Ke$ha – Warrior

Ke$ha - Warrior

Ke$ha nos vendió la moto que su nuevo disco iba a mirar al rock de los setenta, pero como aquel disco guitarrero de Madonna que jamás llega, no hay que tomarse demasiado en serio las declaraciones de una popstar que cumple órdenes de las altas esferas de un gran sello. Y la verdad, casi mejor. Mola que estas tipas arriesguen de cuando en cuando, pero no sé hasta que punto aguantaríamos un disco que se centre en tal género y más inspirado en aquellos años. Eso sí, Iggy Pop se ha apuntado al carro y hay más guitarras de lo acostumbrado, pero al final tenemos pop, pop y más pop; y muy divertido, todo hay que decirlo, y con tan mala suerte que cuando la crítica le empieza a coger cariño, va y no vende ni tres copias.

Warrior no pretende poco más que hacernos pasar un buen rato, lo que se agradece, sobre todo si se quita de encima cualquier excusa emocional de falsa profundidad (estilo Lady Gaga). Como Kiss de Carly, pero en plan guarro. Die young ya contenía uno de los estribillos más festivos del año (aunque muchos yanquis piensen lo contrario), y el resto de cortes no le andan a la zaga. El tema homónimo empieza combativo y contundente, como bien sugiere el nombre, encajando perfectamente con el single, para seguir en C’mon, que también engancha aunque tampoco maraville. Thinking of you es el primer conato seudo-rockero que nos podemos encontrar, terminando en un desfase robótico más propio de unos Daft Punk hasta arriba de sustancias ilegales (highlight total). El dueto junto al Stooge, Dirty love, resulta tan descarado y poco sutil como un escupitajo en plena cara, y gracias a ello se antoja tan disfrutable.

En Only wanna dance with you participan Casablancas y Moretti de The Strokes, que supone un cruce entre la banda, los Weezer más banales y despreocupados y la saga American Pie. Tenemos euro-dance en All that matters (the beautiful life), bastante enrollada, silbidos en Crazy kids, algo prescindible, y lapsus de ‘madurez’ en la onda de Avril Lavigne en Wonderland, que podían haber intercambiado por Past lives, la colaboración junto a Wayne Coyne de The Flaming Lips incluida en la edición deluxe, más creíble y sencilla en su papel de tema sensiblero. Para acabar se deja llevar por la power ballad Love into the light, que podría formar parte del repertorio de los Enigma del siglo XXI, tipicorra pero altamente adictiva.

Quizás podría haber sido un disco más moderno en su sonido (Dr. Luke que se tome un descanso), pero cumple de sobra su propósito pop. Intrascendente pero sumamente entretenido. De eso se trataba, ¿verdad?

Puntuación: 7  | EscúchaloSpotify

jarto

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