Beyoncé – Beyoncé

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La manía de la mayoría de publicaciones de presentar las listas de lo mejor del año un mes antes de que este concluya les ha salido caro esta vez (aunque no será la primera ni la última). Un «tonto el último» que obvia una doceava parte del año en el que, sí, no suele haber gran cosa en lo que se refiere a lanzamientos discográficos, pero siempre puede haber sorpresas. Lo que nadie esperaba es que viniese de la mano de Beyoncé. Algo tramaba, todos lo sabíamos, y sin embargo, conociendo el funcionamiento de la industria mainstream, que bombardea hasta la saciedad con todo tipo de estrategias, llama la atención este movimiento. Los casos de Bowie, Timberlake y Daft Punk fueron similares, pero los tres discos se anticiparon con un single sorpresa; aquí sin embargo el lanzamiento del quinto trabajo en solitario de la ex Destiny’s Child ha sido de sopetón, sin adelantos oficiales, una jugada más extrema si cabe. Ni un día antes como My Bloody Valentine: zas, ahí lo tienes, deal with it! Y con despiste incluido (día atrás se sugirió que su nuevo disco aparecería en algún momento de 2014).

Todo esto en realidad no tiene que ver con este disco homónimo… ¿o sí? Porque quién se arriesgaría a publicar un disco por esta vía si el contenido no cumpliese. Y es que por mucha estrategia de no promoción, si no hay chicha de poco sirve el impacto.  A pesar de que el inicio dé un poco de miedo con ese «mi aspiración en la vida es ser feliz», el tema que lo contiene, Pretty hurts, tampoco supone una pastelada como antiguas diabetes sonoras de la Knowles, y el disco gracias a Dios tampoco (bueno, quizás Heaven y Blue como cierre). Escrita junto a Sia, no se sale del tiesto respecto a otras baladas medio tiempo de su carrera, no es Halo (tampoco destila su rollito hortera), pero supone una apetitosa carta de bienvenida; que por cierto también en esta onda está más adelante en el tracklist Jealous, todo un highlight baladístico. Bien, pero no chocan como Haunted, que dura más de 6 minutos (y no es el único corte), con secciones que van del piano y voz a homenajes al post-dubstep británico, además de hip hop de corte electro y/o minimalista y hasta toques ambient. Beyoncé la más moderna del lugar, claro que sí. Drunk in love resulta más cotidiana: cotidiana por la participación de su marido Jay Z y por suponer la continuación natural de Crazy in love. A pesar de su r’n’b menos experimental (lo de Haunted es que es muy fuerte), no cae en los tópicos sonoros del género y se trata de uno de los platos fuertes.

Si por algo destaca el álbum es por una producción muy cuidada y, aunque mantiene los lazos con su antiguo sonido y el r’n’b contemporáneo en general, no se perciben, o no al menos de manera descarada, los mismos trucos de siempre. Y eso que Timbaland y Pharrell Williams pululan a sus anchas (y Justin Timberlake acompaña al primero, cómo no). Eso es porque a Beyoncé no le puedes dar la misma mierda reciclada que a un mindundi como Robin Thicke. Lo mejor de todo es que no siempre se percibe su presencia, como en el Love to love you baby 2013 que es Blow, disco funk modernizado con jadeos incluidos, donde participan ambos (¡lucha de egos en el estudio!). En la exquisita Superpower junto a Frank Ocean, tan elegante como siempre, está tras la mesa el ex Neptune, y en ningún momento lo parece, para bien. Incluso en una producción más del montón como Rocket se pueden percibir arreglos novedosos (aunque como canción acabe aburriendo). Y hablando de productores, en este caso productora, encontramos a Caroline Polachek de Chairlift en No angel, donde se nota a la legua que no estamos ante un sonido de origen mainstream en lo que se refiere a arreglos y especialmente sintetizadores.

En la sexual Partition, también de Timbo, se juega con estructuras irregulares y giros, bastante habitual durante todo el disco, como en la mentada Haunted, resultando uno de los aspectos más a tener en cuenta, porque además no pecan de forzados y no están ahí para rellenar. Drake le acompaña en Mine, que una vez más deleita gracias a su bipolarismo vocal (de gentleman sensible a gansta’), y que en seis minutos la canción se desmarca también de la típica estructura pop, también brillando gracias al  inteligente empleo de distintos trucos sonoros. XO aporta luz a un sonido generalmente oscuro, mostrando cierta exuberancia tropical y sustituyendo a Standing on the sun en ese papel, que parece que no superó el filtro quizás por resultar incluso más luminosa y no casar con el tono del álbum (porque gracia y salero tenía). Lo más bailable del conjunto, ideal para publicarlo como single el verano que viene. Así, el nivel general el nivel de temas es muy alto, y solo sobrarían la anodina Rocket y Flawless, que «goza» de la producción más manida, y chirría bastante en lo que se refiere al mensaje feminista, escrito y leído por la novelista Chimamanda Ngozi Adichie.

Aquí es donde entramos en el contenido de Beyoncé, ya que mientras la participación de Adichie se aboga por el carácter independiente de la mujer, Beyoncé siempre ha mostrado ciertas contradicciones en este tema, y este disco no se salva. La dependencia respecto a un hombre o vender su cuerpo por dinero (el empleo del desnudo femenino en el mundo de las pop stars es, en cierta forma, prostitución) forma parte inherente de su discografía (Single ladies la menos sutil) y escuchar un discurso de manera tan directa sobre lo contrario provoca un poco de urticaria. Y a pesar de todo, así es ella, nos guste más o menos, por lo que ha cumplido su cometido de parir un disco tan personal que hasta incluye audios de su infancia. Además hay amigos, marido, habla sobre sexo, amor, fama, su embarazo, su hija, ideologías. Esto es un disco personal (para una diva pop, se entiende) y no Britney Jean. Y por si fuera poco incluye vídeos para todas las canciones y alguno más de regalo, por lo que se puede considerar como un álbum muy completo tanto en lo musical como en lo visual. Pero como lo que nos interesa es el primer aspecto, resulta preferible reseñar el disco obviando la imagen, como nos obligó a hacer (y bravo por él) Kanye West con Yeezus en primera instancia. Otra cosa no será, pero los vídeos suponen el punto fuerte de la mayoría de pop stars, y Beyoncé no iba a ser menos, pero donde lo parte es en la música. Ahí, a día de hoy, y entre este disco y 4, se come a todas con patatas.

Os recordamos que Beyoncé y su gira Mrs. Carter Show 2014 pasará por la Ciudad Condal el próximo 24 de marzo, en lo que se antoja como un gran espectáculo. Aquí podéis conseguir entradas para Beyonce en Barcelona.

Puntuación: 7,75

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