La religión Muse

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Que quede claro: no es que no hablemos de Muse en esta web porque se hayan vuelto más populares con el tiempo. No nos van ese tipo de actitudes y creo que lo demostramos día a día. El caso es que el trío siempre se nos ha atragantado, más allá de su calidad musical, aunque escuchando Survival, parodia absoluta de Queen y adelanto de su nuevo disco, dan ganas de reír o llorar. Sin haberlo testado (en septiembre a la venta), pero teniendo como referente este single y su anterior álbum, los títulos de The 2nd Law dan un poco de miedo. The 2nd Law: Isolated System, Animals, Supremacy o Panic station implican algo tan desproporcionadamente grandilocuente que sólo faltaría una versión de The final countdown.

La grandilocuencia está bien, pero cuando parece que más que un disco estás revelando las claves de un inminente apocalipsis subido en el pico de una montaña y con truenos de fondo, la situación se torna absurda. Lo que pasa es que muchos les toman muy en serio, y posiblemente echen pestes de este post, pero es que el mayor problema de fans y banda es que ambos consideran su música como una aparición mariana. Ni Coldplay llega a tales niveles de autocredibilidad, incluso con un Mesías como Chris Martin al frente. Uno de los peores lastres de la música es tomarte demasiado en serio, porque una cosa es que creer en tu música (si tú no lo haces, ¿quién lo hará?) y otra que eres la última venida de Jesucristo. La falta de humildad resulta flagrante, y no tiene nada que ver con fraguar una obra épica; ahí están Arcade Fire, que tienen himnos a tutiplén, pero hay algo cercano, tangible y sí, humilde, en sus tres álbumes; los sientes reales y auténticos.

Muse siempre se fuerza en llegar a más, en ser los la banda más grande a todos los niveles, en generar un efecto de bomba atómica en el panorama musical. Tan forzada, tan excesiva y tan pretenciosa que provoca hasta incomodidad en el periplo de intentar acercarse a su obra. Por una parte esa es la actitud de un servidor, pero por otra entiendo la gente que se entrega de pleno a su trabajo: se trata de una música bastante extrema, tanto en sí misma como en las reacciones que genera. Eso siempre resulta interesante, salvo cuando los fans se ciegan y son irrespetuosos con las opiniones criticas e incluso respecto al trabajo de otros. ¿Alguien recuerda los pitidos hacía Pet Shop Boys en 2010 cuando acompañaban a Muse en Santiago de Compostela? Quizás estos fans esperaban un directo de tres horas de su banda favorita pero entonces salió a escena el dúo inglés… ¿en serio tienes los huevos de pitar a una leyenda pop como Pet Shop Boys? Es de suponer que la gran mayoría no alcance este nivel de paletismo, pero aun así sigue sorprendiendo. Al final es la propia banda la que se ha labrado esa imagen de intocable, inalcanzable, como si se encontrase en otra dimensión, y muchos seguidores así lo han tomado. Me podría arriesgar en afirmar que son los Apple de la música; y eso nunca es bueno, y más si tampoco suponen la panacea del rock.

jarto

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