Iggy Azalea – The New Classic

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Quien conozca sobre Iggy Azalea sabrá que desde sus inicios se ha movido por un rap electrónico con mucha colaboración, mucho hit y marcado por beats potencialmente bailables que te hacen sentir lo más chungo y guay de tu ciudad con solo ponértela en Spotify; eso sin hablar de escucharla con un par de birras encima.

Habiendo pasado por Ignorant Art, un álbum debut mayoritariamente oscuro y con mucho temazo pero que pasó sin demasiada gloria, Glory (qué ironía), un EP de rap con un corte más clásico, y Trap Gold, capaz de arreglarte el día de bajona a base de ritmos bien dirigidos al ya sobreexplotado twerk (gracias Quicktime, gracias Diplo y FKI), Iggy presenta ahora el esperado The New Classic, un album que, apartando la pequeña pretensión del título, anda cargado de sensaciones que puede hacer disfrutar al más escéptico.
El disco, canción por canción:

Walk the line. Una apertura de disco que se hace relajada, melódica, genial como banda sonora de un despertar envuelto en blanco Neutrex, pero que corre el riesgo de convertirse en música ambiental si no estás demasiado atento, perfilado con un estribillo que, como si de la lectura de un biopic de cualquier alma con ansias de superación se tratara, reza un “Know where I wanna be, but I’m far from home”. You better work bitch. Póntela de despertador y llegarás tarde a trabajar.

Don’t need y’all. Iggy quiere dejarnos claro que su disco es The New Classic, y que el «new classic» es dormir a todo el personal con voz persuasiva. Salvando ese agradecido guiño a sí misma con el “No money, no family, sixteen in the middle of Miami”, la canción consta de una melodía que te puede trasladar al mundo de los pensamientos en 3,2,1 y del que no te va a sacar ni dios a no ser de una ostia bien dada. Una buena canción para tu lista predilecta para baños con espuma.

100. Primera colaboración del disco, la de Iggy Azalea, puesto que el estribillo de WhatchTheDuck tiene carisma como para comerse con patatas al resto de la canción. En este punto, Iggy decide introducir el buenrollismo en el album con guitarreo, un poco de bass, y, por fin, un poco de rap con fuerza. Genial para montar tu fixit y pasear por la playa o para una barbacoa dominguera.

Change your life. Primero de los hitazos del disco, porque te da ganas de bailar, porque es imposible apartar el concepto Showgirls y porque en la primera estrofa siempre me parece que diga “Lindsey Lo” y “hasta el coño”. Póntela antes de salir de fiesta, la resaca está asegurada.

Fancy. Charli XCX va que ni pintada aportando su maravilloso asco natural. Canción que no hubiese llegado a ser considerada hit de no ser por ese fantástico video con reminiscencias/guiños/copias a Clueless y con una doble de Brittany Murphy, descanse en paz dios cómo la amaba, pululando por las escenas. En similaridad de conceptos, Fancy es la hermanísima del Feelin’ Myself de Will.I.Am + Miley Cyrus + whatever. Escúchala diez veces antes de una disputa y nadie podrá llevarte la contraria.

New bitch. Llegada la mitad del disco Iggy encuentra novio y mamonea a la ex de éste. La canción respira libertad por ese relax con grandes subidones y el no mal estribillo, pero sabes que le falta algo y que hay altas probabilidades de que sea canción de relleno. Relájate escuchándola en la playa y el baywatch te chulea, fijo.

Work. Quien no la conozca que salga ahora mismo de esta sala, por favor. Primer single del álbum y hitazo absoluto, tanto para fliparte a solas en casa o acompañado de tus amiguis; el cuento de la vendedora de cerillas con final feliz, estilismos rompebragas y ritmos gangsta, piano, rap con gancho, bass y fuerza, mucha fuerza; qué más puedo decir, esto sí que es The New Classic. Un chute para cada día hasta que la aborrezcas (que no es demasiado difícil).

Impossible is nothing. Azalea desplega por fin esa oscuridad que la caracteriza con una canción clasicucha más típica de un Eminem que de ella misma; tanto que si agravara su voz a nivel Alaska pasaría por él, sin duda. Huele a relleno, pero vamos a darle una oportunidad diciendo que es perfecta para revolcarte por los suelos tapándote los oídos.

Goddess. Esto es hit absoluto, real y palpable, por el uso de coros en tono deidal, trombones, arpas, un The New Classic. Esta puta canción te convierte en una Beatrix Kiddo contra el mundo, te hace llorar con un solo de guitarra eléctrica que te hace sentir leído musicalemente y como si supieras algo sobre, no sé, Jimi Hendrix? No es mi fuerte. Si te pilla por la calle te pone los pelos de punta y revientas a quien te lleve la conraria. Bow Down to A Goddess.

Black widow. Estribillo cantado por Rita Ora, acompañado por palmas y subidón, un “venga nena” con gancho, sentimentalismo y que dan ganas de hacerte la mamarracha hija de puta si tienes a un ex cercano temporalmente hablando. Canción-tocacojones del disco por dejarte con ganas de tralla como pasara con el Move de Little Mix, y un No Me Cambies Los Recuerdos de nueva generación, porque los españoles ya somos cultos y por fín entendemos inglés. Úsala para la próxima quema de fotos de tu ex, y mantén la cabeza bien alta.

Lady Patra. Hora de superar el recuerdo del Dark Horse de Katy Perry al escuchar cualquier referencia a Cleo. La Azalea pretende elevar de nuevo el buen rollismo del disco con la típica canción tontuna que tiene toda “artista” que se precie en cada uno de sus álbumes. Y lo consigue. Sin ser hit ni relleno, la canción se deja escuchar e incluso te arranca algún que otro movimiento de negra. Perfecta para un viaje en descapotable con cuatro amigas por áridas carreteras almerienses, que buenas son a falta de un California.

Fuck Love. Cuando trabajas como dependiente, a.k.a. ayudante de segunda, a.k.a. esclavo social, te graban a fuego una máxima: el cliente tiene que irse contento de tu cueva de víboras. Iggy se lo sabe a pies juntillas y revienta con todo ese Diplo contenido y que no ha usado en el resto del disco; el problema es su largo, tienes que escucharla un mínimo de cinco veces seguidas para saciarte. Perfecta para enlazar con Major Lazer y reservarte lista en todas las discos, sólo por si acaso. THE END.

En definitiva, lo normal cuando esperas un album desde hace meses es que te decepcione de una u otra manera, pues las espectativas son terribles amigas. En este caso Iggy se porta bien; cierto es que tiene un par de canciones que parecen debidos descartes, que al disco le falta tralla y que los cuatro singles lanzados hacen que idealices el disco de manera muy errónea, pero apartando esos meros “errores” del hijoputismo marketiano, el disco es un must en tu smartphone, Spotify o lo que sea que utilices. A disfrutarlo.

Puntuación: 7,8

Víctor Ayala

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