La locura de los buzz singles
Hay quien cree que toda la parafernalia comercial que rodea cualquier lanzamiento discográfico (con un contrato decente detrás) es pura mierda que no aporta nada a la música o que incluso desvirtúa el concepto del álbum (como la negativa de Radiohead de editar singles para Kid A). La realidad es que la promoción cumple un papel importante en la industria, en ciertos casos casi imprescindible, por lo que sorprende que en los últimos tiempos la reglas no escritas de este proceso se estén yendo al garete. En ciertos casos no viene mal saltárselas, pero en otros la promoción acaba siendo una auténtica chapuza. Efectivamente, hablamos de los tan traídos y llevados buzz singles, que últimamente marean tanto a público como a medios.
Los primeros se enganchan a un supuesto primer single para que a las dos semanas, ¡sorpresa!, no vuelvas a saber nada más de él. Y es que en la mayoría de los casos la naturaleza de los buzz singles es la de tapar un futuro fracaso; futuro poque tampoco suelen dejar tiempo para que la canción triunfe (triunfar al minuto es tentador, pero la vida no es así, y menos el mercado musical). Hay situaciones donde quizás sea lo más necesario, pero buena parte de las veces genera un caos que no beneficia en nada el trabajo del artista: el público no se engancha y pierde interés ante tanta confusión. Para los medios tampoco ayuda, ya que ni confirman ni desmienten si se trata del single oficial o de un buzz single, por lo que al final no se sabe muy bien que informar y lo mejor es callarse, al menos hasta que se pronuncien.
Los casos más extremos son los que incluso está acompañados por un vídeo, que quieras que no es una importante inversión que acaba en saco roto. Ahí tenemos el epiléptico clip de Stupid hoe de Nicki Minaj, que pasó desapercibido y que derivó en un single oficial más pegadizo y a su vez anodino (Starships). Los indies tampoco se escapan, como ha sucedido últimamente con Sleigh Bells, Miike Snow o Santigold (el primero con portada oficial, los otros dos con vídeos). Una de las mayores chapuzas del reino es la de Marina & The Diamonds, que lleva meses de promoción, grabando vídeos y adelantando y regalando temas de Electra Heart, para que, salvo que ocurra un milagro, se lo vaya a comer con patatas. Además, el concepto buzz no suele diferenciarse de un single normal, porque que me expliquen a mí la diferencia entre estos y el tsunami de singles de 4 de Beyoncé. Vamos, muy nominal todo.
En la España mainstream poco nos afectan estas nuevas estrategias empresariales, porque si no pinchan todos los singles oficiales, ¿qué esperar de los buzz? En realidad aquí lo que tenemos es todo lo contrario: extender los singles hasta acabar con la paciencia de más de uno. Ambas opciones tienen su lado positivo, pero los contras son importantes, demostrando la torpeza de ciertas discográficas que se ciegan ante las bajas ventas actuales y se agarran a cualquier clavo ardiendo.
jarto