Sonorama 2011: crónica sábado y domingo

Shout Out Louds fue la primera propuesta internacional del sábado. Los que ya les hemos visto sabemos que no cuentan con el directo más potente del mundo, y en esta ocasión tampoco es que sorprendiesen. Eso no quiere decir que no disfrutásemos con grandes temas de sus anteriores álbumes como ‘Please, please, please’ o ‘Tonight I have to leave it’, más algunos de su (algo insulso) último álbum, terminando con ‘Impossible’, su tema más laureado. Un show correcto que también se vio afectado por el cambio de hora repentino y sin aviso que nos dejó algo descolocados.

Lo que íbamos a ver esa hora era El Columpio Asesino, por lo que la actitud a la que vas al concierto de los pamplonicas choca con el grupo sueco. Sin saber ni si al final tocarían por los eternos retrasos, por fin aparecieron sobre el escenario y compensaron la agonía de sus fans con un concierto contundente, preciso y con la reconocible tensión implícita en su música flotando en el aire. La división casi milimétrica del setlist entre temas antiguos como ‘Edad legal’ (la primera mitad del directo) y su último trabajo Diamantes (segunda mitad) computaron un directo in crescendo que estalló con ‘Toro’, donde el público se volvió absolutamente loco. Suena a manido, pero sí, la espera mereció la pena. Y mucho.

Ya nos sabemos de memoria como se las gasta El Guincho en vivo, por lo que nadie espera nada nuevo. No por ello su directo pierde fuerza, y si lo unes con un par de copas de más, voilà, la juerga está asegurada. ‘Bombay’, ‘Novias’, ‘FM tan sexy’, ‘Antillas’ o una eterna ‘Kalise’ siguen dando el mismo juego que la primera vez, sin el factor sorpresa, aunque con la misma efervescencia y frescura. A título propio, se echaban de menos las sexys bailarinas de su actuación en el Primavera Sound.

Pensando que Ellos darían el mismo concierto que en el Día de la Música, me equivoqué. Aparte de que el setlist era algo distinto (tocaron ‘Diferentes’: ¡bien!), Guille se mostraba más dicharachero, comentando su tremenda resaca o haciendo continuas bromas (unas más graciosas que otras), actitud que también se plasmaba en la interpretación. Mantener temas como ‘Hasta el final’ (una de sus mejores melodías) y no dejarse en el tintero la mentada ‘Diferentes’ hizo disfrutar al público aunque el sol de las siete amenazase con calcinarnos. Siempre se echaran de menos más clásicos, pero no nos podemos quejar de un directo que encuentra lo que busca.

Fernando Alfaro presentaba su aclamado La Vida Es Extrana y Rara entre un público dominguero algo apagado que en muchos casos no sabía ni de quién se trataba. La torpeza de sus speeches entre canción y canción no se reflejaba en lo que nos importa, su música, una música apacible pero no por ello insulsa. Sonaron ‘Los heroes podridos’, ‘Teléfono de atropellados’ o ‘Un viaje largo, largo’, esta última donde alentó al público a cantar los coros en una comprimida pero efectiva clase de dos minutos, y que, increíblemente, siguieron (seguimos) con bastantes ganas a pesar de cierta reticencia inicial al artista (y después de tres días de festival). Al final nos quedamos con una sonrisa por la sencillez de su propuesta, que acabó calando al más pintado.

The Hidden Cámeras dieron uno de los mejores conciertos del día. Con el frontman Joel Gibb demostrando sus tablas y carisma, el setlist iba entre sus temas más movidos y los más sinfónicos y atmosféricos, destacando su último largo Origin: Orphan, y recuperando temas antiguos (aunque echo de menos la presencia de su debut Smell of Our Own). Con un par de increpaciones hacia el Papa (nos pedía que le escupiésemos), Gibb y compañía convencieron a muchos que ni conocían de su valía aunque la prensa especializada les ningunee. No están en la cresta de la ola, pero tampoco lo necesitan.

Hay quien dice que los directos de La Bien Querida son flojos y sin garra. Yo me enamoré de su trabajo a partir de disfrutarla en el South Pop de hace dos años. En Sonorama ha vuelto a constatar que no me equivocaba de su grandeza y que los temas de nuevo Fiesta están a la altura de sus versiones de estudio añadiendo la delicada, que no anodina, presencia de Ana. Se echan en falta temas más arriesgados como la saeta ‘Monte de piedad’, aunque con la presencia de ‘Noviembre’ o ‘El hemisferio austral’ hay que darse un canto en los dientes. Su primer disco también contó con bastante peso, incluyendo por supuesto su mayor hit, la gran ‘9.6’, aunque cambiando su vertiente electrónica por una más acorde al resto del sonido de la artista, algo que por otra parte no convenció del todo. Un ínfimo ‘pero’ para 45 minutos de glorioso pop.

Teenage Fanclub eran para muchos los cabezas de cartel del festival, y la banda internacional más importante de esta edición. Con más de veinte años de historia y nueve discos a sus espaldas, los de Glasgow miraron la vista atrás pero sin olvidarse de presentar Shadows, último trabajo que demuestran que siguen sonando grandes. De éste último pudimos disfrutar con la emocional ‘When I still have thee’ o el celebrado single ‘Baby Lee’, mientras que clásicos como ‘Sparky’s dream’, ‘It’s all in my mind’ o ‘The concept’ satisficieron a sus fans más antiguos. Incluso sus temas más primerizos como ‘Everything flows’ mostraban mejores maneras que hace dos décadas. Parece que en vez de perder fuelle, Teenage Fanclub siguen en lo más alto aunque continúen con su, para algunos, desfasado estilo. Por suerte, bandas como Yuck comienzan a reivindicar su enorme legado. Factores como éste y directos como el que presenciamos atestiguan que el pop-rock alternartivo de los noventa sigue más en forma que nunca.

Por desgracia me perdí a Amaral, pero el cansancio de cuatro días y los factores ajenos me lo impidieron. Una pena.

jarto / foto: El País

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