AlunaGeorge – Body Music

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El r’n’b contemporáneo sigue alzándose con el título de género de moda a pesar de que en 2012 ya enseñó buena parte de sus cartas. La jugada maestra sigue en activo y el esperado debut de AlunaGeorge no desbarajusta el ¿efímero? triunfo de esta corriente. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio, pero por ahora no apetece nadar contracorriente, sobre todo cuando hay miles de dulces caramelos que saborear, aunque el esnobismo de muchos provoque que regurgiten insultos cuando algo ocupa miles de portadas o reseñas, en un claro ejemplo de pospostureo que de hiriente resulta poco saludable y hasta desagradable. Porque una cosa es sentido crítico y otra querer escapar a toda costa de la mediocridad masiva a base de recursos desdeñables y prepotentes. Así que desde aquí abrazamos las modas sin prejuicios ni complejos, pero intentando no vendernos a la mínima (lo que no tiene porque siempre suceder).

Todo este rollo para justificar que un disco como Body Music nos pueda gustar tanto por formar parte de una moda como si a día de hoy arrasase la electro-polca. Eso sí, gusta pero el nuevo material no alcanza el nivel de los singles ya conocidos, por lo que muchos pensarán en ellos como producto comercial más refinado, pero que al fin y al cabo solo se sustenta en cuatro canciones estrella y el resto si no te he visto no me acuerdo. Tampoco tanto, pero una sensación de dèjá vu sí que planea durante los 14 cortes, como si explotasen los aciertos de sus temas más emblemáticos pero sin tanto encanto (la edición especial de 19 es too much, mejor quedaos con la original). Aparte de cierta homogeneidad sonora que recuerda al r’n’b de los noventa, donde aunque hubiese magníficas ideas a veces perdían brillo ante una producción que dificultaba que las canciones se labrasen su propia personalidad.

Pero bueno, las canciones siguen ahí: tras la brillante apertura, Outlines, los singles You know I like it, Attracting files y Your drums, your love van agarraditos de la mano, sin perder un ápice de la frescura, las estrellas de la función, vamos. La excelente racha sigue con Kaleidoscope love y Bad idea, pero se desinfla ligeramente en Diver y Lost & found, aunque no lo suficiente para que la formula deje de resultar realmente adictiva. A partir de Best be believing se abre la veda de la indiferencia, tampoco total porque sigue habiendo chispazos de genialidad, especialmente en lo que se refiere a los arreglos, pero el resultado no deslumbra.

Quizás si no hubiesen superado los diez cortes la pérdida de carisma en los últimos temas no hubiese lastrado el resultado final (la manía de gestar discos eternos), porque aunque el dúo destile modernidad y reflejen parte del zeitgeist sonoro actual, la excusa no siempre resulta válida cuando se va perdiendo aceite por el camino. No es menos cierto que con poco más de la mitad del disco se comen con patatas a la mayoría de debuts o coetáneos del género, por lo que la decepción (casi) se queda en anecdótica. Siempre tiene que primar lo positivo, y más cuando resulta una maravilla intachable.

Puntuación: 7 I Escúchalo: Spotify

jarto

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