Maluca, o cómo venir para no quedarse
Maluca vuelve a estar en boca de todos, y esta vez no solo entre modernos e indies. Ya habréis visto el acertado anuncio de Tuenti (donde parece que la marca se quiera desvincular del chonismo), en el que se escucha el mayor hit de la neoyorquina de origen dominicano, El Tigeraso. La cosa es que tras aquel temazo hace más de tres años tampoco explotó lo que se anticipó como una futura bomba latina. Y si ahora lo hace en España (lo que dudamos: todo suena a éxito breve y efímero), será por pura chiripa, además de que se quedaría en one hit wonder, debido a que, aparte de que ya conocemos el apoyo de los medios comerciales hacia este tipo de artistas, ella tampoco es que se prodigue mucho. Durante todo este tiempo ha habido algún featuring, tema propio e incluso mixtape, muy buenos además, pero la fuerza arrolladora de su single debut no se ha vuelto a producir.
¿Será que al final los discos se valoran más de lo que pensamos? Sería ilógico en un mercado donde cada vez se da más importancia a los temas sueltos que al concepto álbum, pero paradójicamente así sucede. Qué se lo digan a Azealia Banks: no para de bombardearnos con nuevo material pero el disco es un incógnita, y la gente empieza a olvidarse de ella (o a estar harta con tanta tontería de niñata). El álbum otorga, llamémosle, caché, estabilidad, presencia y constancia (y más si hay buena promoción de singles), una imagen de que el artista no está de pasada, que se quiere dedicar en cuerpo y alma a su música. Puede ser una idea que en ocasiones tiene poco de verdad (nadie es mejor por lanzar disco que singles), pero en nuestro inconsciente funciona de tal manera. Lo que no quiere decir que la manera de entender la música por parte de Maluca sea errónea, y puede que le interese bien poco convertirse en una sensación hipster.
Sin embargo fastidia ver tanto potencial malgastado. Ahora este electro-latino (el bueno, no Juan Magán) ya no sorprende tanto como en 2009, pero si Maluca hubiese sido más constante quizás estaríamos hablando de una de las mayores referencias de su género. Pero es su decisión, se lo tomó con calma (y últimamente más, que poco se sabe de ella), y no parece que su escasa presencia atienda a razones de éxito o ventas. Y posiblemente jamás veamos un disco en condiciones, pero quizás también forme parte de su magia. Aparece y desaparece como el Guadiana, sin dejar una huella indeleble pero siempre quedándonos con un dulce sabor de boca. Como esos rollos con los que nos liamos cada cierto tiempo: no serán el amor de nuestra vida, pero siempre nos dejarán un grato recuerdo.
jarto