Phoenix – Bankrupt!
Hay bandas que son «majas», y Phoenix es sin duda una de ellas. Sin embargo, como también sucede en las relaciones sociales, en general la gente «maja» no suele ir más allá de ese calificativo, resultando tan efímeros e intrascendentes como disfrutables durante un tiempo limitado (una noche). Con la banda de Thomas Mars siempre me ha sucedido lo mismo: genial para un rato, pero al final esperas que cale más allá de unos cuantos singles intachables. En realidad te encantaría que fuese así, por lo que una pizca de frustración también describiría la sensación general que dejan sus álbumes. Quizás Wolfang Amadeus Phoenix se tratase de su esfuerzo discográfico más completo y permanente, así que quizás ansiaba un sucesor que le pudiese mirar a los ojos. Bankrupt! tiene momentos espléndidos, y por supuesto no se le puede considerar un trabajo de segunda categoría, pero al terminar su escucha, uno no puede olvidarse de la palabra «agradable». Resulta divertido y variado, pero se olvida rápidamente.
Parece que después de esta conclusión nos podemos ir ya a casa. Tampoco me malinterpretéis, hay bastante que decir sobre él, como la destacada presencia de arreglos electrónicos y teclados, que les devuelve en cierta manera a su debut, aunque no haya ni rastro de las trazas funky del mismo. Miles de detalles conforman la producción, que algunos podrán tildar de excesiva, pero que aporta gran heterogeneidad a modo de caleidoscopio sonoro. ¿Y canciones? Otra cosa no será, pero van sobrados. Salvo la rareza del tema titular, el concepto «canción» se cumple de sobremanera: menos de cuatro minutos de media, estribillos pegadizos, aroma pop por los cuatro costados. El single es una buena muestra de ello, adictivo en su ritmo hipervitaminado, que también comprobamos en el efectivo electro-pop de Don’t. Sin embargo cuando bajan las revoluciones también saben dar en la diana, como en The real thing, que cuenta con la estructura sonora más interesante del disco.
SOS in Bel Air y Drakkar Noir gozan o abusan, según se mire, del sello típicamente Phoenix, provocando cierto déjà vu que puede llegar a agotar. El carácter burlesco de melodía y letra de Trying to be cool puede poner de los nervios, pero al fin y al cabo se desmarca del resto de cortes, lo que es un plus. Chloroform aburre, directamente, pero se salva de la quema gracias al cristalino loop de sintetizador que acompaña casi todo el minutaje. Resulta curioso como ironizan con la vida burguesa en Bourgeois cuando si hay una banda burguesa esa es la suya (reírse de uno mismo demuestra inteligencia, si es que esa era su intención…). Para terminar conquista la manera de jugar con el buen rollo y ciertas gotas de drama (drama para tratarse de Phoenix, claro) debido a las inteligentes mezclas de tonos e instrumentación de Oblique city.
Quizás todo se base en lo que reza el título del single: Entertaiment. Pocos artistas se hubiesen arriesgado a utilizar el aire oriental de una manera tan paródica (normal acordarse de Súper disco chino), por lo que los franceses puede que solo nos quieran hacer pasar un buen rato sin intención de pasar a la historia. Tampoco es mala opción. Aunque al escuchar el tema Bankrupt!, instrumental y bastante largo, con giros inesperados, la confusión se puede apoderar de la escucha. ¿Y sí pretendían un resultado más complejo y se han quedado a medias? ¿O solo se trata de una actitud aleatoria del proceso creativo? Al final dan que pensar y todo, pero como los amigos «majos», tampoco generan un discurso tan contundente para darle demasiadas vueltas a la incógnita, así que qué mejor que escuchar y vivir el momento.
Puntuación: 6,5 I Escúchalo: Spotify
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