Especial reseñas: discos que se iban a quedar en el tintero (II)

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Tras la primera entrega, aquí tenéis la segunda y última parte que recopila aquellos discos que en general merecían un tratamiento previo y más exhaustivo, especialmente en algunos casos (Boards of Canada nos odiarían si se enterasen), pero que por tiempo y falta de recursos se van acumulando a final de año. Además, a veces en pequeñas gotas todo entra mejor.

The Weeknd – Kiss Land

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¿De los altares a la mugre? Parece que así ha sucedido para mucha crítica con The Weeknd a partir del lanzamiento de Kiss Land. Que no os engañen, estamos ante un álbum que aunque se desmarca de sus predecesores en ciertos aspectos, mantiene con dignidad la hipnótica atmósfera de estos, posiblemente su mayor baluarte. Quizás el aire de ensoñación misteriosa se haya reducido, pero también incluye nuevos matices y parajes en lo que se refiere al diseño de sonido, más elaborado y complejo. Y es que la producción se ha expandido pero sigue resultando exquisita, todo un compendio lleno de detalles que enriquece el conjunto. Aunque quizás las mayores críticas vengan debido a la vertiente melódico, algo más discreta, o a cierta intensidad sexual y depravada que se ha quedado en el camino (no hay un High for this o Wicked games), aunque qué más da cuando temas como el homónimo, Live for o Love in the sky atrapan desde la primera escucha. La inmersión en los diferentes ambientes sonoros es total, y resultan tan exuberantes como antaño, pero desde un prisma donde el dolor suele ser el protagonista de la función. Porque la tierra de los besos a la que alude el título es más bien el recuerdo que el presente. Ah, y atentos al genial baile que se marca con Kavinsky en la versión deluxe del disco.

Puntuación:  8 / Escúchalo: Spotify

Mount Kimbie – Cold Spring Fault Less Youth

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Los ingleses Mount Kimbie son los que le vuelven a dar la vuelta de tuerca a los breaks con la excusa del post-dubstep. Fichados por Warp no podían defraudar en el pabellón alto que dejaron con su anterior entrega; de hecho no lo han hecho y firman uno de los discos más notables del año. Y lo es por la facilidad que ha logrado para llegar al ‘gran público’, gracias en parte a las voces más hiphoperas de King Krule y la de la mitad, Dominic Maker. Pero en Cold Spring Fault Less Youth también hay temas para la electrónica en boga y más introspectiva de Lie near, que rinde homenaje a Boards of Canada, la de la vieja escuela del downtempo en So many times, So many ways y los paisajes electrónicos de artistas como Four Tet. En definitiva un disco que explora las posibilidades del presente musical y  que intenta crearse un estilo propio, sobre todo cuando le da a la indietrónica -temazo Blood and form-, pero que irremediablemente suena a recopilación de artistas anteriormente mencionados y a los Burial, Gold Panda o Actress, pero sin llegar a las cotas de ellos; eso sí en su concierto de Madrid y Barcelona nos hicieron bailar de lo lindo.

Puntuación: 7,8 | Escúchalo: Spotify

Chelsea Wolfe – Pain Is Beauty

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Poca repercusión, o no la merecida, han tenido las obras de Chelsea Wolfe, y esta última no es una excepción. Por suerte tampoco es una excepción en lo que se refiere a calidad, un álbum que cala en lo más recóndito del ser humano, porque como reza su título, Pain Is Beauty, indaga en las heridas de la existencia, que aunque inaguantables en el momento de eclosionar, aportan sentido y valor a nuestro periplo vital (así lo atestigua el genial título de Destruction makes the world burn brighter). Este trabajo, como aquellas supuestas desagradables sensaciones, no es fácil, no todo el mundo podrá o querrá digerirlo, e incluso enfrentarse a él; su ethereal wave resulta denso y complejo. Lo sencillo es obviarlo y a otra cosa mariposa, pero este largo aboga, como el dolor, por dedicarle cierto tiempo y esfuerzo, no para revolcarse en él, sino para entenderlo aunque a veces parezca incomprensible, incluso sacar el lado «positivo», a pesar de que muchos crean que no existe. Doce cortes oscuros pero intensos, que tampoco rechaza la razón, tendencia muy criticable que muchos artistas siguen. No todo tiene que ser pasión exacerbada, y si por algo destaca esta mujer es por el equilibrio entre ambas, como una David Lynch de la música, lo que por cierto se también se podría aplicar a su envoltorio. Y como sus films, este disco deja huella.

Puntuación: 8,2 / Escúchalo: Spotify

 Boards of Canada – Tomorrow’s Harvest

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El año pasado publicamos un especial de discos que nunca llegan, y Boards of Canada estaba entre los elegidos tras siete años sin noticias de nuevo material. Pero como ha sucedido con otros artistas de la lista, 2013 se ha portado de maravilla y nos ha regalado celebrados comebacks que incluye a estos falsos canadienses. Más de cuarto de siglo desde su primera obra y siguen en la jodida cresta de la ola en lo que se refiere a ambient.  Así lo atestigua Tomorrow’s Harvest, que resulta tan complicado de reseñar como fácil de disfrutar. No hay que ser un experto en el género para valorar la magnitud de la obra, que sirve de catalizador de sensaciones y recuerdos que a veces se muestran ambiguos o o se amontonan desordenados, pero quizás en esa confusión radique la magia del asunto. Para los que estén más al tanto de lo que sucede en el ambient (o IDM, o downtempo), el disco repasa de manera concienzuda varias etapas del género, que como en el resto de su carrera, puede ir de Brian Eno a Mike Oldfield, incluyendo la aplicación en su faceta más audiovisual, como cuando recuerda a las sintonías de los documentales o programas informativos de los setenta y ochenta, o incluso a las primeras piezas electrónicas en films de la época. Pero obviando influencias, estamos ante uno de esos discos que no te pueden contar, hay que vivirlo. Uno de los grandes del año.

Puntuación: 8,5 / Escúchalo: Spotify

Ryan Hemsworth – Guilt Trips

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El r’n’b de corte electrónico y/o contemporáneo está viviendo una etapa de lo más dulce, a un nivel comercial pero sobre todo independiente. Ahí es donde podría pertenecer Ryan Hemsworth, otra buena muestra que el género sigue aportando nuevos matices con cada nuevo artista que se une a la «moda», un término a veces peyorativo pero que si sigue trayendo trabajos del calibre de Guilt Tripsabrazaremos sin vacilar. Sin embargo el americano no se queda en el género estrella del momento y también se pueden atestiguar chispazos de cloud rap o wonky, aunque el hip hop sería el otro género a reivindicar en su obra. Todas las tonalidades negroides se entrelazan en temas instrumentales o cantados, estos últimos con la presencia de gente como Baths o Tinashe, que en general mantienen el tipo salvo algún que otro momento prescindible. Una recomendación: si el r’n’b de comercial de tintes hiphoperos no quiere vivir hasta la extenuación de las producciones de Pharrell y compañía, exprimidas hasta la saciedad, quizás deberían darle un telefonazo de Ryan. Todos saldremos ganando.

Puntuación:  7,5 / Escúchalo: Spotify

Holden – The Inheritors

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James Holden es otro personaje aventajado que ya nos dejó con la boca abierta en los años de esplendor del minimal con un Dj Kicks de infarto, la creación del mejor sello de la época, Border Community -donde ha publicado este largo-, y sobre todo con su anterior entrega The Idiots Are Winning, un clásico instantáneo y sin llegar a la treintena de años. Lo que no entendemos es cómo ha tardado 7 años entre un disco y este The Inheritors. Aunque si era para parir un disco como éste, se lo perdonamos. Simplemente James Holden juega en otra liga. Es otro de los músicos que nacieron al amparo de las virguerías electrónicas del minimal pasándose pronto a su parte más instrumental y dando como fruto auténticos paisajes sonoros de fácil reconocimiento. El ya no tan chico construye en su nueva entrega una intrincada amalgama de códigos hechos sonidos, paisajes analógicos llenos de saturación y misterio, que se pierden en el infinito para crear una fiesta pagana -o folk pagano como él mismo definió este disco-. Enraizada con lo profundo y con las ‘raíces’ de la electrónica. Un extraño viaje lunar a través de una imperfecta e impecable producción, temas llenos copados de pura psicodelia electrónica y estados anímicos variados, y en el que por suerte también se puede disfrutar de una parte más bailable como en Renata. Holden es así, reconocible, cautivador y fascinante.

Puntuación: 8,5 | Escúchalo: Spotify

Baths – Obsidian

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Baths es el nombre de Will Wiesenfeld, a quien conocimos bajo los auto-lanzamientos de su otro proyecto, Geotic. Obsidian es su segundo largo tras tres años de parón debido a una enfermedad que le postró en cama. Vuelve otra vez con Anticón, sello de hip hop avanzado para el que Baths es una pieza, un tanto encajada a la fuerza, pero que sin embargo lo hacen de maravilla con los ritmos rotos que juegan al despiste. Más allá de eso, Baths juega a la indietrónica que nos emocionó hace una década pero que todavía nos sigue agradando escuchar y más cuando hay una voz de por medio, con muchos falsetes, eso sí. Para los nostálgicos de The Postal Service, este será un disco que les encaje de nuevo en su estantería y con el que recuperarán la positividad y alegría desmedida que suponía esos golpes de aparatos. Virtuosismo de bases electrónicas y agradables temas pop dulcificados y poco más, como nos lo hizo ver en su reciente concierto en Madrid.

Puntuación: 6,5 | Escúchalo: Spotify

Co La – Moody Coup

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Adentrarse en el mundo de Co La es adentrarse en un mundo extraño de experiencias lisérgicas, para aquellos que esperan el viaje de su vida en la intimidad de su hogar. Juega a ser Dios en este compendio de gotas electrónicas, voces de la new age colgadas de la lámpara y de un sin fin de sonidos en 3D. Posiblemente amigos de Oneohtrix Point Never, James Ferraro y Matmos comparten con él la misma filosofía de regalarnos la música concreta -la avanzada allá por los 60- contemporánea con una visión puesta en la new age, los estados alterados de conciencia y el patchwork musical. Un disco que busca la belleza en los sonidos, que no en las melodías, en la asociación mental de unos instrumentos con otros, y en la sorpresa que sobreviene al oyente cada pocos segundos. Moody Coup es un disco difícil, fácil de escuchar.

Puntuación: 8,2 | Escúchalo: Spotify

Connan Mockasin – Caramel

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Connan Mockasin es raro, pero nos encanta que sea así. Gracias a su poca ortodoxia a la hora de componer, podemos hablar de psicodelia de la buena y no de ese sucedáneo que grupos como Tame Impala facturan y que tanta histeria genera. No, Connan Mockasin arriesga y en Caramel, su segundo álbum, nos habla -principalmente- del amor, pero de la forma más desgarradora posible. Trágicamente. Y con la misma fórmula pero un sonido más desnudo que el de su anterior largo Forever Dolphin Love, delegando más responsabilidad en su aterradora pero fascinante voz (distorsionada). En el álbum encontramos canciones románticas, trágicas y sensuales, como I’m the man, that will find you, Why are you crying? que de manera acertada -y elegantemente excesiva- empieza con un conmovedor llanto o I wanna roll with you, canción que cierra el disco. También encontramos cinco canciones (las 5 It’s your body…) con una carga sexual enorme de las que se puede interpretar mucho más de lo que dicen. Conmovedor, pervertido y raro.

Puntuación: 8,5 / Escúchalo: Spotify

Trentemoller – Lost

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Dudamos que el alemán Trentemøller esté perdido con su nueva entrega porque de nuevo nos vuelve a dar una lección de lo que la recamara de la influencia techno puede dar de sí; pero no os confundáis con el techno de bailar, que eso hace mucho que dejó de ser solo para la pista. Tras unos discos dedicados a este género, Trentemøller ha descubierto en Lost aún más si cabe la cara amable de las máquinas para sacarle más brillo a éstas y a las voces femeninas que participan, además de colaboraciones de excepción como Low. Y es que las influencias son pocas para dar vida a un disco a la vez tan cuidado, cinematográfico, potente y variado. Destacan temas pausados como The Dream con Low y Morphine, influencias al synth pop de Candy tongue, la indietrónica emocional de Gravity, donde pasa de un estado frío electrónico a unos cálidos coros, junto con Never stop running, en la cual voces y electrónica se mezclan a la perfección.  Mientras está Still On Fire, que es el auténtico rompepistas inteligente con un bajo y saxo que se clava en los oídos. Así, parece que ha querido jugar de igual manera con la guitarra, el post rock y el shoegaze que con la electrónica, y le ha salido un disco de lo más rico y variado, fruto de una búsqueda de su identidad propia.

Puntuación: 7,8 / Escúchalo: Spotify

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