Sisyphus – Sisyphus
Sisyphus es el proyecto artístico de tres pesos pesados de la electrónica, hip hop y el neofolk actual, cada uno en su papel, como piedra angular de un singular triángulo. En la voz cantante y parte hip hop tenemos a Serengeti, fiel a su estilo callejero más envolvente y accesible, Son Lux, alquimista de los breaks experimentales y Sufjan Stevens, contemporáneo del folk en su vertiente más indie y electrónica a partes iguales. Pues bien, con este cocktail no es de extrañar, al menos, que nos queramos acercar a lo que puede dar de sí este proyecto, que bien puede ser un popurrí de estilos sinsentido o una obra magna. Digamos que ni una cosa ni la otra, pero el conjunto global es lo suficientemente acorde a su intención, así que por lo menos en la tarta de tres capas se aprecia claramente el tipo de chocolate de cada una de ellas.
Sisyphus es un proyecto puramente hiphopero basado en el virtuosismo y en la claridad de los ritmos, fruto en su mayor parte de Serengeti, auténtico revolucionario del estilo en Anticon cuando artistas como Anti-pop Consortium o Why? se alzaban como abanderados del nuevo hip hop. Sin embargo, Sisyphus está realizado desde una óptica más pop y accesible de la que todo el mundo puede quedarse enganchado en algún momento, sobre todo para fans de The Song of Adz de Sufjan Stevens.
Sisyphus juega al despiste y tras una pantalla de hiphop duro se esconde la fragilidad del rapero para mostrarse abierto y amable, como en el tema Rythm of devotion con vocoder incluido, donde asoman una amalgama de sonidos que van de los 80 al electro-funk. Otra poderosa arma de Sisyphus es la facilidad para crear ambientes y atmósfera cálidas como en Take Me, auténtico himno del proyecto, donde el ambiente sonoro de tintes mágicos merece una ovación. Ahí es donde entra en juego Son Lux como productor del disco y manipulador de sonidos, ritmos y auténtico creador de una atmósfera tan cinematográfica, neoclasicista y detallista durante todo el metraje; Flying ace o My oh my es imposible que no te hagan sentir como en algún cuento de hadas protagonizado por raperos. Por su fuera poco, también le dan al dance en Alcohol, un techno rapeado de lo más chulo que marca el fin de un disco con un sinfín de posibilidades llevadas a buen puerto.
Con Sisyphus no nos movemos en terrenos de Drake o Kanye West, quienes también tambalearon los cimientos del hip hop ortodoxo, sino en un producto más fino que busca más el rap de museo que de la calle. Accesible, de producción exquisita y creador de ambientes seductores, la mezcolanza intelectual le ha quedado muy bien a lo que podía ser un pastiche incomible. Por suerte el riesgo ha quedado en sencillez y la variedad ha quedado en un metraje que no desentona. Un disco hip hop para todos.
Puntuación: 7,8