Miércoles 23 en el Primavera Club en Madrid
Aunque el Primavera empezó ya el martes (¡6 días de festival!) empezamos a calentar motores con la Red Bull Music Academy, que como sabéis, se solapan desesperadamente en esta semana trepidante de ofertas culturales en Madrid.
La jornada del miércoles se presentaba tranquila con ofertas ligadas al pop y con casi todas las propuestas de carácter doméstico. Por cuestiones logísticas o básicamente por cuestiones de popularidad, los grupos españoles siempre se ven relegados a primera hora de la tarde.
La primera propuesta musical corría a cargo de los madrileños Calimä en la sala Siroco quienes han hecho varias apariciones en el escenario como teloneros de Emeralds, un dato importante a la hora de elegirlos para comprobar su propuesta musical. La puesta en escena poseía unas cuantas buenas ideas para materializarse en un escenario íntimo como era el caso, aunque suponía cierta incomodidad. Una sábana blanca (Sigur Rós también comenzarían así) se situaba delante de los música y sobre la que se proyectaban imágenes de estética psicodélica y en la que pude adivinar la figura de Carl Sagan. Sobre estas proyecciones también se intuían las sombras de los músicos un tanto aumentadas de tamaño. La idea era buena pero resultaba un poco incómodo para el espectador. Dejando atrás este detalle, Calimä se marco el mejor concierto del miércoles. Sus influencias surgen de la escuela post-Animal Collective a base de reberberaciones, ecos vocales, cierto tropicalismo y baterias electrónicas enlatadas sacadas de tiempos pretéritos. Todo esto podría sonar a consabido compendio electrónico y copia pretenciosa, sin embargo Calimä muestra una paleta de sonidos bastante enriquecida y bien ejecutada. Hacia mucho tiempo que no escuchaba una atmósfera y unos sonidos electrónicos tan bien conseguidos que me hizo pensar en que la mejor música electrónica se realizó en los 90 gracias al ambient y el chill out. Un auténtico baño de sensaciones para un grupo al que le seguiré la pista de cerca.
Seguidamente, dejé atrás a los también españoles Furguson y Aliment (he ahí mi contradición) para ver a los americanos Spectrals a la sala Joy Eslava. Con solo un disco bajo el brazo ha convencido a la modernidad más clásica con sus temas de simple pop, tan efectivo como siempre. Según su perfil hace italian pop, no se sabemos muy bien por qué, el caso es que Spectrals se suben al carro de producciones de pop cristalino, americana, a medio tempo o más rítmico, primo hermano de Real Estate o Girls. El ambiente en la sala se hizo agradable y cómodo, tanto que su cantante tenía que pedir que bailásemos un poquito más. Un concierto corto para el único disco de la banda, más una promesa de volver a Madrid terminó con la segunda propuesta de la jornada.
Tras una larga pausa, acudía a la Joy Eslava un viejuno de larga barba blanca y aspecto desaliñado. Se trataba de R. Stevie Moore, un prolífico artista americado responsable de decenas de CD-r, casetes y videos casero. Nada de esto sabía así que acudí virginal al factor sorpresa que la noche me deparara. R. Stevie Moore es de Nashville, cuna del country, y eso se nota, además de estar un poco chiflado. Su directo fue un paseo, ‘just entertaiment’ o puro entretenimiento como lo definió mientras tocaba vestido de pijama o una especie de camisón con estampados retro, como si estuviera en su propia casa. Tras temas eminentemente pop con alta dosis de country como Ironic, el sexagenario se quedó solo en el escenario y pratagonizó una improvisación a la guitarra eléctrica entre irrisoria y de gran genio. Tras este show, la banda se incorporó para redondear un concierto atípico, lleno de tumbos pero buen pop-country y lo-fi del de siempre.
Cicuéndez