Sábado 26 en el Primavera Club de Madrid

Otro día más, otra tanda de directos por delante y cada vez con las fuerzas más tocadas. Pero cómo no, las bandas que se avecinaban merecían la pena el esfuerzo de continuar con una semana más activa de lo normal.

El sábado empezó nada más caer el sol. A las 19 horas ya estaban los españoles Capitán preparados en la Sala San Miguel. Capitán, proyecto paralelo de Extraperlo, se plantea bajo una aureola de cotidianeidad de la escena patria. Y es que su propuesta dista de capturar precisamente por ese rumor a conocido que desconcierta a la par que será una figura a tener cuenta en el futuro año. Articulados en un poderoso sintetizador, sus melodías fructuaban en el terreno de unos Love of lesbian que nadan en la piscina de Manos de Topo mientras Los Punsetes suenan en un amplificador nada distorsionado. Se muestran encantadores, sus composiciones son deudoras de la.flamante ‘escena’ rock gallega y coquetean con los lenguajes lo-fi más antropomórficos, pero el compendio de ingredientes termina por ser una afirmación con reiticencias. Habrá que esperar a que ultimen su identidad en su debut para ver como resulta el prometedor potage.

St Vincent era el auténtico cabeza de cartel de todo el festival. Una artista de su talla bien podría valer un concierto en solitario (tanto o más que Fleet Foxes, por ejemplo) pero afortunadamente formaba parte del cartel junto a los demás artistas. Nuevo disco en el mercado y nuevo éxito de crítica y público con el mérito de que ella misma se lo guisa y ella misma se lo come. Una super woman que en el escenario derrocha belleza y talento a partes iguales. Venía a Madrid a presentar Strange Mercy una banda sonora rockera y llena de buen gusto. Su directo no defraudó, su peculiar sonido sacado de la guitarra eléctrica para este disco sonó cautivadora y ella se notaba que estaba encantada de estar entre nosotros. Sonaron los temas Chloe in the Afternoon, Surgeon, Strange Mercy, Save Me From What I Want de 2009, un cover de The Pop Group que en ese momento estaba tocando en otra sala y por supuesto Cruel. Nosotros encantados y ella también, asi que no podemos sino decir que fue un concierto redondo, a pesar de no tocar Marrow

Raudos y veloces acudimos a ver a Puro Instinct, ese proyecto de 2 hermanas menores de edad que con solo un disco y la protección de Ariel Pink han conseguido merecidamente colarse en la lista del festival. Las hermanas Kaplan se situan en esa escena incierta entre el dream-pop, la psicoledia y los sintes ochenteros que cautivan nuestros oidos por lo pausado y suave de unas melodías de cojines y tardes de domingo. Ellas, rubias, la una más desaliñada, la otra más repeinada y provocativa. Piper o Skylar, no sé cuál de ellas, era la que llevaba la voz cantante, la que enseñaba escote y la que mostrata una actitud tipicamente adolescente de una alegre comodidad en el escenario, como de haberse saltado las clases para acudir a tocar en directo. Sonaron Stilyagi, Silvers of You de su anterior nombre Pearl Harbor que formaron parte del agradable paseo pop de su disco Headbangers in Ecstasy. Un directo tranquilo y apetecible, un remanso de paz y una Kaplan participativa en el público.

Seguidamente se subieron al escenario de la sala Siroco Unknown Mortal Orchestra, uno de los grupos imprescincibles de este 2011. Con solo un disco homónimo nos ha enganchado sobremanera gracias a sus fases funk infecciosamente pegadizas, su tratamiento lo-fi y sus influencias de los 60 y del surf. Melodías que no te puedes quitar de la cabeza y un ritmo acentuado son las señas de identidad de estos neozelandeses que han lanzado uno de los discos más atrayentes del año. El directo fue muy bueno gracias a la inmejorable acústica de la sala y del alarde de improvisación que hicieron en algunos temas como Little Blu House doblando en tiempo su duración, con la que empezaron el concierto. Sonó practicamente todo el disco e hizo las delicias de los asistentes, para qué explicar más.

Shabazz Palaces comenzaban el sábado en El Circulo de Bellas Artes para plantearnos su visión del hip-hop, únicos en su estilo en todo el festival. La acústica del Círculo dejaba mucho que desear y desmerecía los conciertos aunque Shabazz Palaces supieron hacerse con el público gracias a sus coreografías programadas, sus gafas de sol, sus pintillas y su hip-hop altamente bailable. Rap del futuro, nuevos en el sello Sup Pop pero que bien podrían haber sido contratamos por Warp Records o Stone Throw Records.

Estamos curiosos por ver a EMA, mimada en Pitchfork y dotada de una actitud indie-rock con voces cercanas al r’n’b comercial que podía ser interesante frente al escenario. Sin embargo, Robyn, digo EMA, subió con flequillo rubio-teñido y mucho brilli-brilli destilando una actitud demasiado sobrada. Su disco, mucho más electrónico y experimental se convirtió en una versión rockera un tanto aburrida, pesada y fuera de la filosofía del festival. Su exceso de actitud nos cansó, su madera de diva no nos la creimos y su pasión rockera dista mucho de lo rockera que ya le gustaría ser. Más le hubiese valido acercarnos más a su notable álbum de debut que no mostrarnos el papel que nos hizo hacer creer.

Que la veda compositiva que abrió el witch house está en sus últimos días, es materia de intensa discusión. Muchos somos los que seguimos procesándole amor y defendemos que está evolucionando, igual que estamos viendo con el cacareado post dubstep. Holy Other fraccionó su espíritu fantasmagorico y ambiental para extender su otra mitad en pantanos de IDM intimistas que evocan a la pista de baile. Su electrónica colisiona con los sentidos, pestañea los frentes de Balam Acab y se replantea  la química entre espectador y artista. Él quiere atizarte en la médula espinal y que te agites de satisfacción. Nunca miró al público el de Manchester, atabiado con un velo negro, pero si hubiese abierto la vista habría visto las caras de asombro de su aforo, un aforo estupefacto de que este witch house sucio, distorsionado, mutante y sinuoso fuese tan adictivo. Con Holy Other sigue habiendo esperanza de vida. Y nos queda mucha casa fantasma por descubrir

Cicuéndez y Tito Manu

Fotografía: Yeray Dorta

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