Blackbird Blackbird – Tangerine Sky
Mikey Maramag, alias Blackbird Blackbird, ha logrado alcanzar un nivel sin par dentro de su género musical, mientras muchos artistas que aspiran lograr obtener el reconocimiento y la “fama” con cada una de sus propuestas han logrado apenas quedarse en los confinamientos de un estilo que exige ser más atrevidos que cualquier otro a la hora de componer una pieza musical.
Por ello, debido a su currículum, un disco muy esperado ha sido este Tangerine Sky. Once temas inéditos componen este material, el cual ahora tenemos el privilegio de dar un paseo sonoro sin límites de un proyecto que muestra la madurez de un artista que entremezcla dream-pop, r’n’b contemporáneo o electro-folk norteamericano, entre otros.
El primer single, y también primer corte que da nombre a este disco, nos ha mantenido en estado de fascinación desde la primera vez que lo escuchamos, debido sobre todo a la oscilación de entre un género a otro en el que una variedad de filtros realzan los sonidos y sintetizadores perfectamente. Esto da lugar a un deleite interno en el que estallan una mezcla de sonidos que recorren tu cuerpo entero y donde la acústica y los sintetizadores te mantienen en constante caída libre, además de un verso estelar que convierte a esta pieza en toda una experiencia, donde las voces penetrantes de este prodigio te quitarán el aliento.
El empleo de bits sutiles y tambores resonantes establecen otro podio para Mikey. En los primeros tres cortes de este disco, Blackbird logra sumergirse en la parte más poética de su música, en el que falsetes apasionantes dan un matiz distinto respecto a sus anteriores trabajos. Mientras que Treehouse, sexto track del disco se compone de sutiles arañazos sonoros y sintetizadores tumultuosos dan paso a una espontánea y resonante aparición de sonidos y voces a medio tono que provoca un inquietante efecto de eco, que contrasta con el resto de arreglos alegres y juguetones.
Un sonido, white-noise-heavy synth, por describirlo de alguna manera, desacelera el ritmo de las primeras seis piezas del material, canciones como Summer almost here y Polaris crean sonidos poco convencionales que se vuelven repetitivos durante un par de minutos, sin embargo, crean una atmósfera que se desmarca del resto de la obra, dando pie quizá a la parte más experimental del conjunto.
Rare candy presenta quizá el tercer fragmento de este disco, bits alegres y sintetizadores de baja fidelidad que crean ambientes de ensueño que ni parece siquiera formar parte del mismo disco. En última instancia se reconoce claramente un aire chillwave en Beast, incluyendo samples agudos que se repiten constantemente y que hacen de ella quizá la canción más anodina del disco.
Finalmente Grow old with me (don’t let go) podría ser una referencia de todo el disco y quizá la pieza con el mensaje más profundo. Voces calurosas con un tono un tanto lúgubre dan a esta canción su propio carácter, además de una labor extraordinaria en la guitarra que hace aún más conmovedora este ejercicio impecable.
Desde el synth-pop de garaje al chillwave contemporáneo, nos queda muy claro que el alcance y potencial de Blackbird Blackbird es enorme, el cual ha demostrado, tanto en sus presentaciones en directo como en sus trabajos anteriores, una peculiar habilidad para crear piezas magistrales que rebasan lo convencional.
Puntuación: 7.7