Asistir a festivales solo por postureo: ¿nueva plaga?

coachella

Jimmy Kimmel Live, uno de los late night show más populares en Estados Unidos, envió a un equipo a Coachella para preguntar a varios asistentes sobre diferentes bandas inventadas (con nombres tan desternillantes como The Chelsea Clintons o Get The Fuck Out of My Cool), a lo que contestaban que sí que les conocían, que eran lo más o que no podían esperar a verles. Suponemos que no todos los entrevistados pecarían de tanta estupidez y habrán emitido solo los que picaron el anzuelo. Pero me juego una mano a que no fueron pocos. ¿Es que un festival es el nuevo evento social al que hay que ir aunque lo de menos sea la música? Evidentemente ni todo el mundo es así, ni todos los festivales atraen a este tipo de público vacío. Resulta hasta comprensible que buena parte de los asistentes a determinados festivales, sobre todo pequeños y medianos por tema económico, solo vayan por uno o dos artistas y que sus intereses reales se basen más en el ambiente, el desfase, la fiesta o el ligoteo. Tristeza sentirán algunos a razón de tal menosprecio hacia la música en directo y de que una oferta tan amplia de conciertos sea desaprovechada. Sin embargo se puede encontrar una corriente bastante más cuestionable: asistir por el qué dirán.

Por mucho que ahora la gente explote el término «postureo» hasta el absurdo, y que alguna contestación del administrador de la página demuestre que cree que lo inventó (y no), este es el verdadero significado: forzar una situación para que de cara a la galería se desprenda tal nivel de moderneo que si se transformase en energía podría iluminar Apolo y Razzmatazz juntas. Y por si fuera poco, lo peor no es ir al festival de turno para subir millones de fotos a Instagram o para lucir modelito, sino vender la moto a tu círculo de ¿amigos? de que sabes algo de música y conoces todo el cartel cuando no tienes ni pajolera idea. Un poco de humildad por favor. Da igual, la gente no espera que conozcas a Mount Eerie, y además hay decenas de artistas y resulta imposible empaparse de todos. En el caso de Coachella, se ha convertido en una cita ineludible de la tontería moderna que hasta las revistas del corazón se hacen eco de él; y es que un montón de famosos matan para que las cámaras capten su look, cambiándose incluso varias veces durante la jornada. Sí, todo un despropósito. Se vende la imagen cool del festival más que el arte en sí, por lo que el analfabetismo musical no impide que vayas hecho un pincel y eyacules ante cada nuevo «me gusta» en tu décimo novena foto subida a la media hora de llegar.

Por suerte tal nivel de catetismo no se ha exportado hasta nuestras fronteras (aunque tenemos lo nuestro), sobre todo por una razón: el indie sigue siendo indie. A pesar de que muchos se estresasen al pensar que el indie es el nuevo mainstream, el tan traído y tan llevado estudio de los jóvenes y la música reavivó la idea de que España aún se mueve al son de Los 40 Principales. Por eso no verás a Hola hacer un reportaje sobre los famosos en Primavera Sound o FIB (aunque este es demasiado guarruzo para ellos), básicamente porque prefieren que les fotografíen en Kapital que con el escenario Ray-Ban de fondo. Eso sí, sí que publican reportajes con las estrellas que se pasearon por el Coachella. Al final quieras que no el indie, por llamarlo de alguna manera, sí que está más masificado en Estados Unidos, pero España es un oasis, ya no de calidad musical, sino de variedad (en términos de popularidad, claro). Pero si en algún momento cambiase el contexto, veríamos a Mario Casas o Adriana Ugarte en el festival de turno y la prensa del corazón se haría eco de este tipo de eventos, nunca más allá de la moda y el famoseo, obvio. Aunque ya hay atisbos. Miedo.

Por supuesto, aparte de la atracción por las celebridades, el movimiento hipster también influye en esta actitud, ya que se vende como la cultura a la que supuestamente todo el mundo quiere pertenecer, lo que provoca que mucho jovencito (y no tan jovencito) venda su alma al diablo y sus ahorros a Top Shop. No ayuda que publicaciones musicales, algunas de prestigio (no digo nombres), se sientan a analizar lo que se llevará esta temporada festivalera o similar. Una cosa es un comentario anecdótico, y otra dedicarle un reportaje entero o incluso dos. Y muchas voces se están alzando contra esa actitud, que desvirtúa la música hasta dejarla casi en un segundo plano. No hay que banalizar algo que ya de por sí se está banalizando cada vez más. Dejemos que Hola habe del tema, y el que quiera dejarse llevar por algo tan frívolo que lo haga, pero el resto, a los que nos preocupa la música por encima de todo, no caigamos en ese hipsterismo vacuo tan dolorosamente extendido. Cuando te encuentras con un espécimen de estas características incluso echas de menos el esnobismo de un gafapasta. Al menos tiene una base cultural en la que apoyarse aunque le quieras pegar un puñetazo; y el otro no se distancia en el fondo de un Kiko Rivera. Pero es que Kiko Rivera es cien veces más auténtico que ellos, porque al final todo se basa en la autenticidad. Y es que aunque el choni se vista de hipster, choni se queda.

Actualización: se dice, se comenta que el vídeo estaba preparado, pero no se ha confirmado oficialmente. Sea cierto o no, resulta bastante creíble este tipo de situaciones.


jarto / Foto: Guest of a Guest

Compártelo:

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.