OMD – English Electric

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El regreso de la formación original de OMD hace casi tres años supuso un precalentamiento de lo que realmente se estaba fraguando. History of Modern se sostenía con orgullo, pero ha sido este English Electric el que ha provocado aplausos, besos y ramos de flores. Una única escucha deja claro que han sabido volver a sus inicios, tomar lo mejor y rejuvenecerlo lo justo, sin abandonar cierto sabor añejo, que no caducado, que encandila. Porque ya no solo echan un vistazo a su pasado, sino al origen de la electrónica, especialmente enfocado en Kraftwerk. Incluso hasta Karl Bartos, ex miembro de la mítica formación alemana, pone su granito en uno de los cortes. También recuperan del pasado la visión del futuro que se contemplaba en los sesenta, el tan evocador y atrayente movimiento retrofuturista, pudiéndose atestiguar en los interludios hablados, que también sirven de predicciones (¿un mundo tan comunicado que nadie habla?), o en el magnífico teaser titulado Atomic Ranch.

Pero basta de concepto, ¿qué pasa con las canciones? Pasa, y mucho. Ahí está la brillante Metroland, que a pesar de los siete minutos y pico el título de hit no se lo quita nadie. Los sintetizadores analógicos irradian energía y de nuevo se dejan llevar por sus maravillosos y pegadizos riffs, tan míticos, tan marca de la casa. Helen of troy recuerda tanto en título como en tono a Joan of Arc (Maid of Orleans), a modo de balada pop emotiva que tanto se echa de menos a día de hoy. Más retazos del pasado en Kissing the machine, prima hermana de Souvenir, y que sin contar con la maestría de esta, vuelve a poner de manifiesto la capacidad melódica de la banda y que Andy McCluskey sigue teniendo la voz de un veinteañero. Se pasan en el tema baladas cuando aparece Stay with me, que tampoco sobra, pero resulta necesario un chute de energía, cuando de repente aparece Desdren, el Enola Gay del disco, casi tan vibrante y divertido como su mayor éxito. La mayoría de interludios hilan a la perfección entre tema y tema, y en algunos casos resultan absolutos ganadores (el bakala-robot de The future will be silent no deja indiferente) y te meten de lleno en la atmósfera del disco. La sensual Final song se acompaña de una potente voz femenina de aire negroide y supone un sorprendente pero agradecido giro de despedida.

English Electric no se presenta como música revolucionaria, pero han dejado claro que siguen siendo capaces de parir un disco conceptual y a su vez repleto de hits a la altura de sus clásicos de los ochenta. Y es que a veces uno acaba harto de tanta nueva cocina que un plato típico (con un condimento extra) resulta un regalo para el paladar. Afirmarlo no rezuma modernismo, pero lo previsible también puede saber a gloria.  or cierto, OMD se pasarán por Sónar 2013.

Puntuación: 8 I Escúchalo: Spotify

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