Hurts, o cómo aspirar demasiado alto (y no llegar)

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No es por ser agoreros, pero los dos adelantos del segundo disco de Hurts no han entusiasmado demasiado. Lo que en otros casos aplaudiríamos (renovarse o morir dicen), en este caso arqueamos una ceja. En Happiness recuperaron el concepto de balada pop grandilocuente mainstream de los ochenta y noventa y que los indies tanto aborrecen y que incluso en el ámbito más comercial está bastante demodé. Alabamos esta arriesgada posición entre ambos mundillos, porque siempre nos preguntamos (lo que nos gustan las etiquetas), ¿en cuál se situarían? El caso es que a pesar de tanta balada, su debut no se hacía para nada cuesta arriba. Incluso aunque nos engañaran con Wonderful life y sobre todo con el pelotazo rompepistas llamado Better than love, pocos salieron decepcionados ante tal alegato pop.

Tras esta contextualización entremos de lleno en el análisis del buzz single y el single oficial. The road tiene ese carácter industrial de Depeche Mode, que ya apareció de pasada en Happiness, pero en este caso careciendo de la inconfundible chispa pop del dúo y haciendo gala de un tufillo Muse que echa para atrás. Entonces llega Miracle, que tiene un título muy Hurts, pero ya desde las primeras notas lo que escuchamos es a Coldplay a plena maquinaria, Princess of China para más señas. Muse y Coldplay como referencias, ¿quieren su hueco en el stadium pop? Sí, su debut no se quedaba atrás en épica, pero había un aire intimista y elegante (en un sentido algo kitsch, eso sí) que lo alejaba de este concepto. Aquí encontramos una actitud que resulta forzada y de evolución poco natural, por lo que el problema no se basa en que indaguen en este subgénero (anda que no nos hemos emocionado con himnos de, por ejemplo, U2, aunque muchos lo nieguen incluso ante tortura). ¿Realmente querían ir por este camino? Hay que recordar que aunque empezaron de manera bastante indie, alcanzaron notable popularidad en varios países, por lo que quién sabe si ha habido presiones del sello para que tirasen por el camino fácil. Pero sinceramente, y viendo los resultados comerciales del single oficial, lo más seguro es que se queden con las ganas de llenar estadios.

Alguno sacará a colación que puede que suceda como en el primer disco y nos sorprendan con un resultado que difiera de ambos adelantos. Sí, pero como se ha mencionado, aunque el estilo quizás variaba en éste, el espíritu se mantenía intacto. Si en este caso el resto del largo traiciona los singles, aunque lo agradeceríamos, no tendría demasiado sentido y perderían bastante credibilidad. Tampoco es que estén acabados, o eso esperamos, pero gozaban de cierto encanto que por ahora no vislumbramos por ninguna parte, incluso a nivel visual (mucho exceso pero poco refinamiento). Porque aspirar a más y quedarse a medias es lo que peor que le puede suceder a uno en el mundo del arte. Veremos qué sucede finalmente con Exile, que se publica el 10 de marzo.

jarto

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