Lotus Plaza en Matadero, Madrid
Lo primero que piensas al llegar a Matadero es, ¿en qué nave se celebrará el concierto? Entonces recuerdas haber asistido a alguno semanas atrás en una medio cerrada que para el verano resulta ideal pero que en invierno se torna en mortal. Zas, en toda la boca. Las estufas instaladas no eran suficientes para no querer cortarse los pies por insensibilidad en la noche más fría en lo que va de otoño. El lugar es agradable a nivel estético, con la cuidada vegetación y cabañas de estilo sueco, pero si necesitas vestir más capas que una cebolla de poco sirve la ambientación. En mi caso no puedo decir que pagué los 20 euros de la entrada, pero quien paga para asistir a un concierto espera sentirse más o menos a gusto y no más concentrado en violar a la estufa que en disfrutar del mismo. Pero eso es lo que había, así que ajo y agua.
De primeras pudimos disfrutar de Nat Simons, nombre artístico de Natalia García Poza, una agraciada chica que se acompaña de una banda para presentar su no muy novedosa pero sí honesta propuesta. Aunque de primeras parecía una versión más indie de Jewel para luego derivar a un estilo Marlango, iban ganando enteros tanto su interpretación como la música (grande el batería). Un estilo pop y folk de aires yanquis que llegó a su plenitud en la preciosa Indian trees, que incluso gana en directo respecto a su versión estudio (que por cierto podéis descargar gratis vía Bandcamp, entre otras).
Al terminar su escaso pero destacable directo, Lotus Plaza aparecieron en escena velozmente y no tardaron ni diez minutos en ponerse manos a la obra. Lockett Pundt, un cruce más joven entre Jarvis Cocker y Brett Anderson, líder del proyecto y miembro de Deerhunter, reconoció la dificultad de utilizar los dedos para tocar debido a las bajas temperaturas. Por suerte no tardaron en calentar y durante una hora pocos recesos hicieron, enlazando diferentes canciones. Su último y excelente Spooky Action at a Distance, protagonizó los inicios y el final de la hora de concierto, algo más rugoso en su sonido que en el disco, incluyendo Strangers (un poco baja la guitarra), Eveningness, Out of touch o Jet out of the tundra; aunque se echó en falta Monoliths, el que para un servidor sobresale como el himno (entre comillas) del disco.
Sin embargo, a pesar de cierto carácter homogéneo del álbum, lo que en estudio tampoco es un problema en directo se agudiza, no sabemos si por las condiciones poco propicias, y la homogeneidad se tornó en cierta monotonía y falta de garra. Tampoco ayudaba el escaso factor de inmersión debido al frío (soy pesado, pero es que realmente se trataba de un problema). Por supuesto vivimos picos que justificaron la asistencia, especialmente alrededor de quince minutos de sonido expansivo y ambient durante la primera mitad, de la escuela de su debut, momento en el cual consiguieron hacernos olvidar el poco confort de la situación, dejándonos navegar entre nebulosas sonoras.
Concluyendo, la Sala Sol hubiese sido mejor elección (desconocemos por qué lo trasladaron), ya que además del mentado tema, el público no destacaba por su abundancia, alrededor de 200 personas, y el tamaño del recinto tampoco ayudaba a crear una atmósfera más cálida. El contexto, que ya se sabe que a veces supone un lastre, pero ellos no tienen la culpa. Habrá conciertos mejores, sin duda.
Puntuación: 6,5
jarto / foto: Marcos Alejo Colombo