Lana del Rey – Born to Die
El día ha llegado. El redebut de Elisabeth Grant, más conocida como Lana del Rey, acaba de aterrizar con una doble estela de alabanzas y destrucción como hace mucho que no se recordaba. Que si es auténtica, que si es comercial, que si es indie, que si vaya mierda de directo, que si sus labios son de goma, que si es la última venida de Jesucristo. Puñaladas y pétalos a tutiplén. Lo que cuesta olvidarse de la parafernalia que ciertos artistas generan, ¿verdad? Llega el momento de enfrentarte a lo que verdaderamente importa, su trabajo, y es harto complicado preservar una actitud desprovista de meses y meses de noticias y opiniones de lo más eclécticas. Por suerte el que suscribe ha intentado mantener la compostura ante tal nivel de radicalidad, como se intentó plasmar en este post. Pros y contras, como casi todo en esta vida. Y Born to Die lo cumple.
Aunque la mayoría de canciones se han ido filtrando durante las últimas semanas, empecemos por el primer cuarteto, que está formado por los cortes ya publicados de una manera legal. Qué decir de Video games, uno de los hits del pasado año: sigue resultando tan majestuoso y bonito (sí, bonito) como antaño. ¿Quién se puede olvidar de ese aire cinematográfico tan 60’s? Blue jeans, aunque sin la pegada comercial de su hermana mayor, se presenta tan enorme, sensual y emotiva como ésta, como si Chris Issak hubiese renacido en forma de mujer. Ambas canciones ya demostraron en 2011 el buen gusto sonoro de la chica (o de su equipo); y es que los arreglos son una maravilla, algo de lo que también hacen gala el resto de temas, aunque a veces pequen del síndrome del calzador (hay que alardear de producción cara). El tema homónimo toma influencias de los orígenes del trip-hop que se dan la mano con una preciosa melodía y frases tan icónicas como ‘déjame besarte bajo una lluvia torrencial’. En Off to the races relega el aura de glamour romántico para revolcarse en cierta sordidez, demostrando además un registro vocal entre el descaro y la ‘niña tonta’. Porque aunque no destaque por una gran potencia vocal, en un solo disco ha demostrado una versatilidad que ya le gustaría a muchas gritonas.
Otro cambio de registro es el rap-pop de aire noventero National Anthem, un caramelo placenteramente pegajoso, con estribillo cheerleader incluido, que alguno desechará por clichés líricos como ‘el dinero es el himno del éxito’. Efectivamente, las referencias a la Norteamérica más decadentemente tradicional, los sueños perdidos, el Hollywood melancólico o el recuerdo de las viejas glorias de la nación son constantes y se ven también reflejadas en su estética (esos labios nunca fueron gratuitos), aunque en ciertos pasajes se deje llevar por los lugares comunes más trillados que uno pueda imaginar. Lo mejor y lo peor es que dependiendo del contexto musical pueden sonar a gloria o descaradamente ridículos. Sí, al final parece que hay paralelismos entre los radicalismos populares y determinados elementos de su obra.
Tal conclusión también se puede tomar al comparar la primera y segunda mitad de Born to Die. El descenso del carácter catchy en la segunda es considerable. ¿Nos encontramos ante una popstar del montón? ¿Cuatro singles maravillosos y el resto mediocre? Tampoco, pero se acerca. El talante satinado y glamuroso no es capaz de salvar todos los números, como en Dark paradise, que suena a remedo de los cortes ya escuchados. Cierta sensación de deja vu fallido invade esta sección, como también sucede en Carmen y su halo noir, o el intento de Gilda en Million dollar man. Canciones que tampoco molestan, pero que desinflan el hype. Radio roza la ñoñería diabética, y sin embargo es una pieza bastante sólida que sobresale entre sus compañeras aledañas gracias a un concepto melódico brillantemente hilado. El tópico del final del amor de verano de Summertime sadness se ve favorecido entre los sutiles arreglos hip-hop y la desesperación lírica e interpretativa, mucho más honesta y convincente que en otros temas.
¿Quién tiene razón? ¿Súbditos o enemigos? Una cuchadarita para unos, una cucharadita para otros. El disco como conjunto planea entre el aburrimiento engalonado y la brillantez y emotividad pop, pero la balanza acaba inclinándose hacia la categoría de trabajo notable (de acuerdo, una cucharadita más para los súbditos). ¿Hay futuro para Lana? Imagen y ambientación tienen fecha de caducidad, por lo que o el siguiente álbum es redondo o adiós muy buenas. El público es cruel, y los talifans son volubles, aún se desconoce la reacción del público comercial (tampoco hablamos de un producto como Adele) y gran parte de los indies se la tienen jurada. Olvidándonos de reacciones sociales varias, Born to Die se presenta como un disco con carencias pero perfectamente disfrutable, que puede presumir de pasajes realmente majestuosos. ¿Born to die? Por ahora no le ha llegado la hora. En un par de años ya se verá.
Puntuación: 7/10 | Escúchalo: Spotify
jarto