Janelle Monáe – The Electric Lady
Tras un esplendoroso debut, además de un primer EP, continúan las andanzas de Cindi Merryweather, la cyborg cantante que dirige una revolución cada vez mas en auge que concluirá en un futuro álbum, epílogo de las aventuras del álter ego de Janelle Monáe. La actual reina del soul se reafirma en otra gran obra (tanto de calidad como de extensión) aunque de primeras los singles no noqueasen a la altura deCold war y Tightrope. Pero es que de hits no vive esta chica, sino de álbumes, en este caso conceptuales, que van más allá de un compendio de canciones sin ton ni son. Además en Electric Lady mantiene la coherencia con las tres entregas previas, donde el r’n’b protagoniza la función, pero con concesiones a otros subgéneros tanto de este como de otros, obviando cualquier moda pasajera. Janelle, a su aire; y bien por ella.
También va a su aire en lo que se refiere a duración, así que si esperas un disco de 40 minutos vas listo. Por suerte, al estar dividido en dos «capítulos», la digestión resulta más sencilla. Pero tampoco penséis que se hace cuesta arriba escucharlo en su totalidad, ya que el talento de esta pequeña chica no entiende de muermos: las trascendencia y conceptualidad del álbum no va reñida con la diversión. La apertura del primer «suite» a modo de banda sonora de estilo «bondiano» capta la atención sin remisión, generando una atmósfera ideal para Cindi y su periplo vital; pero las canciones son las que mandan, como la entre sesenta y ochenta Given em what the love, junto a Prince, que encadena con Q.U.E.E.N., estupendo grower (¡ese aterciopelado saxo!), el más contemporáneo, que tampoco mucho, Electric Lady junto a una Solange algo desaprovechada. El baladón de tomo y lomo de Primetime de la mano de Miguel, que de primeras parece más descafeinada de lo que realmente es, termina con el non stop de colaboraciones, al menos hasta el penúltimo corte. A partir de aquí ella es la ama y señora, manejando un rock más o menos clásico en We were rock & roll, que abona el terreno para el pelotazo que supone Dance apocalyptic, tan despendolada en su mensaje de bailar aunque el fin del mundo se cierna sobre nuestras cabezas. Y de nuevo al estilo del agente 007, un homenaje a Shirley Bassey en la elegante Look into my eyes.
En la apertura de la segunda sección continúa la melodía del corte anterior pero continúa en un estilo casi calipso, más luminoso y positivo, para pasar al glamour del brilli-brilli (todo en poco más de dos minutos y tan bien encadenado que asusta). Tras este increíble comienzo It’s code se queda a medio gas, pero la exuberante Ghetto woman, de cierto aire latino y dando rienda suelta a sus excelentes dotes de rapera, salvan la partida. Toda una fiesta que se corta en seco debido a los interludios, aunque en general dan ambiente, explican mejor el contexto de la historia de Cindi, y en este caso resulta de lo más deslenguado y divertido. Las baladas se acumulan, unas veces más acertadas (Can’t live without your love, Sally ride) y menos (Victory), y quizás esta sección peca de cierta homogeneidad. La presencia de la siempre estimulante Esperanza Spalding otorga labia a Dorothy Dandridge eyes en una segunda mitad mucho más cautivadora que la primera. La balada de radiofórmula estilo M80 What an experience, también levanta el vuelo gracias a los aires reggae que surgen sin avisar t engalanan lo que termina siendo un tema redondo.
Así, no todas las canciones mantienen el nivel de genialidad (especialmente en el quinto episodio), pero el aspecto conceptual del álbum ayuda a mantener el interés. Uno también puede obviar la historia de Cindi y disfrutar, que conste, pero si se intenta profundizar la experiencia resulta mucho más enriquecedora. Por supuesto no es una tarea fácil, ya que para algunos el idioma supone una barrera importante, pero incluso aunque no lo sea Janelle destaca por la sutileza y también hay que leer entre líneas para captar la esencia de su relato. Discos de esta índole no se ven todos los días, y menos que gocen de una calidad media tan alta. Ahora solo queda que venga a presentarlo en directo a España, porque todavía se recuerda su gracia y entrega sobre el escenario.
Puntuación: 8 I Escúchalo: Spotify
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