Viernes 25 del Primavera Club de Madrid
Prácticamente en el ecuador del festival, 3 salas más son las que se unían al extenso festival y hacia más dificil optar por los grupos que debíamos elegir. El grueso de los grupos empezaban a aparecer y la exitación por momentos por ver a los más posible sin perdernos demasiado… Sin embargo no fue todo lo bueno que podíamos esperar…
Gem club fue fruto de una de las cancelaciones de último momento y la verdad es que desde que lo descubrimos para radar, un servidor se ha sentido capturado por su pop articulado en instrumentacion sencilla. Lo suyo son paisajes post rock simplistas fundamentados en relieves orquestales que son coloreados por pinceles delicados que podrían proceder de la misma Islandia. Coqueteos a unos Múm menos electrónicos, confabulados en la épica de sus coetáneos como Halves, sus composiciones se derriten en los oidos por medio de melodías emotivas, sentidas e íntimas que conectaron con el aforo reducido que acudió al primerizo concierto. Un teclado y sintetizador, junto a un violonchelo forman el tejido orgánico desde las que son lanzadas las voces de los dos vocalistas, chico y chica, que levitaban en la atmosférica, y que nos envolvían de nostalgia. Un bombón cercano que cumplió con todas sus promesas.
Tras la quietud de Gem Club, Pure X era uno de los regalitos que deseabamos destapar. Tan solo un disco y múltiples Eps desde 2010, la banda americana redondean un año brillante en su corta historia. El trio de Austin se subió el escenario llenando de bajos el teatro Joy Eslava y acompañandolos de suaves ritmos encadenados de batería que hacían que la atmósfera fuera cautivadora y con un punto tenso interesante. Paz rota por la voz apasionada, rasgada y algo ezquizofrénica de su cantante quien hacía alarde de una pasión inusitada y quien nos hacía dirigir todas las miradas y los oídos a su larga cabellera. El disco, como ya comentamos, saca nota, y su directo, aunque menos lo-fi y más post-rock, y menos rico, convence como una de las bandas del momento. Atención al detalle, aparente sencillez y un talento basado en un sonido que, aunque nos parezca ya oido, ellos lo hacen diferente.
High Places son el producto cool desde hace tiempo. Con 3 discos en el mercado nunca han defraudado a sus fieles a pesar de sufrir cambios en su sonido. New Privitism y una forma de entender el indie, entre el artefacto pop, la electrónica a base de construir canciones por el amor a lo primitivo, la percusión y una mirada puesta a lo kitsch y los efectos del hazlotúmismo en la filosofía de los temas. Un producto único y unos de los mejor directos del día. Presentaban Original Colours, un disco sustentado en bases bailables, la protoelectrónica y efectos de la naturaleza que sonó de maravilla gracias a la sonoridad que ofrece la Sala Siroco.
Sleep ∞ Over eran otro plato fuerte del día. Plato fuerte si entendemos como tal el directo de una banda primeriza, con un par de Eps en el mercado pero con un sonido digno de unos músicos más maduros. Sin embargo, más que músicos, Sleep ∞ Over son creadores de ambientes. Afincados en Hippos in Tanks, su sonido son la mezcla de las etiquetas de la temporada: lo-fi. new age y shoageazer. Vinieron a Madrid por primera vez a presentar Forever una oda a lo etéreo y a las atmósferas bien armonizadas. Los sonidos ochenteros se mezclaban entre la dulce voz de Sarah Brown atabidada con unos imposibles leggins de estampado amarillo salvaje. Una oportunidad para introcirnos en su mundo y experimentar la quietud pop en estado puro.
Seguidamente acudimos al Circulo de Bellas Artes para presenciar lo que sería una noche más que prometedora: los directos seguidos de Gary War y John Maus, unos de los personajes claves del indie rock en clave lo-fi y algo excéntrico del momento. Sin embargo nos topamos con un Gary War tocando la guitarra eléctrica sin micrófono, su música enlatada sonaba más enlatada de lo normal, una voz al micrófono más cacofónica de lo normal, y unos movimientos de cabeza que hacía que su largo cabello cubriera su rostro, probablemente pasado de rosca. En fin, segundo asalto para John Maus, y la cosa fue de mal en peor. Sin nada en el escenario salvo su presencia y su falta de vergüenza, se dedicó a poner el play de su laureado We Must Become the Pitiless Censors of Ourselves y a chillar cual boxeador furioso en un cuadrilatero sin gracia ninguna. Copas llenas y hasta hamburguesas voladoras impactaron en su cuerpo sin conseguir el objetivo que todos buscábamos: que el canalla de John parara de una vez. Como no lo hizo, nos obligó a huir de la sala y no alargar más nuestra agonía. Decepción es poco.
Hyetal fue la siguiente parada. IDM, sonidos rotos de club y una mezcla inteligente de ritmos breaks de diversas procedencias, ¿quien dijo dubstep? Una propuesta diferente dentro de la escena electrónica, donde uno no podía procesar la cantidad de influencias breaks del artista sino que solo podia compartir el gusto de bailar al ritmo de la propuesta más electrónica del festival. Un hueco de Sónar en el Primavera Club. Un directo correcto, atmosférico de electrónica light y un ejemplo de la buena hornada de artistas jóvenes electrónicos británicos de la temporada.
Finalmente y agotados dedicamos nuestros últimos minutos a Com Truise. Un artista de temporada que ha aprovechado la corriente de las nuevas tendencias muy bien: una mezcla bautizada por Ford & Lopatin de new wave, electro con una concepción lo-fi y de rave y con una imagen que le respalda basada en imágenes de los 80. Su directo, a las 4 de la mañana, prometía ser la guinda fiestera al pastel de todo el día. Sin embargo, su directo fue descafeinado e insulso. Selh Haley a los platos y el bombo electrónico convertido aquí en batería hicieron desmerecer el directo, y que, otra vez, dejamos a medias…
Cicuéndez, Tito Manu y Yeray Dorta