Crónica SOS 4.8 2014
Como primera gran cita festivalera de la temporada, SOS 4.8 se engalanaba para recibir a miles de visitantes, de los cuales muchos no pasaban del parking del Eroski, donde como cada año se produce la fiesta no oficial. Ahí la presencia de la chavalería resultaba mucho más evidente, lo que podía provocar cierta pereza a los más maduritos, que preferían disfrutar de los primeros conciertos del festival.
Así sucedió con La Habitación Roja, donde la media de edad se disparaba, lo que no quiere decir que el ambiente de fiesta no estuviese a la altura, a pesar del todavía poderoso sol que abrasaba nuestros cuellos y cogotes. Si estás en esas condiciones y a esa hora es que no estás para pasar el rato y hablar con el de al lado. Hay que decir que no somos muy seguidores de ese tipo de pop-rock independiente (o algo) español, pero el viernes tampoco había mucho que hacer, por lo que tampoco se planteaba como mala opción. La presencia de su último disco era inevitable, pero resultaba evidente que no está tan rodado como sus clásicos, siendo las canciones de Nuevos Tiempos las más agradecidas. Así, sin cambiarnos nuestra vida, se trató de un buen aperitivo.
The Kooks siguen viviendo de su primer disco, y quizás la nostalgia era su mejor carta a la hora de atraer a una masa ingente de espectadores que poco reaccionaban ante los nuevos temas de su inminente nuevo disco o de los dos anteriores, salvo excepciones. She moves on her own way, Ohh la y Naive siguen siendo un trío ganador, al menos comparado con el resto, porque resultan canciones majas, pero, eso sí, totalmente intrascendentes (o quizás es que ya estamos muy mayores). El tamaño del escenario también se les quedaba grande y deslucía el repertorio, junto al doloroso hecho de que no estaban muy finos a la hora de tocar. Para pasar el rato, pero no demasiado.
The Prodigy, uno de los grupos más esperados de esta séptima edición del festival, no sorprenden ya a nadie, y ni falta que les hace. El que los va a ver sabe que se encontrará con una rave montada, y que, por supuesto, sonarán (casi) todos los éxitos de la ya mítica agrupación. Sí, el trío inglés que, por cierto, está en muy buena forma a pesar de llevar más de veinte años sobre los escenarios, tocó Breathe, Firestarter y Smack my bitch up, tema que desató la histeria colectiva. Incluso sonó Omen, un clásico de los británicos bastante más reciente. Además, dejaron caer varios temas del que será su sexto álbum de estudio, How to Steal a Jetfighter. Señores, hay Prodigy para rato.
En teoría la propuesta de Za! puede plantearse como algo marciana para esas horas, pero su descarga de adrenalina en forma de rock experimental acababa siendo todo un acierto para levantar cualquier ánimo en horas bajas. Y más después del muermo que se cernía justo después en el mismo escenario. Su estridencia podía incluso resultar agotadora si no empatizabas con su propuesta, arisca y ruidosa, pero los que aguantaban podían desfasar con uno de los directos más punzantes y efectivos del festival.
Al que decidió que programar a Is Tropical a las 4 de la mañana era una buena idea habría que darle una collejilla al menos. El estilo del grupo casa con la tarde o tarde/noche, pero si el cansancio se cebaba con nuestro cuerpo estábamos perdidos. Además de esperar media hora a que saliesen a escena, el sonido resultó nefasto, e incluso ellos se cabrearon por ello. Sin embargo no todo fue culpa de otros y los balones fuera tienen su límite, ya que sus canciones en directo pierden buena parte de la fuerza y gancho del estudio y solo el hit Dancing anymore, aparte de por lo evidente, sonó decentemente. Pero no, visto lo visto no se merecían que su tema fuese el himno del festival.
El sábado se tornaba mucho más apetecible y desde primera hora además. Triángulo de Amor Bizarro se enfrentaban cara a cara con el sol, pero ellos más chulos que un ocho tocaron con la mayor contundencia y abrasividad posible los mejores temas de sus tres discos, con presencia destacada del último Victoria Mística. Las melodías pierden peso frente a un sonido enardecedor y potente que junto con su ya conocida actitud hacía de catalizador de clásicos básicos como Super Castlevania IV, El fantasma de la transición, De la monarquía a la criptocracia o Estrellas místicas, que nos obligó (y nosotros encantados) a gritar el irónico y autocrítico “sonríe, hostia, sonríe”. Nosotros sin duda lo hicimos, pero con una expresión, por supuesto, chulesca.
Lo que no se puede poner en duda de Pony Bravo es su carisma y desparpajo sobre el escenario. El humor y la sátira es uno de sus puntos fuertes, que en directo gana mayor peso si cabe, y más todavía con temas como Eurovegas o El Político Neoliberal, que van directas a las yugular. Además se agradece que no se acomoden y modifiquen algunas canciones, por lo que no se queda en un simple copia y pega del disco y se nota que hay más trabajo detrás. Sin ser fans a muerte ni nada de eso, salimos muy satisfechos y resulta una pena que no gocen del éxito de otras bandas nacionales del estilo de Vetusta Meyers.
Quizás SOS 4.8 no era el emplazamiento ideal para un directo como el de Damon Albarn, por muchos temas de sus otros proyectos que interpretase, que fueron unos cuantos. Pero nada de Boys and girls, Song 2 o Feel good Inc., sino «hits» menores como Out of time y All your life de Blur, Tomorrow never comes, El manana, Kids with guns y Slow Country de Gorillaz y Kingdom of doom y Three Changes de The Good, the Bad & the Queen. Solo Tender, que sirvió de cierre, podría considerarse el único éxito que sonó durante una hora. El resto de temas se adecuaban a Everyday Robots, su primer disco en solitario, entre introspectivo y excéntrico, pero para nada facilón. Por ello mucha gente prefirió no asistir o ir retirándose conforme avanzaba el concierto. Es verdad que no se trataba de un directo para todos los públicos, más bien estaba pensado para fans de verdad, repasando muchos rincones de su carrera, con una gran banda acompañándole y él como siempre fallando vocalmente pero con presencia y carisma a borbotones.
Phoenix era una apuesta segura para echarse unos bailes y corear unos cuantos hits y sin resultar un clon exacto de su estupendo concierto el pasado año en Primavera Sound, aunque sin excesivas diferencias (¿Mars iba vestido igual?). Algo más corto, con alguna incorporación como Consolation Prizes o If I ever feel better y ausencias en la línea de Fences o Long distance call, casi los mismos excelentes audiovisuales (genial el paseo por París) y una actitud sobre el escenario correcta. Abrieron fuego con Entertaiment, el éxito de su último Bankrupt!, para seguir con Lisztomania y Lasso entre otros, sin faltar la agradecida sección más ambiental de Sunskrupt! (mezcla de Love like a sunset and Bankrupt!) e ir volviendo a los temas más esperados como 1901 y Rome y acabar el marido de Sofia Coppola lanzándose al público. Muy divertido y con más chicha de lo que se podía pensar, allanaron el camino de la noche para la fiesta pop que vendría después.
Era de esperar que East India Youth no destacase por su afluencia de gente si coincidía con Phoenix, lo que por otra parte se agradecía para no morir aplastado. Sin embargo la propuesta fue llamando la atención minuto a minuto, entre el baile de Hinterland (gran cierre y mucho mejor que en estudio) o Dripping down en su tramo final y las sensaciones sosegadas de Dripping down y Looking for someone, esta última canción su momento más pop, ya que se alejaba de sus maquinitas para tomar la guitarra, el único instrumento real con el que contaba. Era él solo entre las mesas, pero a pesar de su aspecto de nerd paradito, su entrega resultó encomiable y animó a buena parte del personal. Algo escaso eso sí, aunque con solo un debut tampoco se podía hacer mucho más.
Pet Shop Boys es una banda atemporal que a diferencia de otras en el festival sí que reúne a los más imberbes y los más curtidos. Todos tenían en común las ganas de fiesta, y el dúo inglés la entregó con holgura y eficiencia. Incluso cuando durante el primer tercio no hubo casi éxitos, el público lo daba todo en temas como Axis de su Electric, Opportunities (let’s make lots of money) o Integral. A partir de Suburbia los repartieron los más populares de su discografía (con ausencias, claro), sin terminar como cualquier día en M80, salvo la última sección con It’s a sin, Domino Dancing, Always on my mind y Go West del tirón, decisión con la que tampoco protestamos precisamente. Como siempre el sonido resultaba muy enlatado y en este caso se echaba en falta algo de volumen, pero la jarana ya estaba servida y la gran puesta en escena eclipsaba cualquier carencia. El pop es así y ellos saben como exprimir su encanto. No será su mejor gira, pero salimos con una sonrisa de oreja a oreja.
La propuesta de Gold Panda se presenta como irresistible para los que quieran bailar electrónica pero sin quemar zapatilla ni caer en zafiedades. Sus temas se entrecruzan, a veces confundiéndose, pero es que la clave está en que la máquina no debe de deternerse. Por mucho que Neil y Chris ganasen en cuestión de número de asistentes, se nota que el proyecto de Derwin Schlecker tiene un amplio espectro de fans que no se van a dejar engatusar por el pop, por lo que la afluencia resultaba encomiable. Un ambiente de fiesta perfecto, sin excesos, pero lo suficientemente atractivo como para acabar haciendo coreografías estúpidas al ritmo de sus sonidos exuberantes y exóticos.
Cuando uno va a ver a Fangoria asume que el espectáculo manda sobre la técnica musical. Y aun así, por mucho que digan, Alaska no hace playback 100%, pero resulta evidente que su corista masculino y las voces pregrabadas ayudan sobremanera. Aun así, con tanto temazo y tanta mamarrachez el tiempo se te pasa volando. Cuatricomía, todo un grower, tuvo varios representantes, de lo mejor aunque con ausencias sonadas como Volver a empezar. Dramas y comedias, Desfachatez o la enorme Tormenta solar perfecta complementaron perfectamente a Retorciendo palabras o No sé que me das (¡porque Electricistas la tienen tan poco en cuenta!). De sus antiguas formaciones no faltaron Perlas ensangrentadas, A quién le importa y para «cerrar» Ni tú ni nadie. Su maridito clausuró oficialmente el show con ¡tres canciones!, lo que nos dejó un poco a cuadros. Una para hacer la gracia vale, pero tres resultaba excesivo a todas luces. Se asume que lo kitsch ocupa un papel esencial, pero la aparición del Ballet Fantasia ya cubrió el cupo, por lo que Vaquerizo sobraba. A pesar de todo lo pasamos teta.
Para terminar con buen sabor de boca terminamos en el dj set de La Movida Madrilona, donde no cabía un alfiler y en el cual pudimos escuchar temas muy evidentes pero también sorpresas de artistas y bandas como Austra, Fleetwood Mac o Shampoo.
Colaboradores: Emilio Morales, Sergio Gesteira y Macarena de la Vega /Foto: Macarena de la Vega (Phoenix), Emilio Morales (East India Youth) y Equipo Helmet (The Kooks y PSB)
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jarto
No tengo demasiados prejuicios musicales en lo que se refiere a géneros, unos me gustan más que otros, sin más. Lo que más me tira para atrás es la pretenciosidad, y más si resulta fallida. Hablando en plata, sin mamoneos, porque ya hay bastante en el mundo para que además pervierta lo que más queremos: la música.
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