Love to love you, Donna

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Como ya todos sabéis, ayer falleció Donna Summer a los 63 años por un cáncer que ella se empeñó a salvaguardar en su intimidad. Tanto es así que nos ha pillado por sorpresa, y el mundo de la música, da igual el ámbito, está conmocionado por la desaparición de una figura legendaria que marcó la música pop en general y el dance en particular.

Aunque fuese (y es) considerada la reina de la música disco, un género tan caduco como disfrutable, el dance e incluso parte de la electrónica le debe un riñón, gracia a la enorme y orgasmática I feel love. En realidad se lo debemos a Giorgio Moroder, pero que hubiese sido de él sin la voz y personalidad que reventaba las pistas de baile en los setenta. Porque Donna era la perfecta marioneta, en el mejor de los sentidos (aunque participaba en parte de las composiciones). Y tal himno no habría sido el mismo sin una interpretación cuasi experimental acorde con un envoltorio sonoro absolutamente innovador. Y aunque después de este tema el disco siguió triunfando (Bad Girls es posterior) simbolizó la primera puñalada al género. Algunos dirán que hasta la propia cantante firmó su sentencia de muerte. Este hito supuso la evolución natural de un género a otro, y lo que normalmente se produciría gracias a un artista o grupo, o como mucho un álbum, en este caso algo más de siete minutos sirvieron para cambiar el rumbo de la música comercial.

Por supuesto hay más aportaciones de la cantante, especialmente la aparición de una figura que marcaría un antes y un después en lo que estrellas del pop se refiere. Las divas eran fundamentalmente del soul o quizás del pop melódico, pero había un nuevo pop que necesitaba alguien como Donna. Sin ser especialmente bella, sí que exudaba sexo por todos sus poros, especialmente en sus temas más sensuales; tomaba la potencia vocal de Arethas y similar y la integraba en un género casi huérfano de este tipo de voces; y por supuesto tenía la actitud para hipnotizar a cualquiera, sobre todo si se tenía la suerte de disfrutar de su directo. Los setenta fueron suyos, pero llegaron los ochenta y su luz se apagó en favor de otras popstars que nacían y triunfaban.

Y es que esa es otra: sin ella no habría Madonnas, Mariahs o Rihannas. A pesar de que muchos piensen que Madonna fue la primera, en realidad fue la que mejor se lo montó, generando un icono, pero si hablamos de lo estrictamente musical, Donna abrió la veda de la horda de zorras más populares que el mundo llegaría a conocer. Los maricas del mundo le debemos todo, las listas del mundo le deben todo, el pop le debe todo. Vale, quizás exagero, pero tampoco me alejo demasiado de una realidad que nunca olvidará el legado de Donna Summer.

jarto

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