Grandes festivales españoles: ¿son coherentes respecto a sus orígenes? (I)
Cuando surgen quejas en torno al cartel de un festival, ¿cuál suele ser la razón? Bueno, siempre hay objeciones que no tienen ni pies ni cabeza o salen de una mente cerrada (Julieta en FIB pudo ser discutible, pero de ahí al drama que se vivió…), sin embargo las que sí resultan razonables se basan en un único factor: la coherencia. Festivales que nacieron con una esencia para acabar tirándola a la basura, acciones basadas en decisiones tomadas por motivos puramente comerciales. Una traición en toda regla, vamos. Aquí tomamos los más longevos y/o de renombre, los que tienen más riesgo de venderse (el poder y el dinero es lo que tienen), comparando carteles de varios años y teniendo en cuenta cartel, sin valorar otros aspectos de la organización.
Sónar
Si se comparan, por ejemplo, los tres primeros y los tres últimos años se pueden observar diferencias, evidentemente. Aunque muchos artistas que protagonizaron la primera época no resultarán muy reconocibles salvo para los expertos en música vanguardista o los que nacieron de los setenta para atrás, en general no se encontraban al nivel de popularidad de muchos de los confirmados recientemente. Esto, como sucede en la mayoría de los casos, se debe a que el festival vio la luz en un formato bastante más reducido que el actual, y quizás no podía contar con demasiados grandes nombres del género por aquella época, aunque Orbital ya había pegado el pelotazo, Laurent Garnier con su debut recién publicado o Richie Hawtin dando mucho que hablar (que siempre vuelve) estuvieron presentes en estos primeros pasos.
Los artistas de renombre fueron en aumento, pero el festival siempre se ha caracterizado por dejar un gran hueco para la sangre nueva, especialmente en su formato de Sónar de día, que muchos prefieren por encima del de noche. Pero también han surgido ciertas voces discordantes durante las últimas ediciones por la inclusión de artistas que no entrarían en el rango de «música avanzada», concepto siempre arraigado a la imagen del festival. La presencia de Lana del Rey o Two Door Cinema Club ha levantado ampollas, porque, para ser sinceros, no casan demasiado con el espíritu del evento. ¿Se han vendido? Como ya se comentó en el post de TDCC, resulta evidente que con ese tipo de estrategias solo se pone de manifiesto el ímpetu comercial de la organización, pero visto de otra manera, más racional y funcional, se trata de un nombre entre decenas. Si no quieres ir, no vayas.
El problema llega cuando un festival varía su esencia, y en este caso esta se mantiene bastante fiel a la original. No es menos cierto que también ha habido cierto giro hacia el pop en una buena parte del cartel (ya desde principios de los 2000), casi siempre con sintetizadores como acompañamiento, claro, además de mayor presencia de géneros negros como el hip hop, lo que para los amantes de la electrónica más pura pondrán en entredicho, aunque a estas alturas ya habrán desertado, acostumbrado o se sentirán demasiado mayores para asistir a festivales. Pero no hay duda que la mayoría de novedades que han ido incluyendo en los últimos años mantienen ciertos lazos con la propuesta original, además de que la mayoría del cartel sigue basándose en la experimentación electrónica.
Nivel de coherencia: 7,5
SOS 4.8
El caso del festival murciano resulta curioso, y algo oscilante. Desde 2009 siempre se ha mostrado algo vacilante en el target que buscaba. Su puesta de largo, bastante más tímida en número de artistas, no distaba demasiado respecto a la esencia de las últimas ediciones, donde se busca al público encantado con el indie de corte más popular y la electrónica más bailable. Digitalism, The Chenical Brothers, Second o Kaiser Chiefs dominaban, aunque cpn la presencia de algo tan adulto como Rufus y en este caso también clásico como James. La segunda edición mantenía el estilo, digamos, más juvenil, pero la sección adulta se potenciaba con nombres como Pj Harvey o Spiritualized. En la tercera se produjo el boom del festival, que creció considerablemente, potenciando la presencia de bandas españolas tipo Dorian o Love of Lesbian, algo que se ha mantenido en las siguientes ediciones, la electrónica noventera estilo Fatboy Slim, que siempre ha contado con su hueco, y manteniendo ese nicho de música para gente más talludita.
Sin embargo en 2011 se vio el potencial del público joven y todo se fue de madre: Steve Aoki, Lori Meyers, Editors, Vetusta Morla, The Kooks, Two Door Cinema Club, The Zombie Kids, Second… Todo para echar a correr y no mirar atrás. O sea, genial que contraten artistas que ese corte, ¿pero tan a saco? Todo resultaba demasiado forzado en buscar a ese público que salió asqueado de la radiofórmula de nuevo siglo para encontrar propuestas que sobreviven a base de un par de singles de calidad y que tampoco suponen el súmmun del riesgo y que tanto explotan las discotecas antiguamente denominadas indies. El caso es que todo parecía perdido, hasta que la edición 2012 empezó a confirmar nombres de caché, con carrera, que no se sostenían en dos temas resultones: The Flaming Lips, Pulp, The Magnetic Fields, Kiko Veneno o Mogwai se unían al indie vox populi más novedades tanto nacionales como internacionales. Vamos, que supieron conjuntar ambos tipos de públicos… o al menos en teoría. Porque si uno echaba el ojo el nivel de «chonismo» del público se sentía en la Fabrik.
Quizás por ello en la última edición tomaron dos importantes decisiones: volver a la fórmula «teen», prescindiendo de artistas más clásicos, pocos adultos (M83 y The xx sobre todo, aunque al menos eran los cabeza) y reducir a la mitad el cartel de bandas y solistas para cambiarlos por djs. Lo que se busca es mayor margen de beneficios al potenciar al público joven que quiere emborracharse y bailar a lo loco y ahorrar costes (no se trataba de djs excesivamente famosos). ¿Qué pasará en 2014? Por ahora parece que siguen con la opción de electrónica machacona a gogó (The Bloodybetroots), bandas internacionales hypeadas que no valen más de un hit (The Strypes), indie pop español de usar y tirar (Supersubmarina), una banda de prestigio internacional pero de fácil digestión (Phoenix) y un clasico trallero en decadencia (The Prodigy). ¿Habrá otro giro en el futuro como la edición 2012? Parece poco probable, pero también es verdad que nadie hubiese apostado nada después de 2011…
Nivel de coherencia: 5
Arenal Sound
Este caso no da para tanto (ni los dos siguientes), ya que solo cuentan con cuatro ediciones de vida, pero ya en la segunda entrega la organización decidió un giro de casi 180º que hasta hoy sigue vigente, y parece que por mucho tiempo. En 2010 el festival se presentó como un festival apto para todos los públicos, en el sentido más amplio de la palabra: clásicos M80 (Simple Minds, The Cramberries), electrónica megatron (Wally López, Roger Sanchez), Cadena Dial (Miguel Bosé, Maldita Nerea), perroflaútismo (Bebe, Macaco, Los Delincuentes), pop nacional en tierra de nadie (Marlango, Delafé, Iván Ferreiro), etc. Quizás solo alguno de este último grupo y Autumn Comets y Vitalic tendría cabida a día de hoy. Una jodida locura que simplemente por ir a modo de estudio sociológico hubiese merecido la pena darse un garbeo por el festival. A partir de 2011 comenzó a seguir una línea similar al SOS 4.8: electrónica trallera, indie pop facilón nacional y bandas en la onda NME y sucedáneos.
Nivel de coherencia: 6
Low Cost
Nació casi a la vez que su compañero levantino, un año antes, aunque la primera edición el cartel no llegaba ni a los 10 nombres, así que la puesta de largo fue en 2010. De fórmula casi exacta, (Lori of Lesbian, NME), aunque con menos electrónica pura y más presencia de guitarras, en la última edición se desmarcó con la confirmación de Portishead y Belle & Sebastian, que suelen atraer a un público más madurito. Quizás porque comparten comunidad autónoma y se celebran en fechas similares, han querido no solo centrarse en la chavalería porque saben que frente al boom del Arenal tienen las de perder. Pero a pesar de esta variación, se ha mantenido bastante fiel a sus principios, que pueden gustar más o menos, pero aquí se está para juzgar eso (bueno, se nota la línea editorial y los gustos de la web, pero es lo que hay).
Nivel de coherencia: 8
Día de la Música
Día de la Música se creo para conmemorar, pues eso, el Día de la Música. De primeras se planteó en 2006 como un festival gratuito, y la mayoría de bandas provenían de nuestra geografía, pero a partir de 2010 abrieron la veda de artistas internacionales que tenían el objetivo de engrandecer el festival. Tanto la letra pequeña como la grande, se trufó de gente de todo el mundo, más novedosos o más clásicos, para todo tipo de público, sin dejar a un lado su faceta más nacional, que siempre ha ido de lo obvio a propuestas más arriesgadas. Y como tampoco se trata del día de la música nacional, resulta razonable tal evolución que no desmerece a sus orígenes. Se trata del caso donde la ampliación de miras no traiciona en ningún momento el espíritu del festival, sino que hasta tiene sentido y se agradece. Otra cosa es que se piense, y no solo en este festival, que si desde el primer momento incluyen a artistas facilones ya se estás vendiendo desde la propia concepción del mismo. Puede ser, pero al menos hay coherencia.
Nivel de coherencia: 9