Rustie – Glass Swords

Independientemente de que las escuderías bass music y dubstep están adquiriendo mucha fuerza, que ocupan cientos de tablones, que la blogosfera los quiere como sus hijos preferidos, el glitch hop está tomando cada vez más presencia. Más lenta, más moderada y con mayor paciencia, lo cual le está aportando de un enriquecimiento más brillante y de calidad. Su vigor fue puesto en la escena con Hudson Mohawke, el que muchos profetizaron como el próximo Timbaland, hecho que finalmente nunca ocurrió. Luego, apareció Star Slinger, que todo apuntaba a lo mismo, pariendo remixes para artistas conocidos y llego a actuar en festivales limítrofes como el FIB 2011 y no ocurrió. ¿Quizás sea debido al hecho de que empastar estos sonidos en aventuras R&B no resulte tan sencillo a priori? ¿Un aplomo disperso y mutante?

Rustie es el nuevo cabeza de este 2011 y quizás, su debut haya surgido en el mejor momento posible, cuando ya se está cimentando la escena, es descaradamente joven y su popularidad ha sido progresiva, con una imagen de timidez que tanto es apreciada por encumbrar a un artista electrónico (bien lo sabe Joy O aka Joy Orbison). Sin embargo, el ruido en electrónica siempre justifica los medios, los impulsos de abanderar traen bajo el brazo piezas de calibre delicioso, embebidas en fibras de rabia inmediata.  Y el debut de Rustie es el trabajo más permeable de esta generación electrónica.

Glass Swords se caracteriza por recoger el testimonio de glitch hop en su versión de directo, añadiendo capas finas de house sinuoso y fibras de dubstep mainstream lisérgico. Sus efluvios son mucho más arriesgados ya que ponderan el resultado a favor del concepto disco, lo que refleja la genialidad en el álbum. No se machacan las influencias, no se quema en caspa hortera, no se fagocita urban electrificado, no quema los beats. Rustie quiere que el oyente vuele, se desplace peldaño a peldaño en sus trazas, que fluya en el enramado. Es claramente pretencioso, pero el resultado es tal que las ambiciones. ‘Glass Swords’ actúa de introducción al lenguaje, con coros en loops, pildorazos de sintetizadores, con esos sonidos de fusión étnica cuidados, para mostar ‘Flash Back’ y ‘Surph’ con sombra Mohawke. Aparece ‘Hover Traps’, un tema por el que Calvin Harris hubiese matado, deglutiendo el glitch en house marcadamente ochentoso. Pasamos a beats más gruesos, ‘City Star’, entrecruzando Tyler, The Creator con Flying Lotus y todo se suaviza, en 8bits, texturas dubstep horteras de videojuegos, flujos vitaminados atmosféricos, están llegando ‘Globes’, ‘Ultra Thizz’ y ‘Death Mountain’. Desde ese momento, cuando te ha adoctrinado en su universo sinuoso, se produce la transmutación. ‘Cry Flames’, ‘Ice Tunnels’ o ‘Crystal Echo’ te han derretido y te dejan la sensación de haber sido violado, de que la línea entre Maria Minerva y Major Lazer, es tan débil como un pantallazo de un videojuego de ataques epilépticos.

Rustie es talento, señores. Talento.

Puntuación: 8.7 | Escúchalo: Spotify

Tito Manu

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