¿Por qué necesitamos a Madonna de vuelta?
El pop comercial no vive sus mejores momentos, lo que no es nada nuevo. La divas pop (porque divos hay bien pocos) son una panda de borrachas y mamarrachas que se interesan más en enseñar cacha e irse de fiesta que en trabajar duro. Una figura de la talla de Madonna es imposible de encontrar; podremos ver cualidades repartidas entre varias estrellas, pero ninguna las reúne todas. No es menos cierto que la ya cincuentona marcó un hito y surgió en un contexto donde un personaje como ella suponía algo rompedor y novedoso.
Es verdad que Hard Candy, sin ser un mal disco, no estaba a la altura de lo que se le exige a la reina del pop, por lo que no sabemos que esperar de un sucesor que supuestamente se empezaba a fraguar este mismo mes de julio. La pregunta es si podrá patear el culo a la competencia o si quedará como una viejuna que solo importa a los gays treinteañeros. Veamos caso por caso.
Lady Gaga se convirtió hace dos años en la mayor sucesora de Madonna. Nos dejamos engañar por sus hits, sus vestimentas estrafalarias y sus increíbles vídeos. Este año ha lanzado Born This Way y la burbuja se ha desinchado. El disco está bien, pero ni tiene los pelotazos del primero, ni la apuesta visual ha sido tan bien ejecutada y tanta parafernalia nos ha acabado cansando.
Robyn tiene pepinazos a mansalva y es la mejor popstar de la actualidad. El mayor problema es que es popular en círculos reducidos, por lo que nunca podrás bailarla en la verbena de tu pueblo. Esa es la gracia de Madonna: puede sonar en Malasaña o en Chipiona.
Kylie Minogue tuvo su momento Fever pero no supo aprovecharlo y ha vuelto a quedarse en el submundo gayer, asomando la cabeza de vez en cuando en las listas, pero poco más. Sigue teniendo su estatus, pero no esperamos algo que nos deje anonadados. Además, es demasiado maja y a veces también nos gusta que nos manden a la mierda.
Beyoncé ha lanzando un disco muy competente, pero los hits se los ha dejado para otra ocasión. Y tanta balada no es buena si lo que se quiere es reventar las listas. Quizás si tienes sesenta años, pero no con treinta. Eso sí, trabaja como la que más (al igual que Gaga).
Britney Spears era la apadrinada de Madonna, pero está demasiado dispersa para convertirse en su sucesora. Femme Fatale es más grower de lo que parece, pero ni ella tiene actitud y sus altibajos al final suponen un lastre más que otra cosa (por mucho que nos echásemos unas risas con sus antiguas idas de olla). Y cantar en playback no le ayuda a forjarse una buena imagen.
Katy Perry, como ya comentamos, se lo pasa teta, y para un par de bailes engancha, pero ya. No nos llena, aunque puede sonar paradójico hablando de estrellas del pop, no nos conformamos con singles con pegada pero más simples que el funcionamiento de un yo-yo.
Rihanna ha sido la que mejor ha conjugado buen gusto y hits durante los últimos cuatro años. Y además es exótica y guapa. Pero reconozcámoslo, tiene la personalidad de una niña pava de 14 años. Y además, es de las de llega al estudio, suelto un par de gritos y se pira de copas (con Katy Perry en este caso). Vamos, que pasaba por ahí. Y es que ser una diva no se basa solo en cantar de vez en cuando (no muy bien además) y posar como una guarra.
A Ke$ha la metemos porque nos hace gracia lo tirada y borracha que es, pero como Katy, a los diez minutos nos aburrimos. Al menos sabe reírse de ella misma y parece que le importa mucho el que dirán, pero vamos, para ser una diva primero hay que lavarse el pelo.
Por supuesto que hay más, pero indagar en vulgaridades como Miley Cyrus o Fergie no resulta demasiado fructífero. Queremos que Madonna vuelva a lo grande, saque la fusta a relucir y les enseñe quien manda en este sarao.