Slow Club – Paradise
El eterno formato dúo chico – chica es ya parte innegable del culto pop, una batalla de voces, coros e instrumentos que han desembocado en una formula recalcitrantemente manida. No obstante, cada año surgen formaciones que quiere reivindicarla, por su efectividad tal vez. Charles Watson y Rebecca Taylor conforman esta entrañable pareja inglesa procedente de Sherffield, defendiendo un segundo trabajo, bajo una larga ola de hype y éxito en su país natal, reforzada en su vertiente estadounidense, gracias al soporte de medios como Stereogum.
Paradise se planteaba como una difícil labor para el dúo. Su primer LP, Yeah, So? apuntaba buenas maneras, mezclando indie pop con efervescencias en guitarras, folk acústico y sensibilidad hacia el americana, pero pecaba de originalidad en la forma, sonaba curioso, sin levitar, interesante y sin brillo. Paradise no representa una revolución en cuanto a sus cimientos musicales y, sin trangredir su identidad, han logrado lo que un servidor no pensó que conseguirían: refrescar su planteamiento, abrir nuevos frentes (claramente reforzados por su experiencia en una larga gira por las islas) y porque no decirlo, mejorar su alegato en cuanto a solidez.
En este álbum, podemos perfilar flujos de intensidad, emoción en unas composiciones que rezuman candidez, cuidado y haber sido horneados con autentico amor. Comienza con ‘Two Cousins’, demostrando que ahora disponen de mayor presupuesto, órgano eclesial solemne, violín desgarrado, coros aniñados y pese a los recursos facilones, la voz de Rebecca barre el tema entre loops y explota en todo su potencial. Varios tramos (‘Never Look Back’, ‘Gold Mountain’) son claramente continuistas, embebidos ahora en una atmósfera más melódica a la par que sucia, un folk pop menos inmediato y más sentido.
No han olvidado tampoco sus composiciones acústicas y ahora, se deja entrever su influencia a PJ Harvey, esa magnífica ‘Hackney Marsh’ rematada a base de saxofón. Sin embargo, el gran acierto de esta gran aventura son sus efluvios viscerales de rock, temas como ‘If We’re Still Alive’, ‘Where I’m Waking’, ‘Beginners’ o ‘The Dog’, recordando instrumentalmente a unos primeros Ra Ra Riot sumergidos en la piscina de una luminosa St. Vincent, emergiendo de un pozo pop inagotable, cautivador y adherente. El álbum se cierra con ‘Horses Jumping’, donde apuestan por el art pop, con violines que crecen y se desgarran, con ecos a The Swell Season, que cuando crees que va a terminar, rugen las guitarras para rematar una velada brillante y cercana, infecciosamente pop y revitalizante.
Puntuación: 8.2/10 | Escúchalo: Spotify
Tito Manu