La academia pasa de la música… y del indie aún más
La presencia de la música indie en bandas sonoras de películas es un recurso que cada vez se utiliza cada vez más y más y no sólo en productos de estilo Sundance. Hollywood es lista, y si hay algo de lo que pueda sacar tajada no hay duda que no desperdiciará la más mínima oportunidad; y es que cada vez hay más público interesado en esta corriente (por denominarla de alguna manera del todo simplificada). Sin embargo, nos guste o no, la meca del cine sigue en parte bailándole el agua a una academia que salvo excepciones no destaca por arriesgar. Y lo que podemos contemplar en las nominaciones y premios más reconocidos también es el pan de cada día en las categorías musicales, especialmente en la de mejor canción original, que es donde más variedad de artistas puede haber. Los scores suelen contar con un perfil más clásico, aunque a veces dan la campanada (Giorgio Moroder y su triunfo electrónico con El Expreso de Medianoche en 1979 o el año pasado con Reznor y Ross por La Red Social).
Centrándonos en canción original, este año contaban con varias candidatas que escapaban de la tónica general de baladas ñoñas o similares. The National, Jonsi y She & Him contaban con representantes más que notables que finalmente han sido ninguneadas. Pero claro, al comprobar que sólo había dos nominadas a mejor canción, era poco probable que hubiese presencia indie. Todo resulta extremadamente triste por dos razones: una, a la academia le importa un pito la música; y dos, y menos le importarán artistas que ‘sólo los conozcan en su casa a la hora de comer’.
Aunque los miembros son figuras arcaicas del Hollywood más conservador, resulta paradójico como han dado cancha al cine medianamente indie (de manual) en los últimos años (Juno, Pequeña Miss Sunshine), pero en el apartado musical no se hayan aplicado más el cuento. No hablamos de un ejercicio experimental de Xiu Xiu, sino de artistas de corte indie con canciones muy escuchables incluso para el gran público pero que para la academia no llegan al mínimo de calidad exigibles. ¿Quizás el apartado musical debería llevarlo un perfil de académico distinto? Hasta una institución tan arcaica como los Grammy ha vivido una mínima renovación que les ha llevado a aupar artistas que hace años ni en sueños hubiesen captado su atención. Y aunque se trate de categorías menores, deberían mimarlas como al resto (aunque tal renovación también vendría de perlas en la mayoría de apartados). Quizás las críticas de este año ante dos únicas nominadas y la ausencia de actuaciones de las mismas durante la gala les haga abrir los ojos y evolucionar en futuras ediciones. O no. Al final son premios, y no hay que darles la importancia de la que tienen. Eso sí, nos alegramos por el premio a Bret Mckenzie, que ya demostraba su talento capítulo tras capítulo en Flight of the Conchords.
jarto