William Basinski – The Disintegration Loops

Decía John Cage que el silencio era imposible: tenía sus razones, eran buenas razones. La famosa anécdota dice que entró en una cámara preparada para eliminar todo tipo de eco (una anechocic chamber, según nos informa) y que allí se paró a escuchar. Cuenta que aún podía oír dos sonidos, uno muy agudo y otro muy grave, sonidos que salían de su cuerpo. Estos sonidos provenían de su sistema nervioso y a su sistema circulatorio respectivamente. De lo que no dijo nada es de cómo experimentar la destrucción del sonido hasta la llegada a un silencio preparado, de la imitación de la idea de silencio. No pensó en que ante el ruido, el silencio es cualquier remanso de tranquilidad y su progresiva desaparición.

Me entero por Pitchfork de que se acaban de reditar The Disintegration Loops de Basinski. No quiero adentrarme en la dificultad de describir lo que allí ocurre. Hay una historia sobre cómo se crearon, contada por el propio Basinski y relatada mil veces. Me resulta imposible, tremendamente complicado, poder hacer una síntesis de lo que allí acontece. Su descubrimiento, para mí, fue algo inolvidable ya que por aquél entonces yo ya era un enamorado del ambient, no sólo de su sonido, sino de sus razones de ser.

Son piezas para el que sabe esperar, para el que sabe esperar a que llegue el silencio. Quisiera, si se me permite, no hacer una crítica de este disco, no ponerle una nota. La experiencia de la audición va más allá de lo que se me pueda ocurrir decir.

Voy a transcribir un texto que escribiera un amigo mío hace ya algún tiempo y os voy a dejar el video que grabó Basinski el día en el que creo el primero de los loops.

«El ritmo geológico del envejecimiento resulta invisible para ojos humanos. De ordinario se repara en los agentes atmosféricos por su variabilidad y por la incidencia sobre nuestras vidas, más o menos caprichosas, en lugar de atender al carácter de presencia absoluta de esas realidades en la permanencia que yace bajo la variación. Lo geológico, sustrato previo a lo habitable, niega la tripartición ordinaria del tiempo para un absoluto presente en el que el padecimiento es la ley de las fuerzas.

Teniendo esto en cuenta, ¿es posible un paisaje de la erosión?»

[…]

William Basinski (1958) es un músico que pertenece al género denominado ambient, en el que abunda la sinestesia indicial no saturada: se recrean amplios espacios (naturales, cósmicos, urbanos) a través de composiciones en las que abundan los arpeggi y otro tipo de sonidos difusos. The Disintegration Loops nacieron por casualidad cuando Basinski quiso digitalizar bucles ambientales de unos pocos segundos (con duraciones totales que variaban de de entre diez a unos 65 minutos) que había grabado a principios de los ochenta en varias cassettes, el soporte que por aquel entonces resultaba más cómodo y versátil. El proceso de digitalización produjo una degradación paulatina del material original y la incorporación de interferencias magnéticas en la grabación definitiva, de modo que el bucle se vuelve difícilmente identificable hacia el final de la pista. Si el bucle original recuerda a un viento perezoso, su degradación lo aproxima a los ecos de una tormenta en el interior de una caverna. El hecho de que el ritmo (entendido como principio compositivo) sea sustituido por la repetición de un arpeggio es lo que realmente acerca a la fantasía la lentitud del proceso. Contrariamente a lo que ocurre en la música electrónica convencional, no se encuentra aquí una base rítmica, repetitiva y permanente, que sirva para estructurar la aparición de nuevos sonidos. De la permanencia no emana la variación (compuesta), sino que en la permanencia misma de un elemento ya estructurado y cerrado sobre sí aparece la variación. Y ello, por corrupción antes que por composición.

Lo fascinante de los Disintegration Loops es la forma absolutamente concreta en que se da la ley universal del devenir. La necesidad y la fragilidad se dan la mano, y en una hora queda expresado el sentido mismo de la duración, el destino del mundo. Por supuesto, se trata de una cartografía visualmente imposible, justamente más estimulante desde una concepción de la fantasía como pureza virtual.” Jaime Capitel, Soundscaping o el paisaje íntimo (Revista Despalabro, 2008)

 Carlos Bueno

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