenas pudimos ver a The Low Anthem, por lo temprana de su actuación, una banda que desentonaba por completo en el aforo congregado y pocos fuimos los que deseabamos bises. Su cierre, todos cantando bajo el mismo micrófono vintage, sonó armonioso y sentido. Y hasta ahí podimos leer. Ningún sentido tenía quedarse a destruir estructuras con los jóvenes All Time Low y huimos despaboridos.
Foster The People fueron los segundos a los que nos acercamos, todavía bajo una solana de escándalo. Ante la duda de que no cumplirían, nos fue borrada a golpe de hit. Porque su Torches no salvará el pop, pero es un grower que nos hará disfrutar al menos durante los meses de verano. Y así fue su concierto, un tornado pop fresco y desenfadado donde plasmaban su sonido en estudio con bastante acierto. Tocaron la mayoría de temas de su disco debut (aunque se echó de menos ‘Houdini’) y alguna que otra novedad que no desentonó en el conjunto.
Con Sum 41 vimos que su fuerza del último LP, con aputadas maneras a un macarrismo del que no nos tienen acostumbrados, sonó muy descafeinado, tanto que por momentos nada tenía que envidiar a los minutos más sonrojantes de Green Day. Su muro de sonido ya no penetraba como sí lo hicieron en nuestra adolescencia y antes de que se dispusiesen con ‘Screaming Bloody Murder’ decidimos investigar la zona playa del final del recinto.
Eels puede que no fuese el grupo más indicado para un viernes lleno de hormonas adolescentes en ebullición (nosotros también, pero por el calor), pero dio la sensación de que finalmente conquistaron al público a golpe de buen hacer y barbas, muchas barbas. Sonaron éxitos de ayer y hoy como ‘I like birds’ (en modo hipervitaminado),‘Fresh feeling’, ‘Fresh blood’ o su primer éxito ‘Novocaine for the soul’. Se echó de menos su vertiente más melancólica como ‘It’s a motherfucker’, pero era de esperar ante un tipo de público ansioso de movimiento. Oliver Everett se mostró simpático pero sin excesos y en constante conexión con el público. Pero es que ya son muchos años. Uno de los triunfadores del viernes, sin discusión.
My Chemical Romance comenzaron con ‘Na Na Na [Na Na Na Na Na Na Na Na Na]’ y ‘Bulletproof Heart’, incrédulos todos de que sólo en el comienzo lanzasen los temas más conocidos de su último trabajo. Más desgastados, con menos fortaleza y garra que en otras ocaciones, la formación americana cumplió con las expectativas y consigió que temas como ´Welcome To The Black Parade´ sonasen épicos, aunque sin carisma alguna.
El rock americano de Band Of Horses era junto a Eels el gran protagonista del viernes para el público más talludito. Con unos bajos demasiado reverberantes que empañaron ligeramente los sesenta minutos de concierto, la banda tocó una mezcla bastante equilibrada de sus tres discos de estudio, dejando para el final ese himno de la década pasada que es ‘The Funeral’, su tema más épico y coreado por el público. Un buen directo aunque algo falto de sangre. Quizás no era el contexto más adecuado.
Lori Meyers era la apuesta nacional del día para la mayoría de los asistentes, con bien de letras aprendidas al dedillo y mucha dedicación. Sin ser fan de la banda ni nada de eso, la profesionalidad la mantienen sobre el escenario, pero más de uno se quejó del repertorio y la ausencia de algunos de los temas más queridos por el público. Es lo que tienen este tipo de conciertos (como sucedió la semana pasada en Vetusta Morla), que la masa quiere lo que quiere, y el factor sorpresa acaba siendo un elemento anecdótico. A pesar de todo el público fiel disfrutó de lo lindo, mientras el resto que pasábamos por ahí no nos creíamos que Noni se hubiese quitado la camisa a modo punk (no nos lo creíamos por el tema del topicazo).
Aunque el show de The Zombie Kids no era dj set, los dos integrantes pinchaban su propia música enlatada mientras que la única licencia en directo era la voz en algunos temas de su cantante principal. El público enloquecido lo daba todo ante el torrente de electro que acierta de primeras, pero acaba cargando. Quizás es cierto que estamos mayores y es la chavalería la que más disfruta, por lo que creímos que ya era hora de recoger bártulos y partir hacia otras latitudes.
jarto / Tito Manu / foto: Dcode