Manel en L’Auditori, Barcelona (15º Festival del Mil·lenni)
Aunque estamos bastante acostumbrados a ver a Manel en directo, puesto que no se han dedicado a descansar precisamente desde que lanzaran en 2008 su primer álbum, Els millors professors europeus, la de ayer era una oportunidad de verlos en una sala de la envergadura de la sala Pau Casals de L’Auditori barcelonés que no podíamos dejar pasar.
Enmarcado dentro de la decimoquinta edición del Festival del Mil·lenni, el concierto que el cuarteto barcelonés ofreció fue la oportunidad perfecta para conectar con varias generaciones de fans entregados, como atestiguaban iaios, padres, adolescentes, parejas y críos, todos congregados para ver a la agrupación presentar su magnífico tercer disco Atletes, baixin de l’escenari, además de dar un repaso a su aún corta pero sólida discografía.
Empezaron tranquilos, apenas cinco minutos después de la hora estimada, con Banda de rock, para acto seguido dar paso a Ai, Yoko, una de las canciones más emotivas y de genialidad lírica de su repertorio. Después de unas pocas canciones, Guillem Gisbert se presentó, y además recordó al público que era la primera vez en mucho tiempo que actuarían solos. Al parecer, el tener la oportunidad de hacerlo después de tanto tiempo les causaba especial ilusión, porque se esmeraron todo lo que pudieron en hacernos pasar un momento especial.
Tras un puñado de canciones con una puesta en escena más, digamos, introspectiva, llegó el punto de inflexión con La gent normal, divertida versión del Common People de Pulp, y que se ha convertido en un clásico de su repertorio. A partir de este momento, empezaron a combinar show y concierto, jugando más con las luces, bailando discretamente cuando fuera necesario y emocionando al público, con hits de la terra como Vés bruixot!, Boomerang o Ai, Dolors.
El clímax, sin embargo llegó con Teresa Rampell, canción en la que Gisbert pidió al público que, en lugar de las típicas palmas, baile de la forma más extraña posible. Y el público, tan heterogéneo como podáis imaginar, ni corto ni perezoso obedeció. Tras la enajenación colectiva, llegó el primer bis, con canciones como Aniversari y En la que el Bernat se’t troba, canciones que ya forman parte del patrimonio cultural catalán. Y después, el segundo bis, ahora sí, el último, con la cínica Un directiu em va acomiadar y con Al mar!, canción que no hay alma en el principado que no conozca.
En total, dos horas en las que nos entregaron discretamente y sin demasiada pretenciosidad no únicamente su último disco al completo, sino que tampoco se dejaron ninguno de los temas más queridos de sus trabajos anteriores. Al final, no queríamos que bajasen del escenario.
Foto: El Punt Avui.