8 razones por las que James Blake mola
Mercury Prize a sus pies
James Blake ha ganado el Mercury Prize (a raíz de ello, este homenaje, claro), toda una sorpresa que nadie se esperaba. ¿Razones? Generalmente ganan o debutantes o clásicos. El grandote inglés estaba en las quinielas con su segundo disco, el excelente Overgrown, y a pesar de las alabanzas tampoco suponía un gran paso frente a su debut, ya que este también destacaba por su grandeza. Vale, es solo un premio, y ya sabemos que normalmente se basan en amigos lamiéndose el culo, pero en este caso suelen acertar tanto en nominados como ganadores, así que cierto crédito tienen. Y celebramos su triunfo.
Toda su obra supura genialidad
Tanto su debut como el segundo disco, al igual que EP’s y singles están por encima de la media. Es de suponer que, cono sucede siempre, el listón descenderá en algún momento del futuro, pero dudamos horrores que el bajón resulte escandaloso. Aquí hay magro.
Su equilibrio entre moda y esencia propia
Cuando el dubstep (o post-dubstep) estaba on fire él decidió tomar ciertos elementos y llevarlos a su terreno, generando un estilo tan personal como a la moda. Ahora que el género está de capa caída él sigue a lo suyo, manteniendo las señas de identidad del mismo pero elevándolo a un nivel personal e intransferible. Si suena a James Blake tiene que ser él, porque nadie ha tenido los huevos de fusilarle. Incluso aunque cuando le conocimos su voz recordaba a Anthony, a día de hoy ya no hay confusión de identidades.
Su música puede llegar a todo el mundo
Aunque por ahora tampoco es que gane MTV Awards (ni falta que le hace). Pero a nivel comercial no le va nada mal, ya que puede gustar al más indie o a una pija fan de Bruno Mars, como les puede suceder también a coetáneos como The xx. Aunque siempre hay un sector de la población que no escucha «música lenta» porque parece que quiera estar de rave todo el día o porque la vida es demasiado corta para no estar exultantemente feliz las 24 horas. Pues nada, a ponerse a Juan Magán.
Los directos son la repera
Aunque muchos no tengan educación y arruinen en parte la experiencia, cuando James sube al escenario se adueña de la atmósfera del lugar. Incluso a veces peque de bajos algo graves, estamos ante un experto a la hora de hacerse con el control de la situación, de manera sutil y elegante, sin estridencias ni excesos que empañen el siempre sugerente tono de su obra. Y vaya control de la voz.
Su atractivo no apto para todos los paladares
Para el ciudadano medio, en este caso femenino y hetero, que solo se fija el pectorales del tamaño de las tetas de las de Cicciolina y rostros socialmente bellos que transmiten menos que un anacardo se trata de un chico de lo más normalito, incluso feucho. Para el resto (los que menos) es un ser adorable y mono que dan ganar de ponerle un piso. Y luego esos son los mejores en la cama: los que las matan callando. Además es alto y ancho de espaldas, un plus.
Su cercanía
James es todo menos una diva. Humilde y cercano, te podrías ir a tomar una caña con él o pedirle sal para el cocido, que nunca te miraría por encima del hombro. Alguien sencillo, que no simple, con sentido común y sin delirios de grandeza (solo hay que escuchar o leer alguna de sus entrevistas).
No se duerme en los laureles
Desde que le conocimos en 2010 no ha parado. Dos discos, EP’s, singles, giras, festivales, videoclips. Y siempre al más alto nivel. Olé.
jarto