I will always love you, Whitney

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Otro icono del pop que se nos va. Ayer sábado fue encontrado el cuerpo sin vida de Whitney Houston en un hotel de Beberly Hills, sin aparentes signos de violencia o presencia de drogas, aunque por ahora se desconocen las causas del fallecimiento (la teoría es el ahogamiento). Todo esto horas antes de la celebración de los Grammy, por lo que es de esperar buenas dosis de drama en la gala. Y es que el mundo del pop está perdiendo grandes figuras a velocidades de vértigo y en edades muy tempranas. Porque aunque Whitney llevaba casi una década en una situación delicada, tampoco pensamos que tenía las horas contadas, y más después del resurgimiento en 2010, que aunque no fue todo pleno, se la podía ver mucho mejor que años atrás.

De Amy a Michael, y ahora Whitney, estas muertes prematuras suelen llevar detrás una presión mediática de infarto, para a continuación dejar en el olvido a estos personajes en los momentos más delicados. Hay estrellas fuertes como Madonna que a pesar de la losa de la fama saben como mantenerse en sus cabales, pero no todos cuentan con la voluntad de no dejarse llevar por el tsunami de excesos que puede acarrear este tipo de vida. Whitney era uno de estos casos, que sumado con un marido maltratador tanto física como psicológicamente, y la imposibilidad de dejarle, marcó tanto sus años de gloria artística como de decadencia vital.

Relegando a un lado su vida personal, lo que echaremos de menos es la faceta musical de una artista que marcó e incluso creó varios conceptos mainstream en la época dorada del mismo, entre los que destaca la baladista de nueva generación, recuperando para los ochenta la esencia de grandes figuras como Aretha y recubriéndolo con un jugoso envoltorio pop. La grandilocuencia era la marca de la casa, pero mientras otras súbditas como Mariah y Celine se dejaban llevar por los gritos y una actitud glamurosa de mercadillo, Whitney convencía de manera honesta y cero impostada. Era una diva de los pies a la cabeza, y no tenía que forzar la maquinaria para constatarlo.

Es verdad que tanta balada empachaba, y sin embargo los números uno caían como rosquillas (lo que es un logro). Los números más bailables también tenían su hueco en su discografía, pudiendo proclamarse igual de diva o más que en su lado romántico. El nivel de los álbumes no siempre estaba a la altura, pero dos o tres grandes obras no se las quita nadie (Whitney, Whitney Houston y puede que My Love Is Your Love), que hasta el más gafapasta del lugar puede disfrutar o al menos respetar si se quita el armazón de los prejuicios. Y aunque sabemos que últimamente no iba a remontar (I Look to You no era gran cosa), siempre la tendremos en cuenta como gran intérprete que a pesar de no escribir un diagrama en toda su carrera, contaba con la suficiente actitud para hacer suyas todas las composiciones. Como las grandes estrellas del soul de los sesenta.

jarto

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