Mika en La Riviera, Madrid
Aunque ya no venda millones, Mika sigue atrayendo a gran cantidad de público a sus directos, y además gente de lo más variopinta. Desde modernas a pijas operadas de cuarenta y tantos, pasando por parejas que no paran de hacerse cariñitos a chavales que quieren entrar pero no pueden por ser menores. Una Riviera casi llena (lo que ello conlleva con el tema de las palmeras y la visibilidad) y con policía ya no solo fuera, donde no se podía beber, sino en el interior del recinto. La resaca del Madrid Arena se deja notar, pero comparar ambos eventos es de locos; sin embargo no hay que sorprenderse a estas alturas de la manera de actuar de los gobernantes de derechas.
Tras una sesión de dj el concierto empezó pasadas las nueve, y Mika apareció sobre el escenario tan sonriente como cabía esperar. El libanés sigue siendo el novio perfecto (incluso para las que creen que sigue siendo hetero): gracioso, simpático, natural, mono, etc. La mayoría del concierto habló en castellano, dando a entender que su fin último y absoluto es agradar a su público. Sin embargo unas pocas nubes se cernían sobre el resplandeciente sol: como confesó, su voz no se encontraba al cien por cien, e incluso se planteó cancelar. Salvo en el último tramo, tampoco resultó tan dramático, pero en las cuatro o cinco últimas canciones resultaba evidente su estado. Sin embargo no hay nada que no se pueda paliar con presencia escénica, buenos temas pop y un coro que ayudaba a paliar las deficiencias vocales.
La festividad de Mika y sus músicos (genial la mujer negra de las percusiones) se contagiaba en un público que incluso se emocionaba con temas en principio poco conocidos como Lola o Underwater de su último disco. Algunos ganaron bastante en directo, como los mentados o The origin of love, que se alzó como uno de los himnos de la noche. Celebrate también despuntó y Elle me dit por suerte fue interpretada en francés, y a pesar de que a partir de este momento los problemas con la voz resultaron más patentes, la diversión estuvo asegurada.
No se cortó un pelo al darle un protagonismo casi exagerado a su debut, incluyendo siete temas en el setlist, como Relax (take it easy), que abrió el concierto, Billy Brown, la genial Love today (aunque alargada en exceso) la colorista Lollipop o una algo desangelada Grace Kelly. Increíble e incomprensiblemente ha prescindido en esta gira de su mayor ‘bigger than life’, la enorme balada Happy ending, que podía haber sido el cierre perfecto de la velada. El segundo álbum tuvo menor peso, reduciéndolo a Blue eyes (que no fue single, pero es muy reivindicable), la eletro-pop Rain, tan efectiva como bailable, y para terminar la hora y media larga We are golden.
La sensación general, a pesar del contratiempo vocal, fue de satisfacción total. Mika es pop puro y auténtico, sin complejos, pero sin resultar tan intrascendente como en un principio se podría intuir. Salvo excepciones, el chico sabe como potenciar su catálogo en directo y mostrarse tan cercano que dan ganas de irte de fiesta con él tras el concierto. Ya me hubiese gustado, ya.
Puntuación: 8
jarto / fotos: Bea Tejedor