Romain Gavras: realidades sociales a golpe de clip

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Ser ‘hijo de’ supone para muchos una losa más que una bendición. Romain Gavras, retoño de Costa, ha tenido suerte, porque desde el primer momento ya demostró una fuerza visual fuera de toda duda. En sus primeros años (en realidad no hace tanto: 2007 y 2008) retrataba a través de diferentes músicos franceses la realidad de la periferia autóctona más deprimida, mostrando la rudeza e incluso crudeza de un entorno un tanto extremo. Como su padre, pero más brutal, sin concesiones. En realidad, con el paso del tiempo, no se puede decir que su obra haya sufrido un giro demasiado brusco; y es que mantiene esa potencia escénica con alto calado social, aunque más tuneada (trabajar con súper estrellas es lo que tiene).

La calidad de sus obras iba en aumento cuando un día de topó con Justice y les regaló una obra maestra de la talla de Stress, que le iba como anillo al dedo (estrés era precisamente lo que provocaba). Una situación llevaba hasta el exceso pero no por ello menos creíble que, como el final del clip, no conduce hacia ningún lado, sin moraleja, sin redención. Con Born free de M.I.A. el pelotazo fue mayúsculo: todo el mundo hablaba de este puñetazo en todo el estómago, plasmando las persecuciones de minorías que por desgracia aún asolan ciertos rincones del planeta. Una persecución inventada en este caso: los pelirrojos son el blanco de las iras y prejuicios de Dios sabe qué gobierno. Algunos le tacharán de morboso, y en parte no se equivocan, pero cuando una obra visual presume de tal carácter vigoroso, los supuestos ‘peros’ quedan en un segundo plano.

En Civilization de Justice cambió de registro hacia una estética más recargada y limada, en un espectáculo aparentemente más vacuo que el resto pero muy bien ejecutado (sus vídeos no suelen tener historia, pero sí grandes dosis de crítica o simbolismo). Volvió a su estilo a nivel visual, que no en contenido, en Bad girls de M.I.A., una descacharrante parodia de la supuesta riqueza, poderío y el consiguiente alardeo de ciertos sectores árabes. La que sí se puede considerar una vuelta a sus orígenes, aunque bajo un mayor presupuesto y dimensiones, es No church in the wild de Jay-Z y Kanye, que no cuenta con el aire tan rudo y directo de sus primeros tiempos, pero a cambio nos embarca en una epopeya sin parangón que como poco se puede decir que deja boquiabierto a quien la disfruta. Demuestra un fino sentido del espectáculo sin dejar en entredicho la autenticidad y honestidad del clip, evitando la amenaza de la frivolidad que siempre asoma cuando alguien se decanta por un trabajo de esta envergadura.

Tal es el nivel que miedo da que futuros vídeos decepcionen. Por ahora lo que tenemos no tiene apenas fisuras, y debido a su juventud (31 años) todavía le queda mucho camino por recorrer. Tienes casi todos sus vídeos y promos en su canal de Vimeo.

 jarto

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