El Mercury Prize vuelve por sus antiguos derroteros
Ayer casi a media noche se dio a conocer el ganador del Mercury Prize 2011, más bien ganadora: Pj Harvey por su disco Let England Shake. Para algunos no fue ninguna sorpresa, pero otros no lo tenían tan claro. Hay que tener en cuenta que es la primera vez en la historia de los premios que un artista lo gana dos veces: Pj ya lo ganó en 2001 por Stories from the City, Stories from the Sea. Ya de por sí, este hecho hacía que para algunos fue bastante improbable que ganase, y luego tenemos el leit motiv de este artículo (aparte de la propia noticia).
El otro gran favorito era el omnipresente James Blake y su debut homónimo. Al ser joven, guapo, talentoso y formar parte de una corriente en auge (post-dubstep o whatever), aparte de las portentosas críticas y una popularidad creciente, el imberbe inglés tenía bastante papeletas para llevárselo, y más comprobando que en la última década ha habido bastantes premios que seguían las directrices del mercado. A veces justificadas, como el debut de Franz Ferdinand y Arctic Monkeys, aunque claramente tendenciosas; otras como Klaxons bastante WTF (todo dentro de la corriente post-punk/ new-wave que parecía que nunca iba a acabar). Luego estuvo el caso de Speech Labelle, que ni estaba de moda, ni tampoco es que contase con un álbum merecedor del Mercury Prize. El año pasado con The XX, más que ceñirse al sonido del momento, premiaron al grupo más de moda de la escena independiente (tanto, que superó esas barreras), y sin embargo se lo tenían más que merecido.
Este año parece que, hablando mal, se han pasado absolutamente todo por el forro: modas, artistas ya ganadores, rostros jóvenes etc. Pj Harvey ya es cuarentona (pero sigue preciosa), no ha lanzando un disco ni especialmente exitoso ni que siga la corriente actual y es la primera artista que lo gana dos veces. Además, se trata de un álbum que retrata, a veces con bastante dureza, una nación que sin ser Estados Unidos tampoco es que destaque por su sobriedad patriótica (y la corona). Aunque muchos lo veían claro, había muchas variables en su contra, pero esta vez el jurado ha mostrado la suficiente independencia y buen gusto para no tenerlos en cuenta. Volvemos a creer en los premios, al menos un poquito. Enhorabuena por Pj por un galardón que, más que por el disco, se puede considerar un homenaje a una carrera casi perfecta que veinte años después sigue en lo más alto.
jarto