Destroyer en el Teatro Lara, Madrid
Disfrutar plenamente del directo de Destroyer a 35º en Matadero resultaba harto difícil. Y es que después de su presencia en el Día de la Música del año pasado se echaba de menos que el miembro de The New Pornographers nos visitará como Dios manda, en sala, de manera íntima y acogedora. Más de un año después nuestros deseos se han visto cumplidos y estos días le tenemos rondando por nuestro país. Escogiendo la fecha en la capital, nos acercamos al Teatro Lara, que tan buenos resultados da siempre (es un lugar tan jugoso que hasta un concierto de Pignoise saldría ganando), y dimos la bienvenida al autor de uno de los mejores álbumes de 2011.
Como era de esperar no venía solo, todo lo contrario, muy bien acompañado por su banda, ocho miembros, cada uno aportando su talento para engalanar los temas, intentando y consiguiendo que todos los matices del estudio se reflejen sobre el escenario, pero evitando el copy/paste, con personalidad de directo. Dan Bejar salió a escena sin decir ni mu (no se dirigió al público salvo un par de comentarios) con camisa a cuadros y su alborotada melena para un recital de casi hora y media, centrándose sobre todo en Kaputt e incluso extendiendo el estilo crooner elegante del álbum a temas antiguos. Se vivieron momentos de antaño más chamber pop como European oils, pero en general la línea se acercaba a la sensualidad de temas como Chinatown o el homónimo de su último largo.
El acompañamiento sonoro resultaba exuberante, cada miembro e instrumento con su protagonismo, sin solaparse, destacando los solos de flauta y saxo. También hay que reseñar el rol de los teclados, que generaban sugerentes atmósferas en contraposición de ciertos directos que en teoría deberían apoyarse en este instrumento, y termina en anécdota y eclipsado por la amalgama de guitarras. También propiciaron situaciones de contundencia más rockera, e incluso de psicodelia, como en un lapsus a la mitad del show. Durante varios minutos todos los miembros de la banda se mantuvieron congelados, mientras sonaban unas programaciones que de primeras parecía que se trataban de un error técnico, hasta que comenzaron a tomar sentido y forma y derivaron en un solo de guitarra.
El mayor ‘pero’ quizás fuese el propio Bejar, que no se mostró demasiado empático. Apoyado en el palo del micro a modo de bastón durante buena parte del directo, parecía completamente ajeno a lo que sucedía en el teatro, en su mundo de ballenas voladoras y preadolescentes con ansias sexuales. También lo podemos tomar como una inmersión absoluta en su propia música, algo que tampoco se le puede reprochar. Gracias a ello el resto de compañeros no perdían presencia ante algún tipo de estrella que se adueñe de la situación, generando una sensación de engranaje musical perfecto. En el bis se le veía más entregado respecto al público, convirtiendo el Lara en una fiesta cuasi-disco con Bay of pigs y sus teclados juguetones.
Bejar es, hasta cierto punto, un personaje curioso, con su propio universo al que no te invita directamente, pero si quieres puedes seguirle a tu propio riesgo de acabar descolocado o fascinado. Si finalmente decides y consigues entrar, podrás disfrutar de deliciosos directos como el de ayer. Si no, es probable que otras opciones te satisfagan más.
jarto / foto: Alex Bolumar / Carmelo Barberá