Searching for Sugar Man, la esencia de lo auténtico
La película indie de la temporada no es una comedia estilo Juno o 500 Days of Summer, no. Hablamos de Searching for Sugar Man, el documental que se ha llevado todos los premios habidos y por haber en esta categoría, incluyendo el Óscar. ¿Por qué? La receta es sencilla: la clásica fórmula de ‘qué pasó con…’. Lo llamativo de este caso es que solo se podían hacer tal pregunta los sudafricanos. Rodríguez fue un cantautor estadounidense de origen mexicano que básicamente solo triunfó en la antigua colonia inglesa, pero ni él lo sabía, ni el país conocía su fracaso fuera de sus fronteras (su patria también se le resistió). Su nivel de popularidad estaba por encima de la de, por ejemplo, Elvis, y un día un par de sudafricanos se preguntaron qué había sido de él. Publicó dos álbumes en 1970 y 71 que pasaron totalmente desapercibidos, por lo que desapareció del mapa (salvo algún concierto en Australia durante los setenta, donde sí que era consciente de su moderado éxito, aunque nunca al nivel del país africano). Y así comienza el periplo de estos dos fans, en busca de respuestas.
La situación ya de por sí resulta muy curiosa, y más cuando se van conociendo los abundantes detalles de la historia. A través de entrevistas de personajes que en algún momento tuvieron algún tipo de relación con él se desgrana la personalidad del músico, de aire misterioso, lo que suscita gran parte del interés hacia la película. Una figura enigmática de la que quieres saber más, por lo que dosifican los datos de manera inteligente. Lo que no ocultan, y lo agradecemos, es la presencia de su música a lo largo de todo el metraje, desde el minuto uno, y no solo de acompañamiento: su protagonismo es esencial, y hasta cierto punto nos da pistas acerca de la personalidad escurridiza de Rodríguez. También destaca la manera de hilar su repercusión en Sudáfrica con el contexto sociohistórico del país por aquellos años, otorgando al mismo bastante protagonismo pero sin apartarnos de la verdadera estrella del documental.
Algunos puede que la tachen de algo facilona y sobre todo poco transgresora. Es verdad que no obvia momentos de sentimentalismo para llegar a un público más amplio, y la historia tiene muchos ingredientes por los que Hollywood se pirra (de ahí el Óscar); pero la dosificación no provoca diabetes y salvo que seas un esnob sin corazón, el humedecimiento de los ojos resulta inevitable. Desprende honestidad y autenticidad, como su obra musical, aunque a veces se dude de si todo lo que cuentan es verdad y si no estarás asistiendo a una gran mentira en forma de mockumentary oculto (alguna declaración o las infografías animadas otorgan cierto matiz ficcionado). Pero es que estamos ante la filosofía del «ver para creer», una historia perfecta para relatar (y engalanar convenientemente) que por suerte han llevado a buen puerto, poniendo voz a un personaje que representa a los artistas injustamente olvidados o que nunca gozaron del reconocimiento merecido. No se puede rescatar a todos, pero en este caso aplaudimos este descubrimiento. Y para nuestra algarabía, Rodríguez estará actuando con sus 70 años en Primavera Sound 2013. En Spotify tienes la banda sonora y uno de sus discos.
jarto