Reivindicando a… All Saints
Cuántas girl-bands se formaron en los noventa y se autodestruyeron en el nuevo milenio, con las Spice Girls como bandera de un movimiento musical tan caduco como efectivo (y rentable). All Saints formaban parte de todo ese conglomerado de grupos, aunque representaban el lado más elegante, menos estridente y, sí, pijo. Evidentemente no eran tan descacharradamente divertidas como Geri y compañía, pero un descanso entre tanto corsé dorado, chandal morado y purpurina tampoco estaba de más.
Su debut supuso un boom especialmente en Gran Bretaña para un público no tan teenager y que buscaba sofisticación a su vez que buenas melodías. La mezcla de pop con urban y r&b supuso una pequeña revolución (años después, sería el pan de cada día), las cuatro chicas eran muy guapas, cantaban bastante mejor que la media y además tenían mano para la composición. El primer hit lo recordamos todos, ‘Never ever’, aquella balada con un minuto de spoken que en otro caso hubiese sido un suicidio comercial pero aquí funcionó fantásticamente. Ella reivindicaron el ‘Lady Marmalade’ antes de que Christina y P!nk hubiesen nacido si quiera, y la vuelta de tuerca al ‘Under the bridge’ de los Red Hot fue de lo más interesante (efectivamente, se pasaron un poco con tanta versión). ‘I know where is at’ o ‘Bootie call’ también triunfaron como singles adictivos que demostraban la versatilidad temática y vocal de las chicas. Pero es que además el disco seguía contando con canciones muy bien hiladas que no fueron lanzadas comercialmente como ‘Heaven’.
Casi tres años después el pop-electrónico estaba de moda después del éxito de Madonna con su celebrado Ray of Light, por lo que All Saints comenzó a indagar por encima en el prolífico género, sin abandonar sus raíces y fichando precisamente a William Orbit para que arbitrara el segundo álbum del cuarteto. ‘Pure shores’ fue la mejor carta de presentación que pudieron haber presentado: un tema pop con aires chill y atmosféricos y uno de los mejores estribillos del pop de la pasada década. Formaba parte de la banda sonora de La Playa, pero también anticipaba meses antes Saint & Sinners, un disco que a pesar del éxito del mentado tema no cuajó del todo bien. ‘Black coffee’ como primer/segundo single no fue la elección más acertada, a pesar de tratarse de una muy buena canción. Y así el disco fue enlazando algún single más sin demasiado reconocimiento comercial, a pesar de ser un trabajo bastante interesante para la época y el contexto.
Después de este pequeño fiasco se separaron y las hermanas Appleton intentaron ganarse a parte del público de la banda y a cambio se llevaron a casa uno de los mayores fracasos de la historia del pop británico. Como otras bandas coetáneas, el cuarteto volvió a las andadas en 2006 con Studio 1, un disco decente pero publicado en un momento donde este tipo de formaciones noventeras habían pasado más a la historia que… las boy-bands noventeras. No había que ser un lumbrera para anticipar que All Saints lo tenían bastante crudo, y más si las Spice Girls tampoco lo consiguieron del todo (la gira fue un éxito por el elemento nostalgia, pero si no se plantearon disco nuevo sería por algo). Nos conformamos con dos discos bastante conseguidos y una retahíla de singles envidiable. Más de lo que muchos puedan decir.
jarto