Katy Perry – Prism
De Katy Perry se esperan cero pretensiones, jolgorio por un tubo y quizás algo de emoción estridente e impostada. Su pop siempre se ha podido catalogar de usar y tirar, pero la explotación comercial de Teenage Dream (más de dos años sonando en la radio) añadió valor a un disco que en realidad se olvidaba a la semana. Y es que hasta el tema más chusco puede acabar en bucle en nuestro mp3 cuando lo escuchas hasta en la mercería (también influye su manera de ser y su físico, evidentemente). Y su intrascendencia va más allá del género, chochi pop en este caso, porque incluso aunque una canción bailable haga apología de las drogas en la discoteca, esta puede gozar de cierta gracia, carisma y buen hacer. Tampoco es que con Prism las cosas hayan cambiado las tornas, aunque hay un aspecto que ha mejorado considerablemente y otro que es todavía peor.
La producción, sin resultar la panacea, ya no suena a descartes de Dr. Luke que Britney o Avril habían tirado a la basura. Por otra parte la lírica, donde tampoco es que se esperen poemas a la altura de Lorca en el género, roza unos límites de simpleza escandalosa. Y más que el qué, que también, es el cómo; porque Kylie podía cantar algo tan sencillo y manido como «I just can’t get you outta my head boy your love is all I think about» y ser la más molona; pero Katy incluso quiere colártela como tía profunda, y mira, no. Pero el fan medio, más allá de lírica y producción, quiere melodías infecciosas y si puede ser ritmos bailables. Pues Roar, popular primer single, tiene de lo primero, y a borbotones, poniendo además de relieve que los noventa han servido de clara inspiración para varios cortes del álbum. Tenemos un sonido épico en la onda de las producciones de Enigma, sin el tufillo a aldea global, lo que sí aparece en Legendary lovers, donde mezcla sonidos orientales e indios y se queda más ancha que larga, aunque el satisfactorio resultado final compensa cualquier collage sin sentido. En Walking on air se recupera el house pop de la década, y aunque este comeback pueda sonar novedoso en el pop comercial, en el ámbito indie se han vivido infinidad de ejemplos. Y a pesar de que a los gayers le está encantando este tema, no porque algo recuerde a Queer as Folk tiene que ser la repera, sobre todo cuando el estribillo suena a pólvora mojada. Aunque divierte, todo hay que decirlo, como This is how we do, que podría haber formado parte del debut de cualquier girl band de la época. Para terminar la reivindicación de la década está el bonus Spiritual, mucho mejor que varios temas de la versión estándar, que parece una composición de Seal.
El resto de cortes de Prism tampoco es que dejen sin aire, pero se pueden salvar varios. Unconditionally, nuevo single ideal para la campaña navideña, no valdría ni la mitad sin el manido pero efectivo drama del estribillo. Birthday apesta a nivel lírico hasta la nausea (aunque quizás el «es el momentos de sacar los grandes, grandes, grandes, grandes, grandes, grandes globos» va con segundas, y entonces mole), pero su rollo entre California Gurls y cualquier canción «hipermegafeliz» de Kylie tiene su aquel, como el lapsus Daft Punk en la tontorrona International smile (aunque Ke$ha, toda una visionaria de la fiebre por el dúo, ya tiró de este recurso en Warrior en 2012). El estribillo de Dark horse salva a una parodia de cómo podía sonar Kelly Rowland hace ocho años. Y es que la chica en el papel de zorrita gangsta no se la cree ni crispi. Love me, a pesar de lo evidente del título, tiene mucha dignidad gracias a una cuidada producción y una Katy mucho más entregada a la causa a nivel vocal y de actitud que en buena parte del disco. El resto no merece demasiada mención, aunque otro bonus como Choose your battles se presenta mucho más apetecible que la mayoría de sus baladas.
Puede que con el paso del tiempo, y tras explotarlo de manera casi indebida, Prism se deje querer más, siendo conscientes por supuesto de sus limitaciones. Por ahora tenemos un disco tan banal como entretenido (a ratos), porque Katy es como la gente de la noche: te lo pasas de miedo con ellos y en el momento les quieres un montón (a lo Nati Abascal), pero de día recapacitas y sabes que poco te van a aportar. Pero bueno, de cuando en cuando no está de más vivir el momento.
Puntuación: 6 I Escúchalo: Spotify
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