Por qué Madonna ya no puede caer más bajo

The Sound of Change Live concert, Twickenham Stadium, London, Britain - 01 Jun 2013

Este fin de semana se ha confirmado lo que todos rezábamos a la Virgen del Contrapasmo para que solo se tratase de un rumor que de tan evidente finalmente fuera falso: Madonna trabaja con Avicii, el dj y productor de moda. Y es que resulta tan predecible su desesperación por ser la más moderna del lugar (o lo que ella cree que significa ser moderna) que se tornaba hasta paródico la posibilidad de que lo que ya protagonizó nuestras peores pesadillas acabase tomando forma, y así ha sido. Una vez más el nivel de arrastre de la Reina del Pop está llegando a máximos históricos. Y si mantiene su título es porque al final nadie ha sido capaz de alcanzar su estatus de icono. Sí, sigue viviendo de su pasado.

La naturalidad nunca ha supuesto el fuerte de su carrera, y menos en los últimos tiempos, porque a controladora no le gana nadie, pero de alguna manera solía plasmar un inigualable carisma en su música a pesar de que todo estuviese medido al milímetro. Con el tiempo aquella chispa ha perdido fuerza y brillo hasta un último disco tan majo como anodino (ahora lo bajaría a un 6). Pero lo del dj sueco ha sido ya la puntilla. Da igual que trabaje en el disco entero o solo un par de temas, la italoamericana ha perdido el norte por seguir enganchando a la chavalería, en un movimiento tan estudiado como cuestionable, porque no se da cuenta que se trata de una batalla perdida de antemano frente a las Rihannas y Katies de turno.

El tema va más allá de si Avicii mola o no, porque aunque no ocupa un lugar en nuestros corazones, peor hubiese sido que David Guetta produjese MDNA en su momento (los rumores incluso avanzaron el nombre del primer single: Boom), porque el chico con cara aniñada tiene algunos hits fácilones pero tampoco tan vulgares como otros coetáneos. Vamos, que sin innovar un ápice podría ser mucho peor como sucesor no oficial del dj francés. Sin embargo, aunque se tratase de la última venida de Jesucristo, esta decisión seguiría siendo muy criticable. Ya lo fue en su momento con Hard Candy, a pesar de que Timbaland todavía seguía en forma (aunque le quedaban dos cafés), debido a que Estados Unidos se había olvidado de ella y ansiaba a cualquier precio un top 1 en Billboard que nunca llegó (4 minutes tuvo que «conformarse» con el 3).

De acuerdo, la calidad del productor también influye: Timbo se come a Avicii con patatas. Si su súbdito del momento ha perpetrado en su pasado auténticas virgerías en el estudio (como Timbaland), al menos es capaz de tapar ligeramente la actitud desesperada de la diva, pero si estamos ante uno del montón (como Avicii), poco se puede salvar. Que sí, que seguro que nos regala un par de guilty pleasures, ¿pero dónde está el riesgo de los noventa y parte de los 2000? En los ochenta no lo necesitaba porque su desparpajo pop se presentaba tan irresistible que no hacía falta un mínimo de experimentación. En los noventa resultaba evidente que la frescura (medida) de sus primeros años había pasado a mejor vida, y tocaba compensar. Ahora que ni una ni la otra, ¿qué nos queda? Pop de usar y tirar.

Toda la culpa recae en el problema que tiene Madonna con envejecer, que es de dominio público. Es decir, la mayoría de mujeres del star system están obsesionadas con ello, pero lo de la Ciccone ya pasa de castaño oscuro de unos años a esta parte. Liarse con chicos que podrán ser novios de su hija, implantarse grillz en los dientes o inyectarse tanto relleno facial que su cara parece una enorme y acolchada almohada son algunas de sus perlas. Genial que lo haga, estar en los cincuenta no implica quedarse en casa haciendo calceta, pero también hay que asumir que Forever young solo es un gran hit de los ochenta, no una realidad. Una cosa es mantener una actitud juvenil y otra obsesionarse y que afecte a tu trabajo, sobre todo cuando te dedicas al mundo del arte (arte pop, pero arte al fin y al cabo). Y a veces las obsesiones han generado grandes obras, pero este no parece que vaya a ser el caso.

¿Cree que los adolescentes van a verla como una chica top? Para nada, y menos gracias a la cultura del culto hacia la juventud en la que ella misma ha influido. Da igual que detrás de su música esté el artista de moda, ahora su público es otro, y debería cuidarle mejor. Está tan cegada por parecer joven que no se da cuenta que un producto adulto adecuado vende mucho más que uno dirigido a los menores de 25. Ahí está Adele, el disco más exitoso de la década que compraron pequeños y mayores. ¿No sería más acertado publicar un producto más maduro sin que olvidase la fiesta y pista de baile? Lo peor es que ya lo hizo en su pasado, especialmente con Music, por lo que no es nueva en estas lides y no tiene excusa.

Solo hay que ver su cuenta de Instagram, un fiel reflejo del tema base de este artículo: como una choni de veinte años cualquiera. Porque no solo es que busque la juventud, es que busca la juventud choni. Por otra parte ya sabíamos de su egocentrismo, pero siempre fue el de una diva, por lo que, aunque debe de ser insoportable vivir con ella, para el ciudadano de a pie resultaba hasta atractivo (para gente cercana ya tengo a mi madre). Ahora estamos ante el egocentrismo de una señora con síndrome de Peter Pan con el pelo cresta que se saca fotitos de las mayores chorradas. Hasta para ser egocéntrica hay que tener gracia, y ella ya no tiene ni eso. Lo único que la mantiene con vida son las giras y la sombra de lo que un día fue. Y pensar que hace un par de años publiqué esto. Porque sí, siempre he sido un fan acérrimo, pero también sé ver y aceptar la realidad, justo lo que a ella le falta.

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Comments
  1. Omar Vela

    No tardan los madders en hacerse presentes, ciegos y llenos de insultos para todo el que no opine que Madonna sigue siendo la «reina»

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