Los 10 tipos de fans más absurdos y dañinos
Uno de los más importantes elementos diferenciadores entre la música contemporánea y el resto de la historia de este arte es el fenómeno fan. A día de hoy, y gracias a internet, somos mucho más conscientes de ello, para bien o para mal. En este post para mal, ya que resulta imposible leer algo sobre determinados artistas y evitar este virus imparable que no hace más que crecer cada día que pasa. Está muy bien adorar a equis cantante o banda, pero por Dios, un poco de sentido crítico, raciocinio, respeto y menos prejuicios. Por supuesto aquí aparecen los fans extremos, que son los menos (pero tampoco se trata de un fenómeno aislado), y de bandas o géneros de plena actualidad y muy presentes en la red. En general temas que no valen la polvareda generada a su alrededor, pero lo que valen se ve perjudicado.
Britney Spears
Basura blanca, así es Britney, pero la queremos igual. No hace ni el huevo, no sabe cantar ni lo intenta, no dice más que «amazing» o «cool», la naturalidad no es su fuerte, y como dijo Dave Grohl muy acertadamente: «Está como muerta por dentro, como si no hubiera nada detrás de sus ojos». Sin embargo sus fans intentan justificar todas sus cagadas con excusas que no se las cree ni (Katy) Perry, y cuando acierta en algo, que puede tratarse simplemente de estar más avispada e ingeniosa en una entrevista, lo exaltan como si hubiese inventado la rueda (y con acertar me refiero a que lo haga ella misma; su obra musical es buena pero ya conocemos su nivel de implicación). Sabéis perfectamente lo que es y simboliza Britney, aceptadlo y disfrutaréis más de su música.
Christina Aguilera
Su potente voz, que no es sinónimo de buena voz (una cosa es llegar a notas altas y otra transmitir), se emplea para justificar su grandeza cuando la realidad es que tanto a nivel comercial como artístico no da una desde hace años. Y solo triunfar con Maroon 5 y Pitbull no dice demasiado de ella, porque además las canciones resultan bastante olvidables. Así que escudarse en su supuesto talento cuando no se refleja en su trabajo no tiene demasiado sentido. De su pasado, más estimable pero tampoco para tirar cohetes, no se puede vivir eternamente.
Justin Bieber, One Direction, Demi Lovato, Selena Gomez
Son jóvenes, muy jóvenes en general. Se les podría perdonar, pero luego piensas: «joder, creo que yo no era tan mongolo a esas edades». Ver como trending topic día sí y día también a toda esta panda y como despellejan sin ningún tipo de educación cualquier opinión contraria ha pasado de hacer gracia a saturar. Sin embargo de este caso resulta curioso que se apoyen entre ellos en muchas ocasiones, quizás porque saben que beneficiará a su artista favorito a llegar a lo más alto de Twitter o simplemente porque todos tienen demasiadas cosas en común como para odiar al contrario (quizás 1D están un poco fuera de todo ese incesto «yanquidisneyano»).
The Killers y bandas NME
Pues mira, no: Mr. Flowers y sus chicos nunca han representado el epítome del indie («¿Que qué escucho? Pues grupos indies, como The Killers»). Ni la propia banda vendió tal imagen y actitud, o al menos no de manera flagrante y descarada. Y ya gritar a los cuatro vientos que sus discos son la monda no tiene ni pies ni cabeza. El tópico de «banda de hits» es de los que se cumplen, como bien ha demostrado su último recopilatorio, que se trata de su mejor trabajo. También están los «fans» que solo les adoran por las mismas canciones de siempre (cinco o seis), pero luego están entre sus grupos favoritos (?). Pero ambos coinciden en reivindicar lo cool que es la banda (y por extensión ellos mismos). Y estos argumentos se pueden aplicar a buena parte de la generación NME.
Muse
Lo de Muse es una religión. Ya se comentó en su día, y en redes sociales se pudieron leer contestaciones al artículo escasamente razonadas (pero bueno, así funcionan este tipo de fans, ¿no?). Aquí la banda juega un papel preponderante, ya que su tono endiosador solo tiene un culpable: ellos mismos. Si en cada disco parece que revelan el sentido del universo o la llegada del apocalipsis, normal que sus seguidores actúen de tal manera. Si tocasen la guitarra acústica y hablasen de lo que les gusta la chica de al lado otro gallo cantaría. Pero bueno, tiene que haber de todo.
Indie nacional: Vetusta Morla, Lori Meyers, Supersubmarina…
Ya flipamos con el capítulo de Supersubmarina hace un par de años, pero se puede aplicar a la mayoría de estas bandas pop-rock que muchos elevan a las alturas a pesar de que, a lo sumo, tienen algún disco notable, pero que tampoco aportan demasiado al panorama musical y no, nunca encabezaron la salvación de la música nacional. Contemplar tanto postureo provoca que muchos no puedan ni olerlas. No es justo, pero a veces resulta inevitable no discernir.
Rockeros
Siempre han odiado al pop, tachándolo de música poco auténtica y prefabricada, posiblemente guiados por un complejo de inferioridad debido a su menor aceptación a nivel social, aunque a su vez se aprovechen de ello, porque cuanto más minoritario más molón, algo que también sucede en el indie y que se puede apreciar en ciertas bandas de la lista. Los rockeros tampoco destacan por su capacidad de asimilación: si una banda decide innovar la esencia se pierde, sobre todo si giran al pop o la electrónica. La derecha de la música.
Poperos
Ellos quieren hits, y que ningún artista mainstream se digne siquiera a publicar algo medianamente experimental que no entra en sus cabecitas: «qué música más rara». Cerrazón mental total, vamos. Y luego está el tema de las listas. «Es que ha sido número uno»: pues muy bien. Que siempre mola que tu artista favorito llegue alto en listas (salvo que vayas de indie de chichinabo), pero si Mariah tiene más números uno que Elvis no quiere decir absolutamente nada. Aquí se podrían incluir los fans de las popstars antes citadas, pero ambos aspectos se pueden aplicar en menor medida a una buena parte de la población (aquellas míticas etiquetas de «Número uno en álbumes» en los cd’s estaban por algo).
Emos
En el sentido más casposo: Tokio Hotel, que han demostrado que todavía existen en los últimos EMA, o 30 Seconds to Mars, que siempre están al pie del cañón en estos premios y sus fans votan en masa para que siempre ganen en la categoría de mejor banda alternativa. En realidad se puede emparentar un poco con los de Muse salvando las distancias: todo es grandioso, enorme, intenso, más grande que la vida y la propia banda tiene 100% de culpa de este adiestramiento. Aunque los de Muse no se rajan los brazos. A pesar de que tal actitud de manera tan continuada puede resultar agotadora, ellos son así de sentidos.
Lady Gaga
Los little monsters constituyen la peor plaga de fans que uno nunca pudo llegar a imaginar. Se desconoce si tal nivel de histeria hubiese existido antes de las redes sociales, si estas les han dado alas o solo les ha hecho visibles, pero merecen un estudio en la universidad de Wichita como poco. Por supuesto Gaga se lo buscó con sus discuros de sé tú mismo, que en teoría resultaban positivos, aunque es probable que nunca pensase que llegarían tan lejos. Es genial sentirse arropado por tu artista favorita si, por ejemplo, sufres bulling por tu condición sexual, pero no resulta tan guay que te comportes como un paleto sin pizca de sentido común. Y a partir de ahí el enajenamiento no cesa e Internet se convierte en un compendio de lovers y haters intratable, destruyendo una de las razones que justifican la red: conocer y valorar la opinión de otras personas sobre un determinado tema. Ahora todo es una batalla campal. Sin duda estamos ante la artista más perjudicada por este tipo de comportamiento, y como se planteó en la reseña de ARTPOP, debería desprenderse de ellos lo antes posible dando un giro a su carrera.