Frank Ocean – channel ORANGE

Negarlo sería poco menos que parcial: la salida del armario de Frank Ocean ha sido una de las mejores campañas de publicidad que se recuerdan (y con buenos resultados: a Ricky Martin no le sirvió de mucho). Y por si fuera poco gratuita. Incluso el que no suele decantarse por un género tan peliagudo, un factor supuestamente tan nimio como su homosexualidad ha derribado los muros que podrían impedir el acercamiento al debut del que ya de por sí se anticipaba como una de las futuras estrellas de la música negra. Todo se quedaría en quiero y no puedo si channel ORANGE no estuviese a la altura, y gracias a Dios el hype se ha cumplido con holgura. Ocean puede codearse con grandes como Kanye o Drake y formar parte de una nueva generación de artistas hip hop/r&b que dejan atrás la agresividad o prejuicios de los que a veces hacen gala algunos individuos del mundillo.

Hablamos de debut, aunque ya tuvimos en Nostalgia Ultra un mixtape que anticipaba su maravilloso poderío artístico. De éste rescata por ejemplo su amor hacia los videojuegos, como en la introducción Start, donde se puede reconocer la melodía de Street Fighter II. La sensualidad de Thinkin bout you abre la veda de canciones propiamente dichas, y debido a los últimos acontecimientos de su vida, se mira desde otro prisma. Pero tal conexión no serviría de nada sin la sutil producción (¡qué cuerdas!) y la suavidad para hilar falsete y rapeo. El single Sweet life es puro Marvin Gaye (una de sus grandes influencias) y sigue la estela del anterior, lo que a algunos se les hará cuesta arriba. Porque si lo que quieren es mover el culo, éste no es su disco. Quizás las únicas concesiones al baile sean la primera parte de Pyramids, con bases y sintetizadores más evidentes, y Monks, que derrocha flow por doquier. El primero posiblemente se trate del mejor tema del álbum, que transita entre la historia de la desaparición de Cleopatra y los paralelismos con una prostituta en la segunda mitad. Nuevo minutos que se hacen cortos.

Hay tópicos en forma de canción como Super rich kids, que tira del concepto ‘pobre niño rico’, navegando entre la frivolidad y el desamparo; homenajes cinematográficos de la mano de esa peculiar oda a Forrest Gump; guiños a su recién anunciada orientación sexual (Bad religion especialmente), para tontear de nuevo con la heterosexualidad en Lost, aunque la posibilidad de variedad de lecturas esté presente en todo el largo. En realidad, aunque se puede disfrutar del álbum sin conocer el mentado dato, todo cobra bastante más sentido cuando lo sabemos (como en el reciente Gossamer de Passion Pit), y Ocean juega con ello, serpenteando entre lo evidente y lo translúcido.

Algunos ven channel ORANGE como la versión musical de la carta donde relataba su amor de verano con ese misterioso chico, la confesión de su verdadero yo. En realidad va más allá, y la disección de la obra merece casi una tesis y refleja la gran capacidad lírica del joven. Contenido aparte, el disco está exquisitamente producido, la interpretación de Ocean goza de eclecticismo y buenas maneras y el álbum resulta coherente de principio a fin. ¿Qué a veces se hace algo duro? Evidentemente no se trata de un Lp de Vampire Weekend, pero tampoco se torna tan complicado. Un poco de paciencia y podremos disfrutar de uno de los highlight de 2012.

Puntuación: 8

jarto

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